CULTURA ORAL O ESCRITA DE ZIMAPÁN

 

LA NIÑA QUE SE LLEVO UN ÁNGEL

Era el año de 1913, los habitantes de Tolimán dormían plácidamente, también dormían todos los animales domésticos y silvestres. Pero de pronto la quietud de la noche se interrumpió, pues los gritos desesperados de la Sra. García se escuchaban hasta el campo. Antonio, por favor despierta, decía la mujer, estoy cansado, no me molesta, ya duérmete, mañana me dirás todo lo que quieras. Le contestó su marido. 

-La niña, Antonio no está en la casa!!!- Hay mujer pos donde quieres que esté, ni modo que se saliera, si todavía no puede ni caminar - le contestó el marido al tiempo que se levantaba. 

-Hay, Antonio, mira la niña no está, no está mi Rosita- decía la mujer cubierta de lágrimas, mi Rosita, mi nenita. 

-Ah, caray pos si es verdad lo que me decías, ándale María dame mi jorongo, ahorita voy por mi compadre Vicente, pa' nos ayuda a buscarla. Aprisa, vete ya. Dios quiera que la bruja no se la llevara- dijo Antonio. 

La noticia corrió rápido por el lugar y en breves momentos, los vecinos se habían reunido en el hogar del infortunio, una vez organizadas las brigadas se dedicaron a la búsqueda, llevaban perros y se alumbraban con grandes antorchas. Mientras tanto , la madre de la niña no dejaba de llorar, y todas las mujeres condolidas trataban en vano a consolarla. Toda la noche se la pasaron buscando pero la niña, por todos los alrededores. 

Ya se daban por vencidos cuando uno de los grupos escucharon la voz de un hombre, pronto vengan, la niña, la niña la he encontrado. Todos acudieron al lugar y tan grande la sorpresa de encontrar a la nena; al borde de la barranca, contemplaban a la niña en un pequeño plan situado en la cúspide del cerro ésta muy ajena balbuceaba y jugueteaba con un ramito de flores. La gente pensó esto es obra de la providencia divina pues sólo, un ángel pudo hacer eso ¿como llegó la niña al lugar?, si sabido es que  estos lugares son secos.

 

LA CUEVA DE LOS AVAROS
En el cerro del Dashí, se encontraba una cueva, en la que según cuentan, moraban ahí. Las almas en pena que cuando vivieron se notaron por su crueldad, avaricia explotadores y enemigos de Dios. 

Cerca de ahí se encontraba una anciana pastora, de nombre Pomposa, en una ocasión escuchó que la llamaron, tan distraída estaba recogiendo leños, que no hizo caso, la llamaron más fuerte y entonces volvió su mirada a la enorme cueva donde se encontraba la figura de don Luis, este la invitó a que se acercara. Al tenerlo de cerca, se hizo para atrás, pues sabía que don Luis había muerto unos veinte años atrás. Ven le decía acá dentro tengo mucho dinero que te lo regalaré para que ya no trabajes, también allá adentro tengo muchos de mis amigos como: Don Margarito Rosales, don Enrique Mendoza, don Bernabé Márquez, doña Juanita García, en fin a todos nosotros nos serviste mucho y ahora queremos recompensarte, para entonces la anciana ya se había introducido en el interior había más gente rica, pero toda ya se había muerto. Pomposa logró reaccionar, dio media vuelta y corrió a la salida al tiempo que se encomendaba a Dios.

 

UN AMOR IMPOSIBLE
Allá por el año de 1847, vivía en Zimapán una bella doncella de nombre Leonor Casassus la joven era muy rica, solo vivía con su nana, tenía a su alcance los lujos y comodidades, sin embargo su vida amorosa la hacía muy desdichada. Todo fue porque años antes, estuvo a punto de casarse con don Pedro Gutiérrez, rico joven y apuesto caballero; se anunciaba una boda  muy elegante a la cual asistiría la crema y nata de la sociedad de Zimapán. Los preparativos estaban hechos, hasta las invitaciones ya se habían entregado, pero en el momento decisivo la joven se negó rotundamente a tomar como esposo a don Pedro, la confusión y asombro  se apoderó de la concurrencia y sobre todo e don Pedro, este decepcionado y dolido juró que doña Leonor nuca sería feliz y aquel que intentara acercársele pagaría con su vida.

