Octubre 30 de 2018

Un día –allá por 1982- el profesor de profesores en eso de ser el mayor y más competente ladrón, el incombustible carlos jan gonzález, anuncio días antes de terminar con el desgobierno que, en el Distrito Federal a su disposición, se plantaron 547 millones de arbolitos…

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Abel Quesada, caricaturista non, publicó en Excélsior al día siguiente la gran noticia: si al salir de tu casa no puedes hacerlo es porque un bosque ocupa el espacio visible y disponible en la totalidad de los 1495 km2 del entonces Distrito Federal… tocan a 3,659 arbolitos por hectárea... lo cual equivaldría al mejor bosque el mundo entero eso sí: ni una casa, calle, banqueta, drenaje, pulquería; nada de nada, sólo árboles.

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El profe jan gonzález, regente de la capital, hizo cuentas partiendo de la fábrica de árboles de gran tecnología traída desde Suiza -literalmente- instalada entre las delegaciones Iztapalapa-Coyoacán-Xochimilco, capaz  de producir 250 mil arbolitos por día; por 365 días y por 6 años, con mano de obra exclusivamente femenina… 547 millones de ejemplares son los números absolutos desde los cuales alardeó tal hazaña forestal, ejemplar para el mundo entero, el perpetuo mentiroso maistro toluco.

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Los arbolitos se regalaban a quien los pidiera; las escuelas oficiales recibieron un camión de volteo repleto de árboles -seis o siete metros cúbicos- que les dejaban tirados donde cayeran para ser plantados por los chavales. Cada pinito iba en una bolsita de plástico negro, con algo de tierra; la inmensa mayoría se secaron antes de llegar a su destino.

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Una idea maravillosa, mal planteada, peor ejecutada, fracaso total a un costo elevadísimo y el desencanto inevitable de la perrada creyente en la magia de los embaucadores ladrones.

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Proárbol, fue un organismo supervisado por entidades internacionales interesadas en la recuperación ambiental de México. Entre el 2007 y 2008 presumió plantar 270 millones de árboles cada año; sobrevivieron apenas el 7%  con un costo de 5 mil millones de pesos… pérdida casi total.

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Allá por 1988, el picudo general jefe de la Defensa Nacional, juan arévalo gardoqui en los tiempos grises de miguelito de la madrid, presumió que el ejército había plantado durante la temporada de lluvias, 160 millones de árboles de 1.60 m y con cepellón de 15 kg. para asegurar la sobrevivencia de los planteles.

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Los números son crueles… 160 millones de árboles pesan 2,400,000 toneladas… para moverlos se necesitan 80 mil tráileres (*) de 30 toneladas cada uno… plantarlos en cuatro meses equivalen a 40 millones de ejemplares por mes… 1, 333,333  por día…  111,111 por hora en jornadas de 12 horas…a 3 mil por hectárea… se necesitan 53,333 hectáreas para colocarlos… ¿dónde los produjeron…dónde los sembraron… con cuántos soldados lograron ese prodigio…  etc. etc.?

(*) No había en todo el país esa cantidad de tráileres rodando.

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Comenté estos datos en un artículo publicado en Excélsior: la repuesta fue amenazante por cuenta del jefazo desmentido, sin  jamás aclarar las dudas. Le aplaudieron y felicitaron a rabiar por tan heroica labor en pro de la patria rapada… como si fuera Monserrat en Cataluña.

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Allá, por 1977, pedro telmo de landero y pacheco, ingeniero civil, primo del jolopo, un día amaneció como director de CONAFOR (*) Comisión Nacional de Fruticultura; de volada se fue a España para comprar viveros enteros de árboles frutales, sin ponderar variedades y climas, la cosa –el negocio- era traer barcos repletos de arbolitos. La hormiga atómica, séase salinas de gortari, cerró Conafort en 1990…estaba quebrada como el Inmecafé y otras instituciones desvirtuadas, desvencijadas, saqueadas.

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(*) El terreno que fue de Conafort, 60 mil m2, recién lo cedieron para las vías del tren peñista de México a Toluca (o Toluca-México)

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El presidiente municipal de Ahuazotepec, apenas dejando el negocio de reventar el miserable presupuesto, propone talar las últimas 750 ha. boscosas del pueblo paupérrimo, para completar el gasto del ayuntamiento… así de fácil… cuenta con el apoyo del infelizaje… y en esas  anda.

