LA HACIENDA DE MONTERO DE ATOTONILCO DE TULA

                    Al sur de la jurisdicción de Atotonilco se encuentra lo poco que queda de la Hacienda de Montero. Sus orígenes se desconocen, aunque se supone que también fué resultado de los mercedes que dieron los Virreyes de la Nueva España de los "Sitios de estancia para ganado mayor y menor" y " Caballero de tierra, en términos de los pueblos" de Huehuetoca, Tequisquiac, Zitlaltepec, Zumpango o Coyotepec. Este antecedente hace suponer que el primer propietario de esas tierras pudo haber sido Martín López, famoso porque fue el que construyo los bergantines para la toma de la gran Tenochtitlan, ya que a principios lo "premiaron" con la merced de Tequisquiac, pero le hizo poco mejor solicito todos los terrenos de los pueblos anteriores.

                    Sea o no sea cierta la anterior hipótesis, lo importante radica en su bella construcción que fue hecha mucho después de lo anterior, aproximadamente a mediados del siglo XVII.

                    Años después pasó a ser propiedad de los Condes de Montero de donde se origina su nombre. Después de Don Francisco Iturbide, mismo propietario de la hacienda de Tlahuelilpan y hoy en día para evitar confusiones nos abstenemos de mencionar a sus actuales propietarios.

                    Su construcción se encuentra circunscrita en una superficie aproximada de una hectárea y media entre casa, patio, capilla, corral, administración y trojes.

                    Sobria construcción delimitada por una enorme barda en cuyas  esquinas se encuentran unos fuertes torreones coronados por almenas que defendían y protegían a la finca del acecho de malvivientes e inconformes.

                    Su casco se conforma de dos patios, el central minuciosamente trabajado y que recibía a la entrada principal. Además otro patio lateral con mayor prevacía para los dueños, que a la vez hacía las funciones de huerto.

                    Sus claustros o galerías que se acercan al patio central se forman por unos arcos de medio punto sin moldura alguna. Carga fuertes pilares, entre dos no muy pronunciados contrafuertes que reciben el empuje de las bóvedas y de los cuales tienen acceso las diversas estancias de la casa. Toda esta es de un solo piso y abovedado que le da a la mansión cierto espíritu monasterial.

                    Los arcos de medio punto son sostenidos por los fuertes pilares de los pasillos.

                    Su techumbre, tanto de las estancias como de los corredores, son de cañón corrido. Los patios naturalmente estaban fabricados del famoso "petatillo", una derivación del tabique rojo.

                    Todas la ventanas que daban hacia los exteriores, tanto para afuera de la hacienda como para los patios, estaban cubiertos por rejas de fierro forjado de las cuales todavía quedaban algunas.

                    Una de las dos grandes salas dentro de las estancias que muestran la belleza y sobriedad.

                    Con objeto de dar mayor iluminación a las bóvedas se construyeron los "tragaluces" que se coronaban con una especie de linternilla abierta por sus cuatro lados y con cubierta cupuliforme.

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