Perspectiva de género 14/05/21 y otros archivos

Las mujeres no urgen

Pilar Ramírez: Política en tacones
ramirez.pilar@gmail.com

28 de mayo de 2014 

 

En las familias ha sido una escena común darle poca importancia a las necesidades o sentimientos de la mamá, más cuando su dedicación principal o única es el hogar. Si una madre habla de su cansancio por las tareas de la casa, sus palabras caen en un auténtico vacío, es muy raro que los hijos o el marido acusen recibo y se ofrezcan a dividir el trabajo. Cuando las mujeres tienen un empleo, las razones del cansancio se multiplican, pero no los oídos ni la disposición a resolverlo, las mujeres tienen entonces “doble jornada”, pues a sus obligaciones laborales se suma el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos, pero a casi todo mundo eso le parece normal.


Doble trabajo
Fotografía de Fernando Ávila Hernández

Es cotidiano también propalar la imagen de las mujeres como inestables, irritables, histéricas o de carácter cambiante; no es porque sus derechos no se respetan sino porque les gusta quejarse, es “parte de la condición femenina”. Esa imagen ha convertido en vox populi que se debe otorgar poca atención al decir femenino. Las “cosas de mujeres”, en general, no tienen importancia, “sólo ellas se entienden y a veces ni eso”, “hay que dejarlas hablar para que se desahoguen”, después de que una mujer habla “entonces sí pueden tener lugar las cosas importantes”, tampoco es raro que se atribuya la inestabilidad a razones biológicas o cambios hormonales. En las redes sociales hay una enorme cantidad de mensajes, videos y memes que contribuyen a dar esa imagen a las mujeres, lo cual supera, lógicamente, el trabajo que hacen los grupos defensores de los derechos humanos femeninos porque se distribuyen con un disfraz de ingenio y de ideas chistosas o divertidas, algunas incluso supuestamente reflexivas.

En cambio, entre las “cosas serias” están las preocupaciones masculinas, como la política cuando en realidad lo que muchas veces hacen los hombres es repetir lo que dicen los noticiarios o algún analista; también las finanzas (lo que en el lado femenino no es más que el “gasto”) o el descanso inaplazable que requieren los hombres de la casa, pues al “jefe de familia” “hay que dejarlo dormir” ya que del descanso depende su trabajo y ése si es importante. Hasta su afición futbolera es importante, todo debe estar bien dispuesto para que el señor de la casa disfrute su deporte favorito, pues también es necesario que se relaje para olvidar el estrés que causa el trabajo y la responsabilidad de la familia.

Así, la pinza del sitio secundario y marginal que durante muchos años han tenido las mujeres en la esfera pública se cierra y se reproduce con una situación semejante en el entorno familiar, esto se explica porque en realidad son dos caras del mismo fenómeno. Los innumerables actos agresivos o abusivos contra las mujeres que se producen en el ámbito público se minimizan porque a muchos les parece todavía “normal”. Flota en el aire la idea de que “las cosas de mujeres” no son prioritarias ni social ni individualmente, se las puede relegar, posponer, dar un lugar secundario, ignorar, minimizar, hacer mofa de ellas o de plano olvidarlas.

Cierto que la situación ha ido modificándose un poco debido al trabajo de los grupos activistas que reclaman respeto a los derechos de las mujeres y a las tendencias mundiales que han colocado el tema del género como una necesidad social que debe ser atendida.

Pero que falta mucho, pero muchísimo por andar, ni quien lo dude, y todos los días surgen aquí y allá situaciones que lo corroboran y que no son más que la muestra de problemas mucho más profundos: 223 niñas fueron secuestradas en Nigeria por un grupo radical, utilizadas como mercancía de canje y como objetos sexuales, el asunto sólo estremeció por lo masivo del secuestro; dos mujeres indígenas fueron asesinadas a golpes en la comunidad de Zoquiapa en el municipio veracruzano de Córdoba, sin embargo, el juez encargado del caso se negó a tipificarlo como feminicidio, a pesar de que se cumplen varios de los supuestos de dicha tipificación; el caso de tortura contra Verónica Razo cometido por elementos policiacos no está en las primeras planas; de nueva cuenta una joven se ve obligada a dar a luz en el baño de un hospital en Oaxaca debido no sólo a la deficiente organización de los servicios sanitarios sino al desdén con que se trata a las mujeres en ellos; la investigación del delito de trata de personas por parte del exdirigente del PRI del DF no avanza; ante el incremento alarmante de los feminicidios, especialmente en el Estado de México, representantes del Observatorio Ciudadano Nacional de Género solicitaron audiencia con el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila y ésta les fue negada por miembros de su equipo, quienes afirmaron “que hay cosas más graves que atender”. Han de pensar que para qué lo atienden en forma urgente si al fin las mujeres ya están muertas.

La lista de los agravios en contra de mujeres puede ser enorme, porque en materia de género siempre estamos tejiendo una vuelta y dos reveses, pero, sin duda cuando dichos agravios provienen de quienes se supone deben velar por los derechos femeninos, el retroceso y la ofensa son aún mayores.

 

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