BREVE RESEÑA HISTÓRICA

    Período prehispánico   

    Se inicia a mediados del siglo X, precisamente cuando una de las tribus toltecas que erraban por diferentes sitios buscando un lugar donde establecerse, fueron atraídos por este lugar por su altura indispensable para la defensa, su excesiva vegetación que les brindaba suficiente alimentación y agua, y la compañía de miles de aves que alegraban su vida cotidiana por lo que lo denominaron TOTOLTEPEC (cerro de los pájaros).

    En tos grupos se dedicaron al cultivo de la tierra, a la caza, pero también a la conquista, dominaron pronto varios pueblos circundantes.

    Traían ya una cultura que fue adecuándose a su nueva situación, pero las costumbres religiosas sobre todo toltecas, por eso cuando Grijalva describe los sacrificios que efectuaban para satisfacer a sus dioses hay que creerlo. Entre sus dioses tenemos:

    MUYE - Dios de la Lluvia o Agua

    TOTA - Padre Viejo Dios del Fuego

    OCHADAPO - Dios de los Montes.

    EDAHI - Dios del Viento o Aire.

    TEZCATLIPOCA - Dios del viento de la noche. Que sin tener una forma definida en especial era al que temían y por el cual hacían sacrificios para evitar su disgusto.

    Y muchos otros más.

    Tenían un año de 18 meses de 20 días más cinco días adicionales que consideraban muertos.

    Celebraban el día 2 de Febrero el primer día del año, ceremonia muy fastuosa que los sacerdotes presidían.

    El señorío de Tutotepec estaba sometido al igual que el de Metztitlán a los chichimecas -algunos autores los consideran independientes- durante el reinado de Quinatzin cuarto rey de los chichimecas, estas dos provincias se sublevaron a su yugo, siendo el mismo rey el que salió a someterlos. La batalla se libró en Tlaximalco, pero ya los tuteños estaban advertidos de que, de no presentarse al combate, sus pueblos serían arrasados. "Dioses allí la batalla y se peleó con tan notable ardor de una parte y otra, hasta la noche, que dividió los ejércitos dejando indecisa la victoria. Así se continúo por 40 días en frecuentes encuentros, en los cuales, aunque lograba siempre mayores ventajas el ejército real, no perdía su valor el de los rebeldes para nuevos combates; pero reconocimiento finalmente en la mortandad y disminución de su gente el inminente riesgo de su total ruina, se rindieron al rey, el cual, perdono su delito a los pueblos, hizo un castigo ejemplar en los autores de la rebelión.

    Durante el siglo XIV los tepacnecas (Azcapotzalco habían conquistado ya gran parte del valle de México, y también Xaltocan por lo que su rey decidió establecerse en Metztitlán, ya que también le correspondía este reino, otros grupos otomíes decidieron establecerse en Tutotepec, para no caer en poder de los tepacnecas. Posteriormente llegaron más grupos otomíes-mazahuas que se establecieron por la misma zona abarcando desde Atotonilco hasta Huayacocotla.

    Eran muy buenos para la cacería de la cual vivían, pero también practicaban la agricultura.

    Conquista

    A la llegada de Hernán Cortés los habitantes de Tutotepec habiéndose enterado de la conquista, enviaron mensajeros al conquistador para ofrecer como súbditos; sin embargo poco después, cuando Hernán Cortés prosiguió con la conquista, fue avisado que el pueblo de Tutotepec y Metztitlán se habían rebelado a Cristóbal de Tapia por el mal trato que les daba y no sólo eso, sino que también habían soliviantado a otros pueblos, y aquellos que se mantenían fieles a los españoles eran quemados, matando a mucha gente.

    Envió Hernán Cortés un capitán con 30 de a caballo y cien peones -ballesteros, escopeteros y rodeleros- apoyados por otros indios amigos, después de varios encuentros, los rebeles voluntariamente fueron a pedir la paz, por lo que no se les castigó.

    Sin embargo estando Cortés en la conquista del Pánuco le llegó la noticia de que los de Tutotepec nuevamente se habían levantado en armas. Cortés abandonó su expedición para dirigirse a esta zona y someter a los rebeldes, la lucha tan desigual dió la victoria a los españoles, el señor de Tutotepec fue ahorcado junto con otro cacique, pero caro les había salido el ajusticiamiento ya que, perdieron varios caballos, que habían reventado por el esfuerzo y por luchar en sitios de cerrada vegetación.

    Los prisioneros, que fueron unos 200, se herraron y se vendieron en subasta pública, entre los mismos españoles. Una vez pagado el quinto real, el resto se repartió entre los soldados "aunque no hubo para pagar el tercio de los caballos que murieron, porque por ser la tierra tan pobre, no hubo otro despojo". Dejo el conquistador algunos indios amigos e impuso al hermano del señor de Tutotepec (de los que no nos indican sus nombres) como tal, pero los españoles por ser tierra tan pobre, abandonaron el hogar.

    La Colonia.

    (Se le dió el nombre Santa Maria Magdalena Tutotepeque).

    Los españoles ya no se volvieron a preocupar de los habitantes de Tutotepec, que continuaron con su misma forma de vida, pero ya se había iniciado el reparto de la encomienda, quedando como primer encomendero de este lugar don Manuel Tomás.

    Fueron los frailes agustinos, que llegaron a la Nueva España en 1533 quienes realmente poblaron esta zona con iglesias y conventos. Bajo la Jurisdicción del convento de Atotonilco el Grande quedo Tutotepec comisionado a Fray Alonso de Borja para catequizar esta zona.

    El Fraile Borja recorría estas grandes distancias a pie, por zonas peligrosas por su orografía, y más en épocas de lluvia. Pero si la serranía era problema, no lo era menos la lengua. El otomí se habla con los sonidos nasales y guturales, que no tienen escritura por lo que se hace difícil su aprendizaje. Borja sin embargo, no sólo lo aprendió sino que también oficiaba las misas en esa lengua para que asistieran y participaran los indios.

    Poco a poco fue ganándose a los indios, y a pesar de los grandes recorridos que tenia que hacer, daba misa lo mismo en Atotonilco que en Tutotepec, bautizaba, platicaba con los indios, los asistía en sus enfermedades, les enseñaba a orar, etc. Fue el primero que introdujo cantar las oraciones en las iglesias y en las cruces de las esquinas.

    El fraile Borja, cuando se sintió muy enfermo, regresó a Atotonilco, como siempre, caminando, sin ayuda. Se despidió de los indios con un sermón  se fue a la capital donde murió en 1542.

    Su huella quedaba impresa, los indios se habían evangelizado. Se construyó la primera iglesia, al parecer cuando aún no terminaba ese siglo, para ello utilizaron la mano de obra de los indios, tuvo el nombre de Los Santos Reyes, que cambiarían después por el de Santa María Magdalena.

    Continuador de las obras de Borja fue el padre Iván Pérez que preocupado por los vecinos e Tutotepec recorría incansablemente toda la zona hasta Huayacocotla, hablaba el otomí perfectamente y se hizo querer por los indios. Aunque la humedad de la tierra provocó que se le tulleran las piernas por andar descalzo, y recorrer a pie toda la zona, continuó trabajando sin quejarse, hasta que le fue imposible hacerlo Murió en 1579.

    Cabe destacar que Tutotepec, Achiotepec, Huehuetla y Tenango pertenecían al obispado de Puebla.

    La serranía sin embargo siguió poblada en su mayoría por indios, el mestizaje fue mínimo, ya que esta zona no tenia riquezas fácilmente explotables. Casi inmediatamente se inició la tasación cuánto debían de pagar los indios de tributos, una vez establecidos, el pago se hizo en dinero, en mantas, aves, miel, y otros productos.

    Aquellos indios que se rehusaban a pagar al encomendero l que les pedía por permitirles cultivar en sus, ahora, tierras eran hechos prisioneros y conducidos a Tulancingo, suceso muy frecuente por el inconformismo, ya que estas habían sido sus tierras. En 1564 la viuda doña María de Mendoza encomendera, viendo la inutilidad de tal sanción solicito se reestudiara esta situación. En respuesta se ordenó la aprehensión de estos sujetos en el mismo Tutotepec, para no ocasionarles males mayores, ya que , si eran llevados hasta Tulancingo, aparte de no poder pagar, llevaba mucho tiempo de juicio, y sus cosechas se perdían.