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Otra vez la burra al trigo:

… plantaré un millón de hectáreas

con árboles frutales…

palabra del pejerrey…

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En el Siglo XIX La Marquesa Calderón de la Barca, comentó en sus cartas, la grandeza de los bosques mexicanos, tanto así que era posible viajar sobre la fronda de árboles desde la capital hasta Sinaloa sin pisar la tierra… era un país ensoñado al que rapamos cotidiana e impíamente.

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Revisando lo ires y venires de nuestros encantadores próceres, su gustito por los saraos suntuosos, encuentro a don manolito bartlett  en la boda del jolopo con la sasha montenegro, en compañía –gratísima- del profe olivares santana, monchito aguirre, memito lópez portillo y otros figurones de los gabinetes donde el mismo bartlett destacó por  kabrón… ¡caray! qué bonito es ser tan versátil, tan coherente… ahora en la austeridá republicana… como el bodorrio poblano donde concurrimos los que siempre hemos sido y seguiremos siendo… a pesar  de todo… ¿verdá manolín bartlett?

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En pleno glamur petrolépero en los tiempos del jolopo, empresarios mexicanos compraron en Grecia un buque tanque semi nuevo enorme -250 mil toneladas- para fletar crudo a los clientes ávidos del aceite chicano, como Japón, Israel, España.

El primer capitán de esa nave fenomenal fue Narciso Lisci Cobos, amigo cercano, quien me invitó al viaje inaugural que llevaría petróleo a Japón.

El buque, todo modernidad, tenía una tripulación de 16 personas y un metiche, yo. Zarpó la nave desde mar abierto donde había sido cargado en una boya petrolera, pues con semejante calado no cabía en ningún puerto nacional. Apenas  cruzó los límites de las aguas territoriales, llegó un télex al puente de mando –no había internet todavía- cambiando el destino del viaje: ya no era Japón sino Rotterdam, directo al mercado spot petrolero mundial, donde se subasta todos los días al mejor postor los cargamentos petroleros, fuera de las cuotas convenidas entre los países de la OPEP.

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La diferencia entre el precio pactado con Japón y la venta libre, era para unos cuantos en el poder. Negocio más que redondo. También un sobrinito del jolopo era representante comercial de Pémex en las europas; cobraba una comisión chirris por barril entregado: 50 centavos de dólar.

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El viaje sumamente interesante, lo repetí dos veces; el segundo el envío era para Brasil pero terminó en el mercado libre -pirata- de petróleo. Lisci navegó dos años antes de su retiro de la marinería; su chamba final fue Capitán del Puerto de Valle de Bravo, murió al poco tiempo rodeado de amigos y colegas que lo adoraban.

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Este negocio petrolero era común –como tantos otros- no sé si en estos tiempos se trafique de la misma manera, pero fue un caudal de crudo impresionante del que nadie rendía cuentas y todos jalaban la cobija de la Patria esmirriada.

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Cada comida en el barco, era un banquete de antología.

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El siempre grácil omaruco fayido, gusta de cantar cuando anda en el agua; se le recomienda que, para no hacer el ridículo acostumbrado, le pida  su gran cuatacho Paco Berganza, le enseñe a cantar y así le pague por andarlo difamando y también de paso gane seguidores como las maravillosas sabandijas de caños tapados, cobrando como diputaos morenitos, el impresentable charraz y el que detiene obras básicas para exigir moches desmesurados, césar ángeles.

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Ojala Gerardo Sosa Castelán aconseje bien a su admirador secreto omaruco fayido  y, también de paso, meta en orden a los diputaos-sabandijas que recomendó para “representar” al extenuado estado de Hidalgo. ¿Sería mucho pedir?

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Allá por septiembre de 1976, la cámara de diputaos ovacionó de pie al célebre mataviejas goyito cárdenas, indultado por otro loco aún más peligroso, luís echeverría. Más de uno de los actuales diputaos estaban en esos tiempos metidos en la grillería aplaudiendo al famoso criminal al que tildaron de “ejemplo de rehabilitación del sistema penitenciario mexicano…?”

Dados los usos y costumbres que corren de falsos perdón y olvido, pronto los nuevos matones de mujeres de Ecatepec, pudieran alcanzar los altares de la Patria, hoy tan devaluados. Al tiempo.

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Octavio Marcelo Garibaldi Albert  comenta, no debemos olvidar:

Los doctorados sirven para realizar más pendejadas pero más calificadas...él sabe de qué habla.

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Wences  Angulo, ahora rindiendo cuentas ante el divino curtidor, encuentra lo valioso del inmenso respaldo que tuvo en este lado de las estrellas de personas honorables, discretas, amables, cariñosas. El balance que va presentando es positivo, abriéndole las puertas celestiales de par en par… promete continuar comentando  sus impresiones en el celeste imperio.

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