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Marzo 28 de
2019 Los recuerdos más vivos que tengo de Virgilio Caballero son su presencia en los aniversarios del asesinato de don Manuel Buendía y de la creación de la Fundación Manuel Buendía. Era infaltable siempre que estaba en la Ciudad de México. Por muchos años, el primero se realizaba en el monumento a Francisco Zarco en un evento llamado “En defensa de la libertad de expresión en México y en memoria de Manuel Buendía”; el segundo tuvo muchas sedes, pero una recurrente fue el restaurante “Las Mercedes” gracias a la hospitalidad de su propietario Alfonso Zárate, analista político y también amigo cercano de don Manuel.
Virgilio, siempre con voz suave y un discurso hasta cierto punto lento, podía sorprender con su firmeza cuando hablaba de la libertad de expresión, del periodismo y de los medios públicos. La Fundación Manuel Buendía fue creada por un grupo de periodistas encabezados por Miguel Ángel Sánchez de Armas. Después del golpe que supuso el asesinato de don Manuel, tomaron la decisión de no ser, en palabras de Sánchez de Armas, primer presidente de la Fundación y primer director de la Revista Mexicana de Comunicación (RMC), “las viudas de Buendía”, sino rendirle un mejor homenaje haciendo algo útil para el periodismo. Y vaya que lo fue. La Fundación Manuel Buendía publicaba RMC, daba cursos y sacó a la luz varias decenas de libros especializados en Comunicación. Tuvo productos que ninguna universidad logró en el mismo tiempo. Y se sostuvo gracias a la ayuda de muchos, como Virgilio Caballero, que creyeron firmemente en ese proyecto y desde distintas trincheras brindaban su ayuda. A Virgilio, como a muchos otros periodistas, les quedaron gran cantidad de interrogantes acerca de la muerte del autor de “Red privada”. La persistencia en participar para mantener viva la memoria de don Manuel, no era sólo para recordar al amigo y periodista ejemplar, era, fundamentalmente, para no dejar de cuestionar a las autoridades sobre el infame asesinato que se convirtió en símbolo de la represión a la libertad de expresión. En el 30 aniversario del asesinato de don Manuel, en 2014, hace sólo poco menos de cinco años, en el monumento a Zarco, Virgilio Caballero le hace una serie de cuestionamientos a Manuel Bartlett sobre ese atentado, que hasta la fecha siguen sin respuesta. Objetó el silencio del poder que asesinó al periodista y se quejó del misterio que rodea ese crimen todavía impune. Allí, Caballero hizo una afirmación interesante: el asesinato de Buendía, el más grande de los periodistas de los ochenta, fue el anuncio de lo que vendría después. El atrevimiento de atentar contra el mejor fue el preludio de las balas que han seguido disparándose contra muchos periodistas. Al momento de fallecer, Virgilio Caballero era diputado morenista por Azcapotzalco, pero sin duda, su trayectoria más importante no fue la política sino el periodismo. Quienes tengan edad suficiente, recordarán el programa de debate político Del dicho al hecho, que se transmitía por Canal Once, en el cual tenía una participación semanal don Manuel Buendía. En una extensa entrevista que le hizo a Virgilio Caballero, y que vale mucho la pena leer, Abraham Gorostieta nos recuerda que esa emisión creada por Caballero fue el primer programa de análisis y debate político. Poco después fue nombrado director de Noticieros en el mismo canal y desde ahí creó el informativo Enlace, que pretendía ser la competencia de 24 Horas producción de Televisa, dirigida y conducida por Jacobo Zabludovsky. A decir verdad, todo aquel que haya conocido la popularidad del periodista de Televisa sabe que el noticiario de la televisora del IPN no sólo no le quitaba el sueño a Zabludovsky, con seguridad ni siquiera ocupaba uno solo de sus pensamientos. Sin embargo, Virgilio Caballero fue creando un público diferente, porque si en algo coincidía con don Manuel Buendía era en que la libertad de expresión sólo obtiene corporeidad en el trabajo reporteril. En la investigación. En la tarea de buscar información para reportar con la mayor fidelidad los hechos y su entorno. Virgilio se pronunció una y otra vez en contra de lo que muchos llaman periodismo y que no es más que la “declaracionitis”: el hábito de llenar notas a partir de las declaraciones de políticos o figuras públicas, o peor aún, con base en los boletines de prensa, haciendo a un lado el verdadero trabajo de reportero que consiste en investigar. Virgilio tuvo también una larga trayectoria en los medios públicos, además de su extensa e importante participación en Canal Once, fue, entre sus múltiples actividades, jefe de Redacción en Notimex, fundó los sistemas públicos de radio y televisión de Sonora, Quintana Roo y Oaxaca, y dirigió el canal del Congreso. Hoy, que con motivo de su muerte, la cual lamentó el mismo presidente de la República, se encomia esa vida en el periodismo, un buen homenaje sería poner a debate el papel de los medios públicos, discutir cómo encajan en la Reforma de las Telecomunicaciones, que parece haberlos dejado un poco en el limbo. Retomar la pertinencia de contar con medios culturales y el imperativo de apoyar sus producciones, pues muchos de ellos languidecen por falta de presupuesto tanto para la producción como para la renovación de equipo. Definir con claridad el perfil de quienes pueden dirigir estos medios y cuyos atributos vayan más allá de ser amigos de los gobernadores o de los responsables de nombrarlos. Pero, sobre todo, es momento de poner en claro el sentido de medio público que no es lo mismo que medios de gobierno. Es momento de dar a la sociedad estos canales que le fueron confiscados hace mucho. Este sería un verdadero y pertinente homenaje a Virgilio Caballero y a todo aquello por lo que trabajó incansablemente. Hasta siempre Virgilio; hoy, el periodismo está de luto, pero tu trabajo y tu ejemplo permanecerán por largo tiempo.
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