    Para enero de 1580 se había establecido cuanto debían percibir anualmente los funcionarios según su cargo, a saber: el cacique ($40) que era Dn Francisco de Velasco, el gobernador ($40), dos alcaldes ($10 c/u), cuatro regidores ($8 c/u), el principal que era Miguel de Chávez ($20), mayordomos ($8).

    Tutotepec, fue nombrado cabecera de los pueblos aledaños. Dependiendo de la jurisdicción de Tulancingo, éste pueblo, a la provincia, (después intendencia), de México.

    Varios pueblos de la sierra de Metztitlán entre ellos Tutotepec, Huauchinango, Pahuatlán, Xacatepec, etc., fueron abastecedores de la pita necesaria, para la jarcia de los barco españoles, d estos lugares se llevaba a la capital a lomo de caballo y de ahí pasaba a los puertos.

    Como Tutotepec tenia maderas preciosas, fue seleccionad para aportar las necesarias en la construcción de las iglesias y conventos. En 1590 tuvo que dar madera suficiente para sacar 500 vigas, a lo cual sus habitantes no se opusieron, sin embargo, los sujetos enviados a seleccionar los árboles, cortaron más de las necesarias, y de no haberse quejado los de Tutotepec en Tulancingo estos hubieran continuado, ya que sólo se detuvieron cuando llegó la orden terminante, que sólo estorbaban, y que era necesario se abstuvieran de intervenir.

    Los indios tenían que llevar cargando hasta la capital los tributos, que como dije consistían en mantas, que aparte del peso que implicaba hacerlo, les llevaba varios días transportar la mercancía y regresar al pueblo, por si esto fuera poco, cuando llegaban a la capital los compradores de estos productos los querían obligar a que sirvieran e tamemes (cargadores) mientras ellos realizaban su venta. La queja que hicieron ante las autoridades fue de gran utilidad, ya que se dio la orden, de que los indios sólo debían poner su tributo en la cabecera.

    El encomendero en octubre de 1591 era don Diego Rodríguez Orozco.

    Probablemente las condiciones de vida en Tulancingo que no se protegiera en Tototepec a los fugitivos, pues estos no querían pagar sus tributos y de esta manera pensaban evadirlos, pero los tuteños no hicieron nada para que regresaran los otros a su lugar de origen, después de varios fracasos, se acusó al gobernador (Francisco de Velasco), al regidor (Pascual de Agurto), a Nicolás Tolentino y a Lucas Tecxolo Tequitlatos, de haberlos escondido y protegido, de tal manera que se giró orden de aprehensión contra ellos, sino regresaban de inmediato los de Huayacocotla, y así si regresaron.

    Los de Huayacocotla antes de partir solicitaron autorización para recoger sus productos, que ya habían cosechados, lo cual les garantizaba regresar con algo productivo.

    Los impuestos en ocasiones eran verdaderamente gravosos, por lo cual se le exceptuaba de dar otras aportaciones, como por ejemplo las que necesitaba la iglesia, así poco a poco se iban quedando ciertas costumbres como leyes, y cuando se pretendía  lo contrario no se hacían esperar las quejas.

    Otras comisiones llegaron hasta Tutotepec para solicitar que regresaran a los indios que no estuvieran matriculados ahí. Es realmente interesante como durante la colonia, los indios aprovecharon los caminos por demás escabrosos de la sierra para huir de un lugar a otro, de las diferentes comunidades, ya que también los de Tutotepec lo hicieron a otros poblados. Caminos que serían utilizados por los insurgentes durante la guerra por la independencia.

    A mediados del siglo XVII se estaban haciendo varias obras de desagüe en Zumpango, por lo que se solicitó a Tulancingo, que los indios pagaran con sus servicios personales en dichas construcciones. Efectivamente se mandaron varios indios, pero unos se dieron a la fuga, muchos tuvieron que trabajar, otros murieron o enfermaron gravemente por se de tierras más frías, por lo que se pidió que si era menester hacer un trabajo de esa índole por lo menos, fuera en un lugar más cercano a su poblado, de lo contrario, seria más la mortandad que la ayuda, lo cual estaba probado y así se hizo.

    Esto y otras cosas hacían muy pernicioso el sistema político a los tuteños, ejemplo es el hecho que carecieran de cárcel en el pueblo. Los acusados o aquellos que apenas eran sospechosos se tenía que llevar hasta Tulancingo fueran o no graves los delitos cometidos. Para resolverlo se determinó que sólo los casos graves, fueran motivo de aprehensión y conducidos a Tulancingo, y los leves fueran resueltos por las autoridades locales.

    Autoridades de Tutotepec en 1656 con los siguientes cargos:

    Nicolás de Velasco            Gobernador

    Agustín de Tolentino           Alcalde

    Nicolás de Santiago            Regidor

    Baltasar de León                Alguacil Mayor

    En Tulancingo residía el Alcalde mayor y los pueblos como Tutotepec se les denominaba Repúblicas de Indios, y tenían un gobernador. Tulancingo estaba compuesto por siete R e p ú b l i c a s  d e  I n d i o s,  Atotonilco,   Zinguilucan, Acaxochitlán, Huascasaloya, Acatlán, Tutotepec, y Tenango.

    Como cabecera Tutotepec tenia 14 pueblos sujetos a ella: Santa Cruz, San Miguel, San Juan, Santiago, San Jerónimo, San Sebastián, San Mateo, San Bartolomé (San Bartolo), hoy pertenecientes al municipio de San Bartolo, San Cornelio, San Pedro (Municipio de Agua Blanca). San Gregorio Xococapan, San Lorenzo (antes San Andrés), San Ambrosio (pertenecientes al municipio de Huehuetla), y Santa Catarina.

    Varios pueblos desaparecieron, porque fueron obligados a reunirse con otras pequeñas comunidades, entre esos inclusive Metepec corrió ese peligro cuando le fue ordenado que se reuniera con otros, pero solicitaron que no los removieran árboles de nogales, maizales y otras frutales se perdían, excusa utilizada para reagruparlos, estaba muy cerca y ahí podrían escuchar misa, además de ser el camino obligado para Tutotepec, por otro lado sólo les ofrecían 25 brazas en otro sitio lo cual era insuficiente para ellos. Todo lo anterior evitó que no se moviera a Metepec, como aún hoy lo podemos apreciar.

    En 1791 hubo un gran revuelo, ya que los indios de Tutotepec, Tenango y Achiotepec, reclamaron porque el monto e los impuestos que ascendía a tres pesos y un real para los casados y doce reales y medio los solteros era superior a los exigidos en Tulancingo, en donde pagaban los indios, solo 18 reales los casados y 9 y medio los solteros, la situación se había tornado crítica para los indios, que estaban pasando por tiempo difíciles, escaseaba la siembra y ya no se podía comerciar con el algodón, porque ya no había. Después de comprobarse la situación por la que atravesaban los indios, decidieron las reales audiencias reducir los impuestos a la misma cantidad que pagaban los de Tulancingo.

    Estos pueblos fueron censados varias veces durante el siglo XVIII (1716, 1746, 1791, 1798), pero el más completo es precisamente el último de ellos. En el de 1746, dice que está administrada la iglesia por padres agustinos, cuya feligresía se compone de 952 familias de indios.

    En diciembre de 1774 se llevó a cabo el juicio de residencia de don Pedro José de Leos, alcalde mayor de Tutotepec, durante el juicio se le acusó junto con sus tenientes don José de Ballesteros, don Joaquín de Arconte y don Francisco del Valle, de abusar de los indios, explotarlos, exigirles más de lo que el repartimiento marca, azotarlos, encarcelarlos, etc.

    Los tuteños estaban representados por el Lic. Don Miguel Antonio de Oro. Solicitaron varios testigos entre ellos al padre que tuvo que vender a su hijo, para pagar el repartimiento, ya que este era pagado en dinero o en especie, es decir, los tuteños daban a cambio productos que una vez que se vendían retribuían el dinero que se debía cobrar.

