SUCESOS HISTÓRICOS MÁS IMPORTANTES DE ATOTONILCO DE TULA

                    Tanto el Códice Osuna como los Anales de Cuauhtitlán, nos dicen en tiempos de Moctezuma Ihuicamina (1440-1469) fueron conquistados: Hueypuchtlan, Atotonilco, Acoxpa, Apaxco e Itzcuincuitlapilco. Consolidado el poder de la Triple Alianza, toda el área queda sometida a Tacuna o Tlacopan.

                    La organización militar en Tlacopan estaba bien definida, en el "Memorial de los pueblos" se dice:  "...los pueblos que obedecían a Tlacopan que se juntaban aquí para las guerras, ya aquí los repartían  los tributos  y buscaban  y traían cal, piedra  y madera , pétatl, escuadillas, platos  a todos los demás materiales y estos pueblos eran los siguientes: 1.- Azcapuzalco, 2.-Tollan, 3.-Apazco, 4.- Atotonilco, 5.- Axoxoapan, 6.-Tecpatepec 7.- Actopan, 8.- Itzcuincuitlapilco, 9.- Tezcatepec, 10.- Tetlapanaloyan, 11.-Hueypuchtlan, 12.-Tequixquiac, 13.-Xilotzingo, Xilotepex...."

                    En el aspecto tributario, Atotonilco pertenecía al estado Tlacopan y estaba sometido a una de las diez provincias.

                    Los mexicas que por tres y más veces habían experimentado la lealtad y la buena fe de los chichimecas, celebraron nuevas y estrechas alianzas no sólo con los de Cuauhtitlán sino con los de Tollán, Atitalaquia, Atotonilco, Tequixquiac, Apazco, Zitlaltepec, Tzompango, etc., viviendo casi con ellos los mexicas, pues para todo se juntaban estos pueblos. A estos pueblos. A este respecto los Anales de Cuauhtitlán mencionan que los mexicas eran amigos de los chichimecas cuautitlanenses desde que estuvieron en Tollan, Atitalaquia, Atotonilco y Apaxco.

                    Se consigna también que en Atotonilco gobernaron, en tiempos precoloniales, tribus de generación otomí y que  su participación fue definitiva para la captura y sometimiento de Cuauhtitlán.

                    El juego más común entre los mexicanos, el que más los divertía y que tenía más símbolos religiosos, era el de pelota. Los indios lo llamaban "Tlachtli" y el lugar donde lo jugaban donde lo jugaban "Tlachco". Eran tan simbólico que Paso y Troncoso no vacila len llamarlo misterio. Según Chavero, el símbolo se reducía a representar los movimientos del sol y la luna.

                    Los cronistas han hecho diversas descripciones de los Tlachtli y Tlachco, y los códices están pintados de diferentes maneras. Sahagún lo describe en términos generales del modo siguiente: "...El juego de la pelota se llamaba Tlaxtli (Tlachtli, que eran dos paredes, que habían entre la luna y la otra veinte a treinta pies, y seria de largo hasta cuarenta o cincuenta pies, estaba encaladas las paredes y el suelo, y también de alto como estado y medio y en medio del juego estaba una raya puesta a propósito del juego, y en el medio de las paredes, en la mitad del trecho de éste, estaban dos piedras como muelas del molino, agujeradas por medio, frontera la una de otra, y teníase dos agujeros tan hechos que podía caber la pelota por cada uno de ellos, y el que metía esta por allí ganaba el juego. No jugaban con las manos sino con las nalgas para resistir la pelota que traían para jugar unos guantes en las manos y una chincha de cuerpo en las nalgas para herir la pelota...". Es más minuciosa la descripción de Durán y que da la idea del juego:

                    "Era el local largo-dice el cronista-de á cien y de á doscientos pies y a los cabos tenía rincones. Se edificaban en todas las ciudades y pueblos de algún lustre. Los muros tenía de estado y medio a dos de altura y eran galanas, cercas y bien labradas, con las paredes interiores lisas y escaladas, con efigies y pinturas de ídolos y de los dioses á quienes el juego estaba dedicado.

                    Según los pueblos, eran éstos juegos mayores y mejor labrados, pero siempre de la  misma figura, con un espacio más largo y más angosto en medio, y á los extremos otros más pequeños y más anchos en donde estaban los jugadores para impedir que la pelota cayese allí el juego se perdiese. Por superstición plantaban por fuera del Tlachtli palmas silvestres, ciertos árboles que dan unos colorines, y todas las paredes a la redonda tenían almenas e ídolos de piedras puestos á techos, y lo alto de ellas se henchía de gente para ver el juego. En medio de estas paredes se ponían dos discos de piedra agujerados, el uno al frente de otro, y servía uno de ellos para los jugadores y de una banda y el otro para los de la opuesta, pues los primeros que metían la pelota por su disco ganaban el juego. En el juego y debajo de las dos piedras había una raya (tecotl) había de pasar siempre la pelota..."