En una ocasión llegó a Zimapán un forastero de nombre Armando Osorio, militar que había llegado al pueblo para reclutar gente y llevarla a luchar contra los Estados Unidos, en eso apareció doña Leonor acompañada de su nana, don Pedro por lucirse le cerró el paso, don Armando que era todo un caballero defendió  a la dama, ésta ruborizada se alejo del lugar, mientras los varones discutían acaloradamente, este hecho despertó los terribles celos a don Pedro, mientras que en doña Leonor se anidaba en su corazón un sentimiento de gratitud y admiración a tan apuesto caballero. El forastero inmediatamente se enamoró de la joven y comenzó a cortejarla, formalizaron sus relaciones y en una noche que los "enamorados" platicaban de sus proyectos matrimoniales de la oscuridad apareció don Pedro, con un enorme puñal que hundió en el pecho del galán, lo que le causó la muerte y la demencia a doña Leonor; de este suceso, nadie se dio cuenta porque la gente que trabajaba con don Pedro enterró el cuerpo de don Armando.

Desde entonces, el celoso visita todas las noches a la desdichada de doña Leonor, ya que gozaba enormemente viéndola sufrir. En una de estas ocasiones se sintió algo sobrenatural en el cuarto, cual sería su sorpresa al ver aterrado la figura de don Armando y al sentir una fría mano que le tapaba la boca impidiendo que hablara al tiempo que se escuchaba la voz del difunto que amoroso se dirigía a doña Leonor... "Te dije que te haría feliz y hoy he venido a cumplirlo". Después se dejó  oír una carcajada, que fue a perderse en el más allá. Al otro día la noticia corrió como un rayo, doña Leonor y don Pedro había misteriosamente la cara del señor era el mismo reflejo del horror al sentir la muerte. Mientras que la cara de doña Leonor reflejaba una dulzura  y una paz interior, que nunca en vida pudo conocer y solo en la muerte logro encontrar, porque por fin en el más allá se reuniría con el amor de su vida.

FENÓMENO SIDERAL
La noche del 1° de septiembre a la madrugada del día 2 del año de 1859, sucedió un fenómeno extraordinario en el cielo de Zimapán y fue narrado de la siguiente forma: "Esa noche había cenado mucho y me entretenía con unos amigos, haciendo tiempo para después irme a dormir. De repente, el límite inferior de una negra nube y prolongada que había en el horizonte norte se iluminó de pronto; que en forma de arco desprendía rayos luminosos hacia abajo como si fuera el encuentro de una luz roja boreal. Toda la región norte se coloreó de esta luz en gran extensión hasta tocar el oriente y el occidente.

En foco de luz roja parecía fijo en el polo magnético y la mayor intensidad de la aurora boreal se notó el noroeste , vi el reloj y eran las once menos quince minutos de la noche. Se me ocurrió ir por mis brújulas y teodolitos para fijar los grados que alcanzaba la iluminación que iba en aumento. Para entonces ya toda la población se había levantado a contemplar el fenómeno que no sabían que era y que despertó mucho temor, pensando las personas que el mundo tocaba a su fin, muchas de ellas se incaban y rezaban con toda su familia. El espectáculo era maravillosa, entre la luz que había ascendido ya, muy viva, hasta orión y la pléyades, trazando un arco paralelo al Ecuador, que coartaría a los 70°, al meridiano del lugar, se veían rayos rayos de luz blanca  que como ráfagas  divergentes salían del horizonte boreal hacía el Ecuador, perdiéndose de débiles en a parte desvanecida de la luz casi imperceptible hasta el cenit, tanto las ráfagas como la luz roja se encendían y opacaban por desiguales intervalos y en estos cambios de intensidad se notaba una oscilación de vez en cuando la aguja magnética que no pasaba de los 10°. A todo estos las personas más entendidas hicieron saber a los demás, que lo que estaba pasando no era más que una aurora boreal, algo inusitado en estas latitudes y aunque con algún recelo se dedicaron como nosotros a gozar el magnífico espectáculo que terminó a las 3 horas con 53 minutos de la mañana de 2 de Septiembre de 1859"

Con las brújulas sucedió algo fuera de lo común, pues la aguja magnética que siempre apunta al norte se movió y durante todo el fenómeno estuvo apuntado hacía el poniente volviendo a puntar hacía el norte a la hora que terminó la aurora. Este relato fue narrado por un ingeniero de minas que por esta fecha se encontraba en Zimapán haciendo sus prácticas y que felizmente tuvo ocasión de tomar datos de los sucedido mismo que se ha venido difundiendo hasta nuestros días para que las nuevas generaciones tengan oportunidad de enterarse de los acontecimientos del pasado de nuestro querido pueblo.