    Los pueblos de Tenango, Tutotepec y Huehuetla, tuvieron que soportar sus injusticias, ya que, el acusado impuso a sus secuaces: el teniente Joaquín de Arconte y Francisco del Valle, para que por la fuerza evitaran que se reconocieran a las autoridades que eligieron los vecinos de dichos pueblos, era tanto su abuso, que inclusive exigían que fueran los vecinos los que pagaran los gastos de los pardos -guardias que siempre le acompañaban.

    Cuando llegaba el repartimiento de animales, que les hacia el gobierno virreinal, a las comunidades más pobres sólo les llegaban mulas viejas, enfermas flacas y hasta cojas, las cuales tenían que pagar como si fueran sanas, fuertes y grandes.

    El alcalde para defenderse de las acusaciones que le imputaban sacó a relucir que los tuteños años atrás habían descalabrado al párroco del lugar, sin decir lo que sucedió realmente: el teniente Arconte había querido tomar prisionero a una persona injustificadamente, por lo que, los vecinos lo defendieron, pero como se fue a proteger en la iglesia, una de las piedras lanzadas contra él le dio al sacerdote. También los acusó de idólatras, ya que seguían practicando ritos de brujería.

    Después de dos años, se determinó la culpabilidad de Leos, el cual tuvo que pagar todos los gastos ocasionados por el juicio, además de algunos reclamos, hechos a su persona, para ello tuvo que vender algunas propiedades, y se le llamó la atención por su morosidad en los pagos.

    Entre los datos curiosos de este juicio, está la mención de una horca, utilizada según el acusado por los indios en contra precisamente de los clérigos, mientras ellos decían que el alcalde mayor la había mandado construir para castigarlos.

    Por la extensión de la zona se crearon otros dos curatos, en las cabeceras de Huehuetla y San Lorenzo, aparte de las ya existentes en Tutotepec y Tenango.

    En circular de 1793, se ordenó que a partir de esa fecha, quedaban prohibido los servicios personales de los indios a su cura y que éstos se tenían que arreglar con el arancel impuesto a los indios para las iglesias.

    En circular de 1793, se ordenó que a partir de esa fecha, quedaban prohibidos los servicios personales de los indios a su cura y que éstos se tenían que arreglar con el arancel impuesto a los indios para las iglesias.

    Esta disposición creó serios problemas, porque los tuteños dejan de hacer los servicios personales rápidamente, pero el cura don Pedro José Moreno, les exigió que lo siguieran ayudando aparte de pagar el arancel, impuesto a los indios para las iglesias.

    Esta disposición creó serios problemas, porque los tuteños dejan de hacer los servicios personales rápidamente, pero el cura don Pedro José Moreno, les exigió que lo siguieran ayudando aparte de pagar el arancel, mismo que en muchas ocasiones no tenían dinero para pagarlo, y así a pesar muchas ocasiones no tenían dinero para pagarlo, y así a pesar de too querían cumplir dando a cambio pavos, gallinas o calcetas, el cura lo aceptaba, además también les pedía la cera y el vino para cada misa, según la conmemoración. Se abrió un juicio contra el cura Moreno papeles iban, papeles venían, se citaban testigos y lógicamente sus traductores, se acusaban mutuamente, se desdecían, etc.

    El sacerdote acusó a los indios de no reparar la iglesia cuando esta se había quemado (1789) pero era evidentemente que los indios no tenían elementos para efectuarla. La misa era sólo una vez al mes, lo cual implicaba para los indios también un gasto a que el sacerdote quería que todo lo aportaran los indios.

    Después de muchos meses de litigio, se dispuso que tanto los indios, como los curas debían acatar las disposiciones, y ni uno abstenerse de sus obligaciones, ni el otro abusar de su cargo: En bautismos dos reales por la vela y dos por  capillo, en entierros cuatro pesos y el cura debería ir con el cadáver y asistir a los entierros. Los indios también fueron amenazados, porque si se volvía a tener quejas de ellos se procedería con el mayor rigor para su escarmiento.

    En el censo de 1791 había sólo en Tutotepec, sin tomar en cuenta sus pueblos:

        30 españoles

        47 castizos   

       115 mestizos

       192    Total

    Para el censo del 1792, había un total de 1,229 personas.

    En cada censo se hacía una clasificación, según su utilidad, dada por su estado civil, el soltero (mayores de 16 años) y viudo sin hijos, se les denomina personas útiles de la clase, el casado sin hijos de segunda clase, el viudo o casado con hijos, de tercera clase.

    También se marcaban a los exentos, las causas eran, vejez, incapacidad física, viudas que no tuvieran quienes las mantuvieran y aquellos que habían sido o eran gobernadores o alcaldes.

    Para la última década del siglo XVIII, se bajaron los impuestos en esta jurisdicción a un real los casados y a medio real los viudos y los solteros.

    En un principio, en estos censos, se aclaraba incluso a que casta pertenecía.

    Según la matrícula de 1797 había en Tutotepec y sus pueblos 6,199 tributarios enteros y 2,239 medios; los enteros pagaban un real y medio y los medios nueve gramos.

    En Enero de 1800 se enviaron a la real hacienda por don Juan Arellano, a través de su apoderado, la cantidad de $2134 procedentes de Tutotepec y Tenango, de los demás gobiernos y partidos no hubo existencia alguna.

    El 15 de Abril de 1803, hubo un incendio que consumió 37 casas, 10 trojes medianas de mazorca, y las semillas de maíz, frijol, chipotle, lillón algodón, etc. Costó la vida de Nicolás García que trataba de ayudar a rescatar las cosas, en la casa de Andrés de San Agustín hasta la plata se derritió.

    Este percance afectó enormemente la economía de los vecinos por lo que se solicitó a las autoridades de Tulancingo, que por lo menos a los afectados en el incendio, se les eximiera del pago de contribución. Como las autoridades de Tulancingo no pudieron resolver nada a favor de los indios, estos fueron a la capital, mas pronto de lo que nos podamos imaginar, en donde se estudió el caso.

    Solicitaron los indios, que para que no hubiera pérdida en la Real Hacienda se utilizaran  los bienes  de la comunidad que se hallaban en el juzgado de Tulancingo, se extrajeran los tributos y si fuera posible otra parte se la dieran a los damnificados para reconstruir sus casas, reponer sus semillas, etc., ya que quedaron en la menor pobreza.

    Al iniciar las investigaciones pertinentes, se dieron cuenta de que el incendio había sido provocado. La búsqueda del culpable, hizo que afloraran todos los rencores, sobre todo de los afectados, y aquello se  convirtió en un mar de acusaciones. Después de muchas investigaciones, vino a quedar como principal sospechoso de provocar el incendio José Guzmán, ex gobernador y yerno del actual gobernador Juan  Tolentino que fue precisamente quién lo acusó.

    José Guzmán fue hecho prisionero y enviado a Tulancingo, para juzgarlo. Se le nombró un defensor, quien presentó los testigos pertinentes, que careados unos contra otros se llegó a demostrar la inocencia del acusado. La verdadera culpable del incendio, fue otra hija -Cristina- del gobernador, la que jugando con su amasio lo provocó.

    Terminada la investigación don Juan Tolentino tuvo que pagar $100 a Don José Guzmán por los daños que sufrió en prisión, pagó la fianza de Cristina para que ésta no fuera a la cárcel.

    La causa real de la investigación, que fue la reducción o extensión del pago de impuestos, no se aceptó por la Contaduría General de Retasas, porque las casas de estos las podían reconstruir fácilmente, ya que sólo eran chozas de madera. Aunque cabe aclarar que ya los indios habían pagado sus impuestos. Cerrándose el caso en Noviembre de 1804.

    En 1804 los bienes de comunidad en Tutotepec ascendieron a $99 y 6 reales.

    La vida transcurría tranquilamente, los tuteños habían terminado la reconstrucción de sus casas afectadas y cultivaban sus tierras.

    La Independencia

    La independencia se inicio en la zona de Hidalgo en los pueblos de Huichapan e Ixmiquilpan acaudillados por los Villagrán y por los Anaya, sin embargo estos cabecillas, al ser perseguidos, buscaron otras zonas para refugiarse o bien para ampliar la lucha.

    Tulancingo era la cabeza militar de esta zona, comandada por Francisco de las Piedras, quien fue removido de su anterior posición en Puebla, para auxiliar a las fuerzas realistas de Tulancingo. El movimiento independentista se fue esparciendo y enriqueciendo con nuevos insurgentes, a la vez que se acosaba Tulancingo en un intento inútil por tomarla.

