SUCESOS HISTÓRICOS MÁS IMPORTANTES DE HUASCA

Aunque la importancia de Huasca, se advierte hasta el siglo XVIII, su existencia puede destacarse en los primeros años del virreinato. Los datos más antiguos de la población procedentes de este período se obtienen de dos documentos existentes en el Archivo General de la Nación, fechados en el año de 1579, el primero relativo a las diligencias promovidas por Gaspar de Castañeda, vecino de Singuilucan, sobre una merced de dos caballerías de tierra en el término de los pueblos de Atotonilco y Huascazaloya, y el segundo iniciado por Mateo Paredes sobre la posesión de un predio en las inmediaciones del lugar. Sin embargo el documento más ilustrativo, está techado en el año de 1591, en él, se hace alusión a su importancia como República de Indios teniendo como sujetos a diversos poblados, entre ellos los de San Sebastián y San Bartolomé a los que se hace referencia en el expediente, iniciado por Isidro Tello, dueño de las haciendas de San Miguel y San Jerónimo ubicadas en la jurisdicción de Huascazaloya y donde también se alude al inmenso feudo legal que tenía la República de Indios debido al crecido número de estos.

Todo parece indicar que Diego de Paz, primer encomendero de Atotonilco el Grande, extendió sus dominios hacía las zonas de Acatlán y Huascazaloya hacia 1558 al recibir "doce caballerías adicionales de tierra agrícola, donde había casas, herramientas, bueyes y se cultivaba trigo y maíz. La encomienda pasó a la muerte de Paz a manos de Francisca de Ferrer, quien casó con el segundo hijo del Conquistador Andrés de Tapia que disfrutó también de las encomiendas de Atotonilco el Grande, Acatlán y Huascazaloya, que al tiempo de su matrimonio tenía todavía como 5000 habitantes que pagaban tributo"

Andrés de Tapia y Ferrer se hizo cargo de las encomiendas alrededor de 1590, cuando las encomiendas habían perdido valor, tanto por el descenso de la población indígena, como por los nuevos reglamentos del gobierno. A lo largo del siglo XVII, la extensa encomienda de Paz se fue fraccionando, al dar paso a un nuevo sistema de trabajo agrícola; la hacienda que optimizó las tierras cultivables, bajo una organización diferente a la practicada en la centuria anterior, de modo que Huascazaloya continuó bajo el régimen autónomo de la República de Indios.

Esta condición política se mantenía en la población para mediados del siglo XVIII, cuando Antonio Villaseñor y Sánchez la visita y escribe. "Uno de los pueblos principales (de la Alcaldía Mayor de Tulancingo), que son repúblicas de indios... es el pueblo de Huascazaloya administrado por religiosos agustinos del convento que hay en él, hallase distante de su cabecera tres leguas por la parte norte y en el se cuentan ciento y dos familias".

La vida del Conde Regla, se encuentra íntimamente ligada a la vida de Huascazaloya, aquí se realizó la ceremonia de su matrimonio con Doña María Micaela Trebuesto y Dávalos y aquí mismo se refugió durante el conflicto con sus operarios de las minas de Pachuca y Real del Monte cuando a punto estuvo de ser victimado el 15 de agosto de 1766.

A fines del siglo XVIII, Huascazaloya, conserva aun su categoría como República de Indios, según desprende de un documento fechado en enero de 1788 que consigna Indalecio  Sánchez; "Don Bartolomé Díaz Borrego, solicitador de indios por el Gobernador actual don Nicolás Ramos, los alcaldes ordinarios, el escribano, los gobernadores pasados Felipe Santiago, Matías Fernández y demás oficiales de la República de Huascazaloya de la jurisdicción de Tulancingo, ante la superioridad de nuestra Excelencia, como mejor proceda, digo que según el desamor son lo de su cura, la suma audacia y ambición del notario y servil condescendencia del teniente, van reduciendo a los indios a la última miseria, cuando en otros lugares por la intención del soberano, son los de aquella casta el objeto y la atención del gobierno, aquí son el desprecio y el blanco de la ira y la codicia; se les imponen diezmos inmoderados en perjuicio de sus  sembradíos..."

Empañados en todo, el notario favorece en todo el partido de los mulatos y a las demás castas les está desposeyendo, a lo indios de sus solares para darles a éstos y que fabriquen sus casas. De esta manera los señores don Fernando Escoxia, don Juan Ramírez, don Agustín de Arroyo y don Fernando Marroquín y otros engreídos en aquel patrocinio, no han dudado en poner fin a su amor a los solares que han sido repartidos, fue el caso que por evitar una injusticia o despojo de orden o consentimiento del cura, pretendió hacer el notario, ocurrieron el gobernador y demás oficiales de la República, al teniente del Partido y después de varias alteraciones y aunque sufrieron ver llevar preso al alcalde ordinario del solar y notario quitó el bastón al gobernador y con el, dío tanto palo que le abrió la cabeza y lo puso lleno de sangre y cardenales; haciendo poco menos con el escribano y demás que lo procuraron defender a su gobernador:" }

En esta condición continuó la población el resto de su vida durante el virreinato.

El período inicial del siglo XIX, es el anunció de la decadencia del Imperio de Regla que desde la muerte del Conde en 1781, se vino abajo por falta de una adecuada administración. Para 1810 las minas de Pachuca y Real del Monte habían disminuido su producción en casi un ochenta por ciento, de modo que, casi las tres cuartas partes de las extensas propiedades incluidas en el mayorazgo, se rentaran en grandes bloques y bajo una variedad de arreglos. Las haciendas que trabajaba directamente la familia mediante un administrador o mayordomo, se dedicaban principalmente a la crianza del ganado. Las cosechas que crecían en estas haciendas eran producidas por los arrendatarios, sin que la familia hubiera invertido ni siquiera en implementos de trabajo. Las propiedades se encontraban en malas condiciones;  las casas necesitaban reparación, los techos se habían derrumbado y los almacenes se encontraban en ruinas.

La vida económica y social de Huascazaloya se transformó raíz de estos acontecimientos que de una u otra manera depauperaron a la comarca, provocando inmigraciones masivas y frecuentes pleitos por posesión de tierras.

Ningún hecho de armas importante o levantamiento se registró durante el período de la guerra de Independencia, como lo informaba el cura de la parroquia al Virrey Apodaca en 1812.

Para las imperiosas manos de V. Ecca, es (este) padrón general que formés este presente año, de esta mi feligresía para el cumplimiento de los preceptos de nuestra madre iglesia; con cuyo motivo tengo la dulce satisfacción de participar.

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