TRADICIONES

En un baile las muchachas deben bailar solo con su novio, es falta imperdonable si lo hacen con otro, de hacerlo, todo compromiso matrimonial queda disuelto y si había ya de por medio algunos objetos, el padre de la muchacha está obligado a devolverlos.

En un baile colocan bancas largas para que se sienten las personas mayores, las señoritas han llevado petate y en él permanecen sentadas, se levantan cuando salen a bailar lo hacen separadas, les encantan los salones de tambora o cuerda, para darle el vuelo necesario a la enagua a la expansión y al espíritu.

En un casamiento, el padre de la muchacha fija condiciones del matrimonio indicando cuantas veces quiere que pasen a pedirla, tantas veces se presentan a pedir su mano deben ir los pedidores cargando obsequios que darán al padre y familiares de la muchacha hasta dejar satisfecho lo convenido.

El día fijado para la boda se reúnen familiares y padrinos unos en casa del novio y otros en casa de la pretendida. La madrina de casamiento por obligación obsequia el petate nupcial, en él arregla a la novia vistiéndola con todas las prendas que le fueron obsequiadas, bien ataviada acude a la ceremonia si el matrimonio es religioso, el petate sirve de alfombra y al término de ella regresan para la casa del novio y a la entrada bajo un arco, de rodillas en el petate hacen entrega. Terminando el acto y frente al altar y de rodillas en el mismo petate hacen oración, ya una vez casados en plena fiesta a los padrinos y acompañantes colocan en las orejas o en la cabeza adornos de rosas de color rojo acompañado de un gallito tallado en madera simbolizando el deshoje de los desposados, mientras los músicos tocan el son de la rosa hasta que han terminado de colocar esos adornos a todos los acompañantes.

Aclarando la mañana, dos indígenas con machete en mano, uno a cada lado del camino abren la marcha azotando el machete en el piso para limpiar de obstáculos o malos aires que acechen a la nueva pareja, hasta llegar al pozo, donde la muchacha llena su olla de agua y lava la cara a su esposo y familiares de ambos, en esa forma se da a conocer como un miembro más de la familia.

Regresan a la casa nupcial y la joven se despoja de sus atavíos, entra a la cocina para tostar cinco litros de maíz para molerlo al metate con el que hará atole blanco que servirá a la mesa para que lo tomen los asistentes. Con esta demostración el suegro sabe si ha hecho o no una buena adquisición.

Al llegar los desposados a su casa después de la ceremonia religiosa o civil, enciende el fuego sagrado el sacerdote indígena o sea, el HUEHUETLACATL, el cual hace brotar frotando dos maderas, las ceras se encienden con fuego y también el de la cocina para que haya calor en la casa y los anime al trabajo, en este acto por falta de POPOXCOMITL (sahumerio) con el cual hacen sus ritos, lo que hablan y dicen solo ellos lo saben, se supone que son sus mejores para bienes  y como hay que vivir, en éste acto intervienen padres familiares y padrinos así es la ceremonia de entrega y forma de recibir a la recién casada.

Por último despiden a los familiares de la recién casada como a las diez de la mañana lanzándose al aire cohetes.

Duelo.- Cuando hay un fallecimiento todo el vecindario acude llevando un obsequio: sal, Chile, frijol, maíz, etc., y van las mujeres a ayudar porque los caseros están obligados a dar de comer.

La mesa siempre la sirven los varones.

Cuando sacan el cuerpo entra cuatro cargadores en la puerta deben romper un Huacal, para que así el difunto rompa las tinieblas y encuentra el camino de su alma.

En el acto le tuercen el pescuezo a un gallo y lo tiran a los pies de los cargadores que en su agonía da saltos, este despertará al difunto y se lo llevara a comer.

En la caja se depositan semillas  y dinero para que los emplee en la otra vida.

Cuando muere un niño es coronado y llevado en andas y adornado con flores de color rosa hasta el panteón los acompañantes van arrojando pétalos de rosas hacia el ataúd para que se esparza el perfume de las rosas y el niño sea recibido por los ángeles allá en el cielo, demostrando así su inocencia y su belleza, otros más del cortejo llevan cañas de azúcar con hojas y flor, demostrando así la dulzura de la vida y que todavía no había florecido; todo esto acompañado de música alegre y cohetes avisando con sus estallidos a Dios para su recibimiento.

Cuando mueren jóvenes que todavía no han sido casados la gente lleva de ofrendas rosas de color rojo, demostrando que todo era amor para ellos y que abandonaron todo en éste mundo en la segunda etapa de la vida, y se acompañan con música triste, de dolor porque se van cuando la vida les era de color rosa sin haber cumplido su misión.

Cuando mueran a la edad madura, ya ancianos, son ofrendados con rosas blancas demostrando con esto que ya pasaron las tres etapas de la vida y que con la muerte  han purificado el alma, dando gracias a Dios por el descanso que ha dado a esa persona y que en el más allá enseña a aquellos que se fueron sin haber terminado de pagar sus deudas en éste mundo, y que no sigan vagando en el espacio.

Todo esto es muy misterioso, ese anciano que muere es bien aceptado en el templo de Dios, porque ya pasó sus virtudes en la balanza del bien y del mal y equilibradas para pureza.

Hábitos.- El indígena  trabaja por hábito, no quiere reconocer un deber ineludible, lo hace como tiene por costumbre hacerlo y trata de mejorarlo.

En la limpia del terreno sembrado al escándalo lo hace en fila india cada uno de los trabajadores en su tramo, pero siempre uno detrás de otro en su labor se está sujetando a lo que hace su vecino no trata de ganarlo o empujarlo, guarda siempre la misma distancia, el que salió en primer término se sienta y hasta que salga el último vuelve a la faena.

Su propio trabajo lo hace con poco interés rutinario y si no alcanza a desyerbar sólo limpia al pie de  la manta obteniendo pingües utilidades, pero cuando el buen tiempo, pero cuando el buen tiempo lo compensa augurándole buena cosecha con sus jilotes y hay perjuicios del mapache, la zorra o algún otro animal, si tiene perro lo deja amarrado al centro de la milpa, el pobre animal toda la noche se la pasa aullando lamentando su suerte y así espanta a los animales prejuiciosos y cuando no, hace varias fogatas y el se va a dormir tranquilamente.

Cuando se levanta su cosecha deja de trabajar, todos sus sufrimientos y fatigados los ve colmados y se dedica a consumir en comida y bebida lo que almacenó.

Duermen y comen en el suelo sin el menor escrúpulo, padres, hijos varones y dice que para eso compró mujer y le costó caro.

La indolencia del nativo, es producto de sus sufrimientos anteriores, cuando la dominación española o de la terrible lección del movimiento armado de 1910 en que cualquier cabecilla entraba a la ranchería y hasta sus cobijas se llevaban, o bien la falta de vías de comunicación y órganos de difusión que no han permitido un verdadero intercambio entre el mestizo que vive en el pueblo y el indígena de la ranchería donde aún ha llegado la mano redentora de la revolución.

México será grande cuando haya compresión absoluta para sacar nuestras masa ignoras de ese estado de abstracción en que está para enrolarlas dentro del progreso general del país considerándolas como gentes indígenas.

 hidalguia@hotmail.com 

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