 

Npjaá namishió... (CABALLO AMIGO)

El teniente de Capitán General, Don Gabriel Guerrero Ardillas, acrecentando sus filas dio una invasión total procedente de Cadereyta empezó por las adjuntas de los ríos de Desagüe y San Juan donde los jonaces le dan un aguacero de puntas.

Siguió luego a Maconí, donde pensaba darles mate, pero ahí con puntas de otate, La hicieron mucha gente morir. y después de muchos combates, en varios de la región, hubo tomando la decisión, de ya no más combatir. 

 Allá por mil setecientos quince,  volviendo directo a Maconí, pensando decidir ahí, con su astucia de lince, la suerte de la región y aquellos indios jonaces, que por bárbaros y tenaces no admitían la sumisión.

Valiente y con gran ingenio, díjoles no querer combatir por su religión sólo permitir, que se firmara un convenio, nadie debería de morir, por tener ideas contrarias, si era posible acoplarlas, y muy conformes vivir. Después de mucho deliberar. los jonaces admitieron, en los puntos convinieron, y hubo que firmarse la paz. Su respeto fue cabal, y casi siempre cumplieron, los Españoles lo trasgredieron pues se portaban muy mal

Sin embargo en lo general, todos se pacificaron, en pueblos que congregaron, y empezaron a progresar, así fundamentaron el porvenir, de la región dando origen a la nación que entre todos consolidaron. Y.... sucedió, que en una terrible derrota, a una veloz caravana entre Querétaro y Celaya, un jefe jonaz de las adjuntas, audazmente se apodera de un hermoso caballo blanco, que llevaba la caravana, de condición noble y buena, además muy bien adiestrado ensillado y enjaezado.

Llevando como trofeo al asiento, de la tribu en el Vado de las Adjuntas del Río de San Juan y del Desagüe de México, los compañeros por el camino, iban medrosos tocándolo y a cada uno aquel caballo, iba cortés saludando, arreaban otros caballos y mulas, destinados de servir alimento, agradable y suculento al paladar chichimeca que los llamaban venados y como a tales los trataban. Al llegar a la aldea, a conocer el botín acudieron, y todos se detuvieron ante el animal que se movía entre la gente que con entera libertad, 

Y ya se imaginaban, las enormes tajadas, asadas en las brasas, con ajo y cebolla sazonadas, que saldrían de aquellas ancas. Luego ese caballo blanco, que a todos saludaba, los dejó muy sorprendidos cuando accidentalmente descubrieron que acercando la mano a su delantera pata este la levantaba y permitía que la tocaran como si fuera un saludo, singular de cortesía y señal de buena crianza, pero además, era blanco sagrado de color, entre los nativos que representaba a todo animal albino fuera venado, zorra o puma, coyote, ocelote, o zorrillo el jefe pronto aprendió a montar y a dirigirlo con la rienda, paseándose por la aldea ante la admiración general y hasta permitió que otros lo montaran, y por cierto que hasta los niños saludaba.

Así que acudieron con maíz, pastos y Zacatecas forrajeros y otras hierbas comestibles a pagar tributo al dueño por verlo y acariciarlo y ni qué decir por el privilegio de montarlo. Otra sorpresa tuvieron cuando lo llevaron a beber, a una poza del río aquel se puso a nadar de un lado a otro, y cuando estuvo satisfecho. Saludando, furm, furm, a su dueño, en el hombro a tocar vino cariñoso, y sucedió que después de muchos días de llover, el río empezó a crecer y la aldea invadió, amenazando vidas y pertenencias Entonces a su amo se le ocurrió subir hasta cuatro personas, a el lomo del animal, quién como si entendiera el peligro obediente al otro lado, en lugar seguro, Los fue a dejar, volviendo por más y más hasta que a todos pudo salvar por lo que a su alrededor, cantando de alegría.  

Orgullosos lo proclamaron su amigo y salvador, y de mimos lo llenaron. Pero aquí el gran pero; llegó el Coronel Don Gabriel Ardillas, acompañado de muchos soldados y del caso se enteró y como suyo lo reclamó, y sin más se lo llevó.

A cambio le dejó al que lo había cuidado tan bien y con tanto amor, otro caballo blanco así como la autorización de pasear por Cadereyta, montado cual gran Señor, tal era el privilegio, de aquella determinación y que decir del dolor, que toda la tribu sufrió, por la pérdida

De Nopjaá Nasmishió. (Caballo Amigo)

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