MONUMENTOS ARQUITECTÓNICOS DE ATITALAQUIA

Parroquia de San Miguel. Una de las mas bellas descripciones del templo de Atitalaquia, es la realizada hacia 1925, por don Manuel Toussaint, en su libro "Paseos Coloniales" que dadas las condiciones en que se ha mantenido la  construcción, puede repetirse actualmente. "Antes de llegar a Bojay o El Tanque, dice el cronista, estación desde donde se va a Atitalaquia, el ferrocarril atraviesa una intermitente serie de yacimientos de cal. El campo es blanquecino; la vegetación se compone de cactus que calan sus uñas descarnadas en los resquicios del terreno. El mundo parece, aquí, una cola de cal viva.

El camino de la estación al pueblo zigzaguea entre nopalillos y magueyes escasos; a poco, la vegetación va surgiendo animosa, se reúne, se atreve y se descorre en protesta entusiasta de resequedad anterior. Quizás por eso Atitalaquia aparece risueña como jardín rodeado de sembradíos que en el fondo limitan cerros obscuros.

El único edificio interesante es la parroquia. Es una iglesia de planta cruciforme con una esbelta torre a la izquierda y una pesada cúpula octagonal. El camposanto abandonado, inculto huerto donde se mezclan la vida y la muerte: restos humanos y un pequeño rebaño de ovejas; detalles de romántico sentimentalismo con vulgaridad prosaica: esta cruz sombreada por cipreses y cacareo de una gallina ponedora. De la primitiva iglesia de Atitalaquia, fundada a raíz de la conquista, no sabemos sino que en el año 1569 era antiquísima. La admirable relación de Atitalaquia, publicada por Trocoso en sus Papeles de Nueva España es valiosísima para la época Prehispánica, pero nada nos dice de los tiempos coloniales. El cura que administraba el templo, don Fernando Gómez, decía ese año: "La iglesia de San Miguel esta tan vieja que se quiere caer; tiene necesidad de reedificarse, está muy necesitada de ornamentos para el culto divino, por haber pocos años que hay aquí ministro eclesiástico. En el año de 1563 había sido erigida en parroquia.

Sin duda la reparación se llevó a cabo; aun puede verse en diversos sitios en muro de la iglesia actual, fragmentos de piedra con relieves esculpidos con un dibujo de fajas cruzadas en cuyos huecos se miran estrellas. Estas piedras pertenecieron seguramente a la antigua iglesia reedificada, es decir, a la segunda. Acaso también formó parte de ella la actual pila de agua bendita que está ahuecada en un capitel de la columna en forma de loto con discos esculpidos alrededor, todo ello de vivo recuerdo indígena.

La fachada de la iglesia con su torre, cuyo basamiento sostiene un hábil botarel, es lo mas notable que se encuentra, el conjunto es de proporciones el conjunto es de proporciones admirables; la torre de sutilísima esbeltez, se halla un poco más atrás del nivel de la fachada, la deja lucir, sin distraer con el enorme basamento desnudo de la delectación con que nuestra mirada se detiene en la finura del relieve, en la discreción del conjunto, en la armonía del color rojizo de la cantera, evocativos detalles que despiertan en nosotros la resonancia de algo conocido y amado, esta fachada es como una anticipación de Querétaro.

 Encuadran el conjunto, dos pilastrones o contrafuertes coronados con elegantes remates que llegan casi hasta el fin del tercer cuerpo. Porque  tiene tres fachadas, formados por dos partes de pilastras germinadas cada uno con nichos entre ellas y entre sus basamentos, cosa rara, pilas de agua bendita. En el centro del primer cuerpo la ventana con arco de medio punto cuya clave es netamente queretana; en el del segundo, una ventana oval y en este último la estatua de San Miguel patrón del templo. Las pilastras están cubiertas de adornos, follajes y frutos en relieve y presentan la forma característica de la pilastra churrigueresca; pero hay tal moderación entre ellas y el conjunto (apenas las cornisas presentan una ligera ondulación al centro) que no pensamos en el desenfreno magnifico de la churrigueresca mexicana sino en algo mas tímido, si admirable en su mensura y equilibrio.

Por el costado norte del templo hay otra portada esculpida en la misma cantera rojiza mas sencilla acaso sea de fecha anterior a la de la principal. En este mismo lado un enorme botarel de un cuarto de circulo, todo rebela un hábil arquitecto.

 Por dentro, la iglesia presenta menos interés. He mencionado la pila de agua bendita; hay que agregar la puerta del bautisterio, hecha quizá de la misma cantera abundante aquí pero pintada de aceite  imitado el mármol rojizo, ¡de calor natural de la bellísima piedra! en la piedra alta de la puerta hay un nicho rodeada de adornos de relieve, como un baldaquino o mas bien repostero. Recuerda algunas de las portadas churriguerescas españolas.

 La nave tiene diez varas de ancho; a los lados presenta altares neoclásicos todos iguales y de forma discreta. Cuando pensamos que tantos templos estos altares sustituyeron a los magníficos retablos churriguerescos, no parecen todos una abominación.

El pesado cimborrio está sostenido por cuatro pechinas; su planta es un octágono con cuatro de sus lados muy grandes correspondientes a los arcos formeros y torales, y cuatro mas pequeños que son los de las pechinas desagradabilísimo. Por el exterior de la cúpula no es menos imperfecta; con un enorme tambor y una media naranja de líneas infelices, su privativísimo contrasta con la pericia arquitectónica de la fachada, de la torre, del botarel. ¿No serán posteriores todas estas partes agregadas en el Siglo XVIII a una iglesia más antigua, acaso del siglo XVII?. Los caracteres del casco del templo y su cúpula nos autorizan a afirmar esto, pues corresponden al tipo arquitectónico corriente en las iglesias de 1600.

 Al arrimo de la sombra del domo, en la medida caluroso y tras la fatiga del trabajo, la intensidad de la vida del campesino despierta en nosotros el anhelo de plenitud.

Golondrinas cismáticas se han apoderado del templo, quieren cubrirlo con la arquitectura de sus nidos. A la derecha, lejísimos, se ve la sierra de Los Frailes por allá queda en Actopan, Ixmiquilpan mas lejos. A la izquierda Tula, Tlahuelilpan y Tlamaco a menos distancia. Estamos en uno de los focos de la arquitectura del Estado de Hidalgo.

El fermento vital nos enerva en una voluptuosidad prolongada. Los minutos resbalan pausados, al ondular del suave cepillo en los trigales. Filósofo pesimista, la soledad no fue bastante a ensimismarlo porque ella misma, toda dispersa, estaba absorta y como olvidada de su existencia. Las horas del campo discurren lentas porque en él la vida tiene mucho que hacer". 

Capilla de Bojay Grande.- Ubicada en el casco de la hacienda de su nombre, la capilla es de una sola nave, con vista al poniente. Su construcción es de mampostería, cubierta con bóveda de cañón corrido, la puerta principal es un vano con cerramiento de medio punto con jambas y dóvelas lisas de cantera roja. En el interior se encuentra un altar de medidas proporciones, y por el presbiterio una puerta comunica con la sacristía. La torre de su campamento situado en el ángulo noroeste es un macizo de un solo cuerpo coronado por una cupulilla hemisférica coronada con una cruz de cantera, solo existe un vano que aloja la única campana con que cuenta.

 hidalguia@hotmail.com 

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