11 de abril de 2019

…existe una tendencia generalizada – que se ha propagado por todo el mundo- a  apoyar la pobreza, la barbarie y la ignorancia… supongamos, por ejemplo, que hubiera una guerra de Suiza contra los esquimales… ¡todo el mundo estaría favor de los esquimales!...es un problema de sentimentalismo…JLB*

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Caray, tanto extrañar a Cantinflas y, ahora apenas amaneciendo, diariamente disfrutamos de una mala copia del inventor de cómo hablar sin parar y no decir nada, además de predicar con los evangelios, mandamientos, recetas de cocina y otras chucherías verbales que lo llevarán, sin falta, al fracaso rotundo de sus programas mariguanos… ¿o, no, pejecura?

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Truena el Popo y declaran -sin tregua- los encargados del negocio de la Protección Civil en las faldas de la montaña maravillosa, que solo repite lo que hace desde unos 750 mil años; se trata de un volcán jovenzuelo, lava, chorros enormes de polvo esparcidos en su entorno para enriquecer las tierras labrantías  donde las cosechas abundarán una vez incorporados los elementos esenciales para la vida, llegados con esas bendiciones volcánicas, tan impresionantes y que alientan leyendas y tradiciones por las comarcas beneficiadas con estos ciclos explosivos, razón de ser de la Naturaleza que tanto maltratamos.

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Los colonizadores de todo tiempo y lugar, escogían las territorios cercanos a los volcanes, precisamente por la calidad de las tierras done obtendrían las cosechas suficientes para sobresalir. Los riesgos y peligros de ser arrasados por alguna explosión más allá de lo esperado, valían la pena y que nadie se aleje o huya, salvo de los momentos y sitios críticos afectados por la violencia emergente.

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Tulancingo recibió un baño de ceniza volcánica enviada por el Popo, como en los viejos tiempos, cuando el Valle Esmeraldino era una joya reluciente, magnífica, de clima y ambiente paradisiacos, por ahora perdidos sin retorno posible. Lástima por la ceniza desperdiciada, así como la sequía y el saqueo del agua que hará,  de Tecocomulco, un lugar desértico pronto y, Tulancingo pagará caro el descuido  de ese tesoro que fue el cráter volcánico donde creció la enorme Laguna de Tecocomulco, cuyos celosos últimos guardianes fueron Celso Marroquín Perea, de Tulancingo y Óscar Bravo Santos, de Singuilucan.

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Tecocomulco agoniza, sin que nadie haga nada para evitar y revertir semejante crimen ecológico, como otros que van transformando la vida de un estado de Hidalgo falyeciente (con todo y nuevo bigotito y repintado pelo) por dónde se quiera observar. Poco valen plantas de gran capacidad industrial como la cervecera recién instalada en Apan, cuyos pronósticos prometen riqueza para los que con ella colaboren, sean cultivadores de cebada, fleteros,  obreros y, al final, consumidores de chelas por el mundo todo, si en el tránsito rumbo a la modernidad y la riqueza  arrasan con los prodigios naturales como era Tecocomulco antes  de caer en las redes de la CONAGUA y su programas enfocados  a las grandes-sedientas-urbes, a costillas del resto de los afectados por ese “Progreso Improductivo”, dijera Gabriel Zaid.

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*José Luís Borges… el palabrista

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