                    Las pelotas eran de hule, de tres a cuatro pulgadas de diámetro, y aunque pesadas, botaban más que las de viento que nos vienen de Europa. Jugaban partidos de dos contra dos y de tres contra tres. Los jugadores se ponían desnudos, cubiertos solo con su Maxtli (taparrabo) y con sus pañetes de cuero de venado que se ataba en los muslos, que siempre los traían raspando por el suelo. Era condición esencial del juego no tocar la pelota sino con la rodilla, con la coyuntura de las muñecas, con el codo y con las nalgas; y el que la tocaba con la mano, con el pie o con otra parte del cuerpo, perdía un punto. Durán dice acerca de esto "....Jugaban aquellos antiguos indios con tanta destreza y maña, que acontecía que una hora  no paraba la pelota de un extremo á otro sin dejarla caer, lo cual era tanto más difícil cuanto que solo podían tocarla con las asentaderas o rodillas, sin que pudiesen usar las manos o los pies u otra parte del cuerpo..."

                    Pero Chavero duda de esta aseveración de Durán, no obstante de estar de acuerdo con los cronistas anteriores; "...Porque había dice Chavero-unos guantes sin dedo para el juego, llamados Chacualli lo que acredita que en él se empleaban las manos; y a más están esculpidas estás, alternando con pelotas, en un disco de Tlachtli de Texcoco. Sería tal vez más galano el no usar de las manos ni de los pies, y desde luego comprendemos que Durán elogie la maña y gentileza del juego..."

                    Al que metía la pelota por el agujero de la piedra, que ganaba el juego, le cercaban todos y le honraban, le cantaban canciones de alabanza y bailaban con él un rato, y dábanles por premio plumas, mantas y Maxtli.

                    Jugaban todo el día, remudándose para descansar; apostaban joyas, mantas, plumas, armas, esclavos y sus mujeres; los pobres jugaban mazorcas de maíz, trajes de algodón y a veces la libertad.

                    A veces sacaban muertos a los jugadores, ya por fatiga del mismo juego o porque recibían con la pelota golpes tan fuertes que les quitaban la vida, y la más veces quedaban las timados con los golpes, que tenían que sajarse la contusiones.

                    Este juego era tan común, cuanto se puede inferir del número extraordinario de pelotas que pagaban anualmente como tributo a la corona de México, Tochtepec, Otatitlán y otros pueblos que solían enviar hasta dieciséis mil.

                    Los jugadores de oficio tenían varias supersticiones: Llegada la ponían un trasto y sobre él la pelota, el braguero y los guantes, y puestos en cuclillas antes ellos, orábanles y los conjuraban para que les dieren el triunfo, y rebasaban a este prepósito las más extravagantes oraciones.

                    Se ha dicho antes que el juego de pelota era entre los Nahoas una representación de los movimientos aparentes del sol y de la luna; y Chavero lo explica diciendo que los Nahoas, con su vigorosa imaginación, se figuraban al sol como pelota lanzada constantemente en el firmamento y que ya no podía detenerse o hacer "falla" como decían en dicho juego, sino en los extremos del Tlachtli que á los solsticios corresponden.

                    De la luna que también anda en el espacio como  pelota, nada dice Chavero aludiendo á la representación, siendo así que tenía su Tlachco, como veremos después. De las estrellas si había Chavero, pues los mexicanos llamaban, según D. Fernando Alvarado Tezozomoc, Citlatlachtli, "juego de pelota de las estrellas" al norte y sus ruedas, y después de adherirse á la opinión de Del Paso y Troncoso, de que ése nombre debió corresponder a todo el firmamento nocturno, agrega Chavero: "...Venían efectivamente, los Nahoas que en las diversas épocas del año ocupaban lugares muy diferentes las estrellas, y fue grandioso figurárselas como pelotas de luz lanzadas en diversas direcciones por el inmenso Tlachtli de los cielos..."

                    En el templo mayor de México había dos Tlachco, el uno dedicado al sol, que llamaban Teotlachco y el otro a la luna llamado Tezcatlachco. En el  Teotlachco, dice Sahagún que un sacerdote vestido con ornamentos de Paynal mataba cuatro esclavos en las fiestas del mes Panquetzaliztli, y que en el Tezcatlachco mataban por devoción algunos cautivos cuando reinaba el signo Omacatl.- Tal vez esta paisaje indujo a Clavijero á creer que uno de los dioses protectores del juego, cuyos nombres ignoraban sería Omacatl (Ome-Acatl), "dios de la alegría".

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