SU LITERATURA
Los poetas le han cantado a Omitlán, el bordo hidalguense
Genaro Guzmán Mayer, Fernando Celada y don Odón V. Ángeles y precisamente de
la monografía de éste último, tomamos íntegros "El poema de Omitlán",
"El Poema a Omitlán", "El Soneto Omitlán", "Soneto
Flor