    Santa Ana. Metepec y Apulco, se convirtieron en los focos donde se luchaba, y hacia ahí se dirigieron los realistas para acabar con ellos. Nuevamente los insurgentes huyeron buscando lo intrincado de la sierra, siendo uno de los focos Tutotepec.

    La venta de Apulco fue el punto de contacto entre la sierra y el llano. En la venta descansaban y pernoctaban aquellos que todavía les quedaba un largo trecho por recorrer, o durante el día de tianguis que se abastecían de recaudo para la semana. Sitio que durante la guerra fue ocupado por realistas insurgentes.

    En Junio de 1812 procedente de Huayacocotla llegó el señor francisco Xavier Barbosa, comisionado por don Julián Villagrán para buscar a la persona más adecuada para que levantara en armas al pueblo. El cargo se lo dieron al cura don José Antonio del Castillo con el grado de coronel americano, ya que a partir de ese momento tendría la obligación de formar su propio ejército, y buscar otros pueblo donde iniciar la revolución. Como no había dinero que alcanzara, debía llevar libro de registro de ingresos y egresos, donde anotaría lo que obtenía voluntariamente, y también lo que conseguían de los botines.

    Los insurgentes que venían huyendo se enteraron que Tutotepec había sido tomada por sus compañeros, y ahí podía brindar refugio seguro, tomándolo como punto de partida muchas veces, o como punto final de sus correrías, por lo escarpado del sitio.

    Los realistas sabían  que los insurgentes debían de tener un refugio cómodo y seguro, pues muchas veces en sus persecuciones, sobre todo en la zona de Apulco, San Pedrito, San Cornelio, se les escapaban fácilmente, al tomar caminos que solo ellos conocían, esconderse en escarpadas montañas, o simplemente desaparecer, como si la misma naturaleza los protegiera.

    Fue precisamente el cura de Tutotepec, el que les va a dar la pista, al presentarse en Tulancingo, solicitando el indulto ofrecido. El cura José Antonio del Castillo al solicitarlo, explicaba la causa de su unión con los insurgentes, este dijo, fue obligado por las circunstancias ya que temía que los vecinos se sublevarán contra los insurgentes y se ocasionaran muertes innecesarias. Piedras le dio el indulto.

    Mientras el cura de Tenango, Francisco Antonio Velasco originario de Tutotepec, sustituyó al cura rebelde a la vez que hacía labor de convencimiento, para que los vecinos de este lugar y de San Bartolomé se acogieran al indulto.

    Los vecinos le explicaron al comandante Piedras que ellos realmente no querían unirse al movimiento, pero su fisal mayor Nicolás Tolentino y su alcalde Juan Castro, los incitaban a luchar, no permitiéndoles solicitar el indulto. Los vecinos le tenían miedo a Nicolás Tolentino, inclusive dijeron que tenía tratos con el demonio, sin embargo los indios se las ingeniaron para hacer llegar una carta a Francisco de las Piedras para que les diera el indulto. Como habían dado una fecha límite para hacerlo y ésta ya había pasado, Piedras solicitó al virrey consejo, diciendo que era un punto tan estratégico, que más valía que los tuteños estuvieran de su lado. En la contestación el Virrey, dejaba a su criterio la actitud más apropiada, pero los acontecimientos se sucedieron tan rápidamente que los tuteños, no recibieron el indulto.

    Mientras el cura de Tenango, Francisco Antonio Velasco originario de Tutotepec, sustituyó al cura rebelde a la vez que hacía labor de convencimiento, para que los vecinos de este lugar y de San Bartolomé se acogieran al indulto.

    Los vecinos le explicaron al comandante Piedras que ellos realmente no querían unirse al movimiento, pero su fiscal mayor Nicolás Tolentino y su alcalde Juan Castro, lo incitaban a luchar, no permitiéndoles solicitar el indulto. Los vecinos le tenían miedo a Nicolás Tolentino, inclusive dijeron que tenía tatos con el demonio, sin embargo los indios se las ingeniaron para hacer llegar una carta a Francisco de las Piedras para que les diera el indulto. Como habían dado una fecha límite para hacerlo y ésta ya había pasado, Piedras solicitó al virrey consejo, diciendo que era un punto tan estratégico, que más valía que los tuteños estuvieran de su lado. En la costentación el Virrey, dejaba a su criterio la actitud más apropiada, pero los acontecimientos se sucedieron tan rápidamente que los tuteños, no recibieron el indulto.

    El Insurgente Francisco Osorno, que era brigadier, organiza esta zona, bajo las órdenes de Ignacio López Rayón, y envía a Tutotepec a Andrés Omaña, con el titulo de comandante en jefe de esta sierra. Se supo que Omaña y sus hijos eran personas muy crueles y sangrientos, sobre todo con los prisioneros.

    A solicitud del propio Omaña fue ratificado en su cargo por Rayón.

    El realista Antonio del Callejo, comandante de la sierra, que se encontraba en Apulco, buscó el momento propicio para atacar Tutotepec, de tal manera que, cuando se enteró que habían salido de este lugar los insurgentes, preparó una fuerza de 120 hombres, de los cuales únicamente 47 tenían fusiles, para salir a su encuentro. Tomaron posición en la cuesta del Potro, (seguramente es la por la cumbre del Muridores),  paso seguro que tenían qué tomar los rebeldes, para ocultarse por los terrenos que sólo ellos conocían, sin embargo los rebeldes no pasaron por ahí, buscándolos llegaron hasta Zacualtipán y pueblos aledaños sin hallarlos, la desesperanza hacía estragos en los realistas, y a tanto perseguirlos lograron toparse con un grupo pequeño de insurgentes a los cuales les hicieron 10 muertos, persiguiendo a los que se dieron a la fuga pasaron por San Pedrito, más al llegar a San Cornelio se dispersaron los insurgentes perdiéndoles el rastro.

    El cura que llegó a Tutotepec, (don Santiago Juan de Sevilla) al parecer tenía peores vicios que el anterior, pues solicitaron su cambio inmediatamente. Debido a eso le dieron la oportunidad al cura José A. del Castillo de volver a ejercer su cargo e Tutotepec, bajo una estrecha vigilancia, por supuesto.

    En Febrero de 1813, Andrés Omaña fue sustituido por don José Grajeda, debido a que los resultados habían demostrado que los tuteños, estaban pronto a unirse a la causa enemiga, motivados por el abuso en sus funciones de este sujeto. De nada sirvió que culpara de estas sublevaciones al Gobernador Velasco, fue removido en su cargo, y cambio su campo de acción a Huayacocotla, desde donde hacía sus correrías hasta la Hacienda de San Pedro de las Vaquerías.

    Otro punto intermedio entre Huayacocotla y Tutotepec,  es Tlachichilco, lugar donde se refugiaban los cabecillas Omaña, Barrera, Juan Trejo, González y otros.

    A principios de 1814, muchos rebeldes que habían sido desalojados de Apulco, se encontraban en Tutotepec, escondidos de Apulco, se encontraban en Tutotepec, escondidos en el cerro del Gato, hacía donde Callejo, (comandante de la sierra) se dirigió con su tropa, rodearon el cerro, actitud que esperaban los rebeldes fuera tomada por los realistas, para que al encontrarse en esta posición les desbarrancaran las piedras suelta. Sucedió tal como lo esperaban los insurgentes; pronto enormes piedras eran dejadas caer sobre los enemigos, llevándose a su paso, arbustos y gran cantidad de tierra, Callejo y sus hombres tuvieron que darse a la fuga para poder escapar de una muerte segura. A salvo el comandante de la sierra le ordenó al capitán Solares que con 40 infantes se ocultara a la orilla del camino, para que cuando los insurgentes pasaran, quedar tras ellos y se encontraran entre dos fuegos. No tardaron mucho los insurgentes en darse cuenta de la emboscada que los realistas les habían preparad, pero demasiado tarde para retroceder a tiro de pistola, murieron seis insurgentes de balas y otros más desbarrancados.

    De ahí los realistas se dirigieron a Tutotepec en donde descerrajaron las puertas del curato, para dar alojamiento a la tropa, como sus habitantes no estaban, sacaron algunos objetos de la iglesia para que no se los robaran y se los dieron en depósito al cura de Molango (Dr. Luis Guzmán) quién los acompañaba voluntariamente en calidad de capellán.

    Estando en Tuto se enteraron que el cura de este lugar se encontraba en San Bartolomé donde se aprestaron a marchar, pero se detuvieron un poco, para que el cura Guzmán le diera el indulto al cabecilla Torrejón y otros 12 insurgentes que se presentan a solicitarlo.

    Por las inmediaciones, tomaron tres prisioneros, entre ellos, el capitán americano Velasco.

    Omaña, Barrera y González tratando de evitar a Callejo y a sus hombres habían llegado a San Bartolo, lugar al cual se dirigía Callejo, al llegar a este sitio, fue informado por el cura de Tuto que sus perseguidores se habían retirado a Tenango, pues necesitaban refuerzos que fueron a pedir a Zacatlán. Los realistas regresaron a Tutotepec donde se le devolvieron al cura los objetos religiosos, que había recibido el de Molango. En el curato, lugar que utilizaba como vivienda el desertor de dragones Manuel Islas, se encontraron 3 guarniciones de sables y municiones.

    La forma utilizada por los rebeldes en la sierra, a base de hacer grandes zanjas, despeñar piedras, colocar grandes árboles que les servían de parapetos, atacar en pequeños grupos diferentes poblados, para distraer al enemigo del punto central, etc., les da muy buenos resultados, obligando a los realistas a moverse constantemente.

    En Junio de 1814 se realizó una expedición al mando de Callejo, apoyado por José Ma. Luvián recorrieron desde San Pedro de las Vaquerías hasta San Pedrito, pero sin resultados positivos, por lo que pasaron a Tutotepec, para ver si ahí estaban, pero no encontraron a ningún insurgente. En este lugar los realistas tomaron de los vecinos los animales necesarios para alimentarse, ya que durante varios días se la habían malpasado racionando sus alimentos. Después salieron, para proseguir con la búsqueda de los insurgentes, recorriendo diferentes lugares de esta zona. Piedras, el comandante de Tulancingo, se percató que Tutotepec era un punto estratégico en la Sierra y solicitó al Virrey la creación de una guarnición en este sitio, que era usado como una vía de escape. Para que el Virrey comprendiera exactamente la situación, le envió un mapa detallándole, cuales eran los puntos realistas  y cuales los insurgentes. La contestación del Virrey Calleja fue negativa a su propuesta, por lo que Piedras decidió crear el destacamento por su cuenta, pagándoles de su bolsillo a los soldados.

    En febrero de 1815, después de haber incendiado la hacienda de San Pedro de las Vaquerías y haber asesinado a su guarnición, los rebeldes huyeron penetrando en la Sierra, tras de ellos fue José María Luvián que se internó por la Sierra de Tutotepec llegando a la barranca del Chiflón.

    En junio de 1815 fue atacado por los insurgentes el pueblo de Achiotepec, desalojados de Mesa de Corneles. Tomaron prisionero al padre Vicente José García, los vecinos abandonan el pueblo, y su alcalde fue a pedir ayuda a Ixhuatlán de donde se envió a José Manuel Hinojosa.

    Al llegar Hinojosa los insurgentes ya no se encontraban ahí, recogió los objetos religiosos y el dinero que no se habían robado. Investigando, tomó prisionero a un sospechoso, que les había avisado a varios de la entrada de los insurgentes al pueblo, y que resultó ser pariente de uno de los rebeldes. Hinojosa dejó una pequeña guarnición y regresó a Ixhuatlán, al ver que los insurrectos ya no se habían presentado.

    Estando en el cuartel de Tutotepec, Luvián envió a parte de su gente para que consiguieran víveres en Apulco, en la cumbre de Agua Bendita, se regresaron 20 hombres con tres tercios (tercio es la carga que lleva a cuestas una persona) que el día anterior habían dejado en el camino, mientras que otros 20 continuaron su camino a Apulco por otros cinco tercios que ahí se hallaban. Pero los hombres del rebelde Inclán los estaban esperando emboscados en el camino, siendo tan pocos los tuteños no presentaron combate y sólo lograron escapar cinco de ellos, que fueron los que le informaron a Luvián lo que había sucedido. Días después Piedras se enteró que 13 prisioneros que llevaba Inclán habían pasado por las armas, y que otros dos habían sido asesinados impunemente, junto con dos arrieros que habían sorprendido en el camino de Tutotepec a Apulco.

    Luvián fue nombrado comandante militar de Apulco y se le franquearon 50 hombres, para que los situaran en Tutotepec, cuya localidad era la mejor colocada para impedir que las gavillas se internaran en la sierra.

    Las batallas continuaron muy cerca de Tutotepec, ya en Tlachichilco, ya en la barranca del Chiflón, o por San Lorenzo.

    Otro d los cabecillas insurgentes era Lagos, quién movía con frecuencia su residencia por lo que no habían logrado hacerlo prisionero, Luvián llegó a Tutotepec, en busca de unos cabecillas que se encontraban ahí: el capitán americano José Mariano García, Comandante de Tutotepec,  Francisco López, gobernador de dicho pueblo, al tomarlos prisioneros y a otros 10, se enteró que ahí vivía Lagos, por lo que fue a buscarlo a las casas de este cabecilla y de Sánchez, pero éstos se encontraban fuera realizando una de sus tantas correrías, y solo encontraron al padre y hermano de Lagos, a las amasias de Sánchez y Nicolás Islas con otras mujeres, lo cual hizo suponer a Luvián que Lagos tenía su residencia en este lugar, no en Huayacocotla. Luvián regresó a Apulco.

    Luvián persiguiendo a los insurgentes recorrió Agua Zarca, Metepec, pero todo fue inútil, no lograron una derrota definitiva sobre ellos. Estando en esta campaña, le llegó la orden de que se dirigiera a Tutotepec, porque ahí se encontraban los rebeldes. Avanzó a marchas forzadas, pasando a Apulco sólo a aprovisionarse y a cambiar los animales que se encontraban en peores condiciones que ellos.

    El día 4 de Enero de 1816 llegó a Tutotepec ocupándolo de inmediato, aprovechando que los insurgentes no estaban ahí. Al día siguiente se inició la fortificación con la ayuda de los vecinos dejando ahí 50 hombres, para evitar que lo ocuparan nuevamente. Con esto Luvián pretendía romper la comunicación entre las bien organizadas tropas de Zacatlán, con las de la Sierra. Además evitaba que los rebeldes de Tlaxcalaltongo nuevamente llegaran en su fuga a esta comarca, como ya lo venían haciendo con frecuencia.

    Al pueblo de Tutotepec, llegaron grandes comisiones de indios para solicitar la gracia del indulto ante la satisfacción de Luvián, entre los pueblos que llegaron tenemos: San Pedrito, San Martín, San Cornelio, Santa Cruz, San Juan, San Miguel, San Jerónimo y San Mateo.

    A la rápida ocupación de Tutotepec correspondió la escapada de los insurgentes a la cañada de la Campana.

    Los vecinos de Tuto que ya habían fortalecido su pueblo, llevaron a cabo la elección del nuevo Gobernador y aceptaron pagar las alcabalas (tributos), que desde hacía mucho tiempo le entregaban a los insurgentes.

    Luvián siguió dando el indulto a los que se presentaban a solicitarlo, llenando hojas enteras de sus nombres donde detalla, nombre, lugar de precedencia y estado civil.

    Mientras Luvián perseguía a los de Huayacocotla, los insurrectos de la Campana se habían unido a los de Tlaxcalaltongo, formando así una gavilla más considerable, al mando de las cuales estaban Barrera, Omaña, Neira y Martínez. Luvián decidido a vencerlos, fue en su seguimiento, descubrieron, se inicio una  peligrosa persecución por las laderas de los cerros, pero se les perdió. Los realistas lograron tomarles varías mulas solamente, un caballo, algo de pólvora gorda y recuperaron nueve indios que llevaban los insurgentes prisioneros, que en caso de que no fueran realmente prisioneros y fueran encontrados culpables serían desprotegidos, y de inmediato fueron atacados.

    Luvián dió parte de lo logrado, había restablecido el orden en Tutotepec y su doctrina. Pero solicitaba para seguirse sosteniendo 25 fusiles nuevos e igual número de tercerolas (armas de fuego usadas por la caballería que es un tercio más corta que la carabina), por ser armas muy propias para operar en las asperísimas sierras como esta, pero si esto no era posible, se conformaba con 25 carabinas y seis cajas de pólvora fina de grano para fusil, y cuatro para municiones de cañones. Días después llegaron las carabinas, por escasear las otras armas, cuyo importe fue de $750 que enviaron al  capitán Ignacio Vega, quien pagaría esta cantidad en las arca reales.

    Los rebeldes se movieron nuevamente para protegerse de Luvián, hacía al noroeste de Tuto, en el cerro de San Miguel, aproximadamente a cuatro leguas de este cuartel, lugar donde se estableció el cabecilla Miguel Godinez y su compañía. Sin embargo este refugio rápidamente fue descubierto por los realistas.

    Por órdenes de Luvián salió el sargento realista de Tlachichilquillo. Este logro llegar hasta la misma presidencia de los insurgentes por la retaguardia, al darles alcance ordenó abrir fuego inmediatamente, los pero los rebeldes se dieron a la fuga; los realistas sabiendo lo inútil de la persecución se regresaron a su base pues no conocían el lugar. Mientras los insurgentes se perdieron en los bosques, tomando hacia el sur.

    Al enterarse Luvián que los hombres de Omaña se encontraban por la Campana, se aprestó inmediatamente a ir al frente de su compañía para sacar de su guarida a los insurrectos y poder vencerlos.

    El 8 de Marzo salió Luvián a la barranca de Huehuetla, distante de Tutotepec 14 leguas. Atravesó cerros, espesos bosques y el río de la Cañada de la Campana, las noticias que le llegaron eran apremiantes, pues habían incendiado la iglesia de Tenango, llevaban prisionero al cura y para protegerse de los realistas huyeron a Huehuetla.

    Luvián y sus hombres se dieron prisa para llegar y caminaron toda la noche, pretendiendo sorprenderlos en la Campana, pero resultó que ya estaban sobre aviso y habían abandonado esta guarida y todos los rastros indicaban que se dirigían a Tenango.

    Al día siguiente, después de un breve descanso de la tropa, lograron avistarlos en la Campana, abriéndose el fuego por ambas partes, el combate no fue muy reñido ya que los rebeldes se dispersaron muy pronto por los bosques y los realistas no pudieron perseguirlos porque los parapetos obstaculizaban la avanzada de la caballería.

    Pasaron por San Pablo, donde habían estado ya los insurrectos, continuaron su avance y llegaron el día 10 a Tenango, donde los rebeldes habían atacado el día anterior, ahí recogieron a unas familias que llevaron a Tutotepec.

    En algunas partes militares existen informes de cuántos conformaban los diferentes cuerpos, el día primero de abril de 1816 había en Tutotepec 48 infantes de Veracruz, 10 de la compañía provisional de México y dos cañones monteses de dos.

    Uno de los días en que los tuteños asistían a Apulco para hacer sus compras semanarias, fueron atacados por los insurgentes en Temascalillos. Luvián, previendo esto, les había enseñado técnicas de defensa. Un mes después (3 de marzo de 1816), los indios asistían como era su costumbre a hacer sus compras, pero por los ataques que habían sufrido, en esta ocasión eran 150 en total los que iban, de los cuales 50 estaban armados de arcos y jaras que les había proporcionado Luvián para protegerse de un posible ataque, pero iban confiados, ya que la ocasión anterior lograron herir a varios insurgentes a pedradas, lo que les hacía ya no temerles, antes al contrario, desear un nuevo encuentro.

    Los tuteños avanzaron confiados en su número y en las armas que portaban, platicando de sus necesidades cotidianas, pero antes de llegar a Apulco, en el llano de la Venta fueron sorprendidos por unos 60 hombres de Guerrero, a los que presentaron batalla. Los insurgentes abrieron fuego con sus pistolas y carabinas, los indios contestaron la agresión con sus arcos y flechas, en forma tal que demostraron haber aprendido a luchar al ponerse en el mismo instante del ataque en posición de batalla, repelieron los embates insurgentes durante dos horas, tiempo que se prolongó la batalla, hasta que se  impusieron los indios sobre los rebeldes, haciéndolos huir con muchos heridos. Sin embargo los rebeldes sólo habían ido por refuerzos, los indios que se quedaron en el mismo lugar para descansar, fueron sorprendidos por unos 200 hombres reiniciándose la lucha. Las flechas empezaron a escasear, ya que sólo llevaban 2000, pronto los indios estuvieron indefensos, por lo que se armaron de piedras y palos para seguir luchando, los insurgentes al ver las penas por las cuales pasaban los indios atacaron con más vigor, ante tal embate los indios se dispersaron y muchos cayeron prisioneros. Según declaró un desertor de dragones que se presentó a pedir la gracia del indulto, fueron en total 168 prisioneros, además de botín, el cargamento de su totalidad y 2000 en reales.

    Aunque la batalla no favoreció a los tuteños, cabe recordar la acción de los Tolentino, Guzmán, López y Velasco, que destacaron en combate y de 20 mujeres que también iban, las cuales se defendieron como leonas, entre ellas Vicenta Castro que al ver a su esposo herido por el cabecilla Islas, "le tiro a este un guijarrazo en la cabeza, que lo tumbó del caballo, y enseguida se fue sobre él, y lo desgreño, pero aquel infante tuvo la villanía de no contento con haberle dado muerte de un balazo, su cobardía le hacia temer que aún podía hacerle daño la difunta y le repitió otro "..." Ana Cuevas, viendo a su marido lastimado y que lazado lo iban arrastrando atravesó con una jara el costado de un rebelde, quién le dio un balazo por la cimiente del pescuezo que le postró en el suelo, dejándola por muerta, y después de la acción y protegida del cielo, tuvo valor para llegar a este punto con las otras 18 mujeres"

    Luvián se encontraba más que satisfecho, no sólo lograron repeler la agresión sus protegidos, sino que con este acto también demostraron fidelidad a su causa.

    El día 23 de marzo de ese año (1816), el mismo Piedras asistió al nuevo destacamento (de los cuales Piedras pagaba 35 realistas de su bolsillo) para su supervisión, acompañado a 100 hombres de diferentes cuarteles; llevaban con ellos un pequeño con voy de víveres. Encontró a su entera satisfacción este destacamento y recibió datos pormenorizados de la situación, Piedras regresó a Tulancingo, Luvián que acompañó en parte al comandante, regresó a Tutotepec.

    Omaña se encontraba atacando a San Jerónimo, distante de este pueblo ocho leguas, enterado Luvián envió a su sobrino Alejandro Luvián para que defendiera este punto, partió a San Mateo, que por su situación sería el siguiente punto a atacar. Tomaron la ruta de la Campana pensando cortarles la retirada, pero los rebeldes ya habían pasad por ahí y llevaban varios indios prisioneros. Los insurgentes siguieron su camino y tras ellos los realista; de la Campana tomaron rumbo a Huasquilla por las orillas del río, en este sitio los tuvieron a la vista, pero por temor de herir a los indios que llevaban prisioneros, se hizo una descarga al aire, los realistas avanzaron sobre los rebeldes a la carrera, lo sorpresivo del ataque obligó a los insurgentes a protegerse en los bosques, en su escapada dejaron a los prisioneros abandonados y un lío de petate, donde traían varios objetos religiosos seguramente de la iglesia de Tenango.

    Luvián trato de despistar a Omaña, tomando rumbo a Santiago, para después, dirigirse a San Mateo, pero por más que los esperaron emboscados por San Miguel, los rebeldes no llegaron.

    Después de esta espera inútil decidieron los realistas regresar al cuartel, pero al hacerlo a la altura de Río Chiquito, el camino estaba destruido por gruesos troncos, por lo estrecho de estos senderos se detuvieron para quitarlos, después quedaba la duda, que se tratara de una emboscada, al sólo haber barrancos por el lado inferior y cerros por el superior, se enviaron a 290 hombres por la parte de arriba para sorprenderlos desde ahí, no obstante los insurgentes dominaban las partes más altas y ya los habían visto pero no presentaron batalla sólo abandonaron el sitio.

    Encontrándose Luvián en Apulco, fue notificado del asalto sobre Tutotepec, los cañonazos eran escuchados hasta ese sitio, seguramente la estaban pasando difícil los tuteños. Luvián solicitó ayuda y rápidamente se encaminó al sitio atacado. Cuando llegaron a Tutotepec estaba semi-quemado, los insurgentes se habían marchado para San Bartolo arrasando los pueblos a su paso.

    Mientras, los insurgentes que iban al mando de Barrera, se encontraban atacando San Miguel. Las tropas que envió Luvián llegaron y se dividieron en dos grupos: uno de ellos, copó las tropas insurgentes en la cañada de Río Chiquito y el segundo atacó por la retaguardia. Los rebeldes cogidos entre dos fuegos no tuvieron más que luchar, a pesar de que los realistas eran sólo 40 hombres se impusieron a ellos, no quedándoles más que darse a la fuga, la noche y la fuerte lluvia impidieron que continuaran los realistas con la persecución.

    Para el año de 1816 el movimiento empezó a decaer. Los insurgentes se empezaron a desesperar, las tierras abandonadas no producían, los alimentos escaseaban algunos estaban enfermos, otros mutilados, los más cansados de luchar por algo que veían muy lejos de lograrse, muchos que los cabecillas habían buscado otros sitios donde guarecerse y los ejércitos realista les ofrecían no sólo olvidar que habían pertenecido a la causa insurgente, sino también a aquellos que quisieran seguir en el ejército respetarles el cargo que tenían, por lo que muchos se acogieron al indulto.

    Entre febrero y abril se presentaron ante Luvián 4766 vecinos de Tutotepec y sus pueblos a pedir el indulto, después lo hicieron otros pequeños grupos.

    Estando Luvián en Apulco, se presentó María Cordero para informarle que ella y sus hermanos habían sido atacados por los rebeldes, sin embargo a los gritos tan fuertes de ayuda que pedía, los atacantes salieron huyendo, creyendo en el engaño en que María los había hecho caer, convenció a sus hermanos de perseguirlos, cuando les dieron alcance los atacaron, desbarrancaron a cinco y a uno de ellos María de Corto la cabeza, que le mostraba con orgullo a Luvián (junio de 1816).

    Los insurgentes se empezaron a dispersar, buscando sitios más seguros.

    Nicolás Tolentino que había azuzado a los tuteños para seguir combatiendo se indultó también, dando muestras de su arrepentimiento, ayudó a los realistas a combatir a sus antes compañeros. Otros más que se acogieron al indulto fueron Mariano Guerrero, José Ortiz y Juan Vargas, cada uno de ellos con sus ejércitos y sus armas. El movimiento decreció. Osorno se indulto el comandante de esta zona el Coronel don Manuel de la Concha notificó al Virrey que este sitio y sus alrededores se encontraban pacificados.

    Aunque después corrieron rumores de que nuevos cabecillas atacarían a Tutotepec, no sucedió así.

    Sólo queda recordar al indio Venancio, que junto con otros vecinos a los que había convencido, defendieron al pueblo de San Jerónimo de un ataque de los rebeldes, lograron hacerlos huir. Este es el último suceso del que hablan los partes militares de esta zona, aunque no necesariamente quiere decir que efectivamente así fue. Las nuevas expediciones que se realizaron demostró que no había nada que temer.

    Tutotepec después de la Independencia.

    Como hemos visto Tutotepec había sido pacificada por el Teniente Luvián, posteriormente el comandante Concha enviaba expediciones sólo para explorar, dando por pacificada esta zona. En 1821 también se consumaba la independencia en Tulancingo.

    Tutotepec volvió a la tranquilidad, su vida continuó lejos de todos los problemas, aceptaron las nuevas leyes. Después de la independencia Tulancingo quedó como un distrito militar muy importante.

    No existen muchas noticias de este lugar después de la lucha por la independencia, los campesinos volvieron a trabajar la tierra y a resolver sus necesidades cotidianas, con una economía de autoconsumo.

    Políticamente Tutotepec continuó siendo la cabecera de los pueblos que dependieron de él durante la colonia.

    Mientras el país se conmocionaba, más o menos, por diferentes sucesos (la monarquía, el gobierno de Vicente Guerrero, la guerra contra Estados Unidos, la prolongación en el poder de Antonio López de Santa Ana), no sabemos a ciencia cierta cuál era el sentir de los habitantes e Tutotepec, pero siguieron en el mismo sitio aprovechando lo que la naturaleza les brindaba que era lo suficiente para subsistir.

    La calma duró muchos años, pero durante el movimiento de "Religión y Fueros" fue precisamente el cura de Tutotepec don Miguel Vigueiras quién les pidió que lo acompañaran a levantar a otros pueblos, explicándoles que la religión estaba en peligro. En Tulancingo fue el general don Manuel Andrade y en Pachuca don Ignacio Solís, quienes se levantaron en armas apoyando a éste movimiento.

    La Reforma se había iniciado, se defendían ahora los privilegios de la iglesia que Comonfort atacaba, estos movimientos locales, sin embargo no alcanzaron mucha fuerza ya que el cabecilla Vigeiras fue hacho prisionero, juzgado sumariamente y condenado a ser fusilado.

     Benito Juárez tomó el poder y fue reconocido por los liberales, o así por los conservadores que apoyaban al conservador Félix Zuloaga. El país se dividió, y los conservadores o monarquiotas hicieron todo lo posible, para que llegara un rey europeo a gobernar.

    En Octubre de 1857 fue ocupada la plaza de Tulancingo por los republicanos al mando del Coronel don Nicolás Romero, sin embargo pocos días después fue atacado sorpresivamente por Don Santiago Romero quién logró vencerlos.

    Avanzaron después los imperialistas sobre Tenango, mientras que los liberales tomaban Tutotepec, al enterarse de esto Santiago Romero, acudió rápidamente a ayudar a sus compañeros sin sospechar que los republicanos ya estaban esperándolos en una de las partes más difíciles de cruzar, puesto que era un desfiladero; ahí en la parte superior, se pusieron a esperar los republicanos, entre esos hombres destacaba un sargento de apellido Manzanares, que acicateado por el deseo de liberar a su amigo el capitán Mendoza, quien se encontraba prisionero de los enemigos, preparó en la parte superior del acantilado un alud, colocando piedras bien acomodadas de manera tal que en el momento que cruzaran por ahí los monárquicos cayera sobre ellos, fue así como, cuando llegaron a ese sitio, fueron atacados, primero abriendo fuego sobre ellos y cuando éstos, desconcertados por el ataque pretendieron escapar, los republicanos dejaron caer las piedras que, a su paso, trajeron otras causándoles una derrota completa.

    Uno de los tuteños que más destacó en la lucha de la Reforma y después de la Intervención francesa fue Nicolás Mérida, quién luchó a lado del General Rafael Cravioto. Los combates continuaron, teniendo pocos datos al respecto, no podemos apreciar cuan importante pudieron llegar a ser, pero que sí causaron dolores de cabeza a los monarquistas lo sabemos, puesto que no aceptaron a Maximiliano como emperador de México.

    Continuó la lucha hasta Marzo de 1865, en que se rindió el General Cravioto con toda su fuerza, y con el Distrito de Huachinango, Puebla, el coronel Nicolás Mérida con la municipalidad de Tutotepec, y otros más. Otros lugares más de los que hoy es el estado de Hidalgo se fueron rindiendo a las fuerzas imperialistas en el transcurso del año.

    Durante el gobierno de Benito Juárez, en 1869, se aceptó crear un nuevo estado, con la partición del estado de México, este llevaría el nombre de Hidalgo, Tutotepec quedaba incluido en el nuevo estado.

    Como gobernador provisional del recién creado estado quedó el Coronel Juan C. Doria, mismo que desde el inicio de su gobierno se preocupó por mejorar las condiciones de la entidad.

    El 21 de Marzo de 1869 los habitantes de Tenango y de Tutotepec, se apoderaron de la hacienda de San Pedro de las Vaquerías, alegando que parte de esta zona les pertenecía a los tuteños, y exigían su devolución. Ejemplo que siguieron después otros pueblos. Estas rencillas fueron solucionadas cuando se determinó qué pueblos serían cabeceras de los municipios y sus límites.

    El día 27 de marzo de 1872 se creó el municipio de San Bartolo Tutotepec, quedando como cabecera San Bartolo.

    Hasta ese momento solos existía un Tutotepec, pero resultó que a pesar de haber sido tan importante este pueblo, la diferencia que existía con los caminos principales, su poco rendimiento económico y la belicosidad de sus habitantes, hizo que se escogiera a San Bartolo, como la cabecera y no a Tutotepec. Actualmente para distinguirlos a Tutotepec se le llama Tuto a secas y a la cabecera San Bartolo.

    Como parte del estado, San Bartolo Tutotepec participó apoyando a Lerdo de Tejada y después a don Porfirio Díaz.

    El estado crecía en beneficios, tanto en las mejoras materiales tales como comunicaciones y seguridad individual como en instrucción pública. Ya se buscaba una maestra para que atendiera la escuela de Tutotepec antes de que terminara el siglo     XIX.

    La iglesia también se preocupó por las mejoras materiales de sus iglesias y lo demuestra el hecho de haber varias campanas entre ellas las de Tutotepec, las de Diez Cerros, que tienen la fecha de 1888.

    El primero de Julio de 1891, San Bartolo pasaba a formar parte del nuevo distrito de Tenango de Doria, donde quedó asentada la cabecera que junto con Huehuetla y San Lorenzo Achiotepec se disputaban.

    Para la recaudación de impuestos se facultaba a las asambleas municipales a decretar un impuesto personal hasta de doce centavos mensuales a todos los varones mayores de 16 años y menores de 60, que por su trabajo (sueldo) o renta obtuvieran un producto anual de $150.00.

    La leyenda de la Campana de Tuto tiene su origen por estas fechas.

    La oficina de correos, aunque de tercera categoría seguía funcionando en Tutotepec, dependiendo de Tenango de Doria.

    Para poder cruzar el Río Camarones, que en ciertas partes es peligroso y en tiempos de lluvia se vuelve muy caudaloso, se construyó el Puente Zaragoza, el cual fue inaugurado el 5 de mayo de 1899, siendo Presidente Isaac Bengoa y Jefe Político del Distrito el Coronel Crecencio González.

    En su construcción, trabajaron a la par los vecinos de Tenango y los de San Bartolo Tutotepec, habiéndose encontrado una mina de piedras de lajas que obstruían una cadena humana para quitar las piedras, que de mano en mano pasaban rápidamente hasta fuera de la obra.

    Porfirio Díaz se hacia viejo en el poder y nuevamente se postulaba para la presidencia, lo que provocó la Revolución. Satisfechos los habitantes de este municipio con él, le envió el señor Francisco Retama, presidente municipal, un telegrama en el cual le patentizaba el apoyo total en contra de los revolucionarios.

    Al parecer fue precisamente este apoyo que le dieron a Porfirio Díaz que San Bartolo fuera nombrado cabecera, lo que ocasionó que Tutotepec, apoyara a los revolucionarios ocasionando así fuertes enfrentamientos entre estos pueblos que buscando apoyo en otras comunidades, iniciaron una lucha local . Preguntado a las personas de más edad como don Refugio Tavera (q.e.p.d.) y al señor Florencio Monroy y otros, platicaron que Juan Ordaz encabezaba a los de San Bartolo, quienes obtenían armas y dinero del gobierno para luchar contra los rebeldes. Buscando el apoyo de otros pueblos para vencer a Tuto, obtuvo el de San Nicolás, pero éstos antes de llegar al pueblo se pasaron al bando enemigo.

    Las grutas sirvieron de protección  mujeres y niños cuando los tuteños y los de Santiago bajaban a atacar a San Bartolo.

    Manuel Melo apoyo al usurpador Victoriano Huerta. Al ponerse a su disposición fue comisionado por Manuel Magaña jefe político del Distrito, para levantar la leva en San Bartolo (les pagaba un peso diario), fueron muchos os que se unieron con él para luchar contra Carranza, seguramente porque Manuel Melo tenía muy buena trayectoria política, hombre trabajador y progresista y ex presidente municipal.

    Melo atacó a los pueblos aledaños causando desolación y muerte, apoyado por la dictadura huertista mando asesinar a los que estaban contra él, no importándole que fueran sus parientes o antiguos enemigos.

    Hecho prisionero por el general Nicolás Flores, al triunfo del carrancismo, se le indulto y se le respetaron sus garantías, sin embargo volvió a tomar las armas en contra de los constitucionalistas, tomando el bando de los villistas.

    En 1916 se hecho prisionero otra vez y nuevamente administrado por el general Nicolás Flores, entonces se le permitió vivir libremente en Pachuca, pero Melo una vez en libertad se incorporó a las filas de Peláez en Enero de 1918, convirtiéndose en una amenaza constante, para la zona que nos ocupa.

    Continuó con su obra hasta que el 21 de julio, el y otros atacaron a San Bartolo. Para desalojar a los rebeldes llegó el Capitán Luis Fregoso, lucharon hasta que a las tropas del gobierno no teniendo con qué defenderse les dejaron la plaza a los rebeldes, éstos s dedicaron a saquear las casas de los vecinos, entre ellos la del Presidente Municipal don Floro Parra y su hermano Nazareo, la de Beatriz Solís y la de sus hijos. Recuperadas las fuerzas del gobierno avanzaron sobre los rebeldes, quienes después de una breve batalla fueron expulsados de San Bartolo, yéndose a proteger a la mesa central, donde fueron atacados por el Coronel S. Lima, quién logró dispersar a los rebeldes.

    Manuel Melo en fuga, regresó a San Bartolo pensando que aquellos que habían sido sus adeptos lo protegerían pero no fue así, los mismos habitantes le dieron muerte el miércoles anterior al 31 de Agosto de 1919, exponiéndose después su cuerpo debajo de la Ceiba que se encuentra en la plaza, para que todos los vecinos e enteraran, que el desalmado Manuel Melo había pagado con su vida todos los horrores que había causado.

    San Bartolo Tutotepec, cambió brevemente de nombre, al de San Bartolo de Juárez, además de convertirse en la cabecera del Distrito de Noviembre de 1924 a Marzo de 1925.

    Se inauguró por esta fecha una fábrica de aguas gaseosas, con botella de vidrio y tapón de canica.

    Don José Islas inauguró en 1926 la primera planta hidroeléctrica, que dio luz a San Bartolo, siendo en toda la zona, el primero en contar con este servicio. Después vinieron con este suministro el funcionamiento de la primera paletera, el mismo dueño.

    Según me cuenta mi padre, durante el movimiento cristero, se inició en esta zona una profunda labor socialista, sobre todo por San Jerónimo, donde el profesor Olegario Solís, oriundo de la cabecera les enseñaba estas ideas.

    Un lunes que asistió a la plaza (abril de 1936) se preparó una emboscada en su propia casa. El, como era su costumbre salió muy temprano hacia San Bartolo, sin embargo su familia no, durante largo rato los atacantes esperaron que la esposa y la hija abandonaran la vivienda, como esto no sucedía penetraron por la fuerza a la casa, asesinándolas a puñaladas, esperaron al profesor a la altura de Huasquilla y allí lo mataron. Un famoso pistolero veracruzano llamado Fidel González había encabezado el asalto, los cabecillas intelectuales, sin embargo, eran de San Bartolo. Se mandó aprehender al culpable San Jerónimo, la policía de la cabecera estaba apoyada por la Defensa Rural de Tierra Fuerte. Al tratar de detenerlo en el juzgado de San Jerónimo se enfrentó a ellos, matando a los que lo iban a aprender, al tratar de huir fue muerto por la defensa rural. Se aclaró después, que el sacristán de Santiago conocido como "Chucho" había pagado esta muerte, después fue hecho prisionero en San Jerónimo y encarcelado en San Bartolo. Enviado a Tulancingo para enjuiciarlo, se le condenó a prisión, sin embargo la intervención de la iglesia hizo que se suspendiera la sentencia, cerrándose el caso.

    Antes de que llegará la brecha hasta San Bartolo, se tenía la industria de la herrería, su dueño era Don Patrocinio Pazos, en ella hacía cosas, herraduras, etc. pero cuando llegó la carretera como salía más barato comprarlas en Zacualtipán, este cayó, de tal manera que ya no surgió otra.

    El beneficio del café se facilitó cuando se instalaron las primeras descascaradoras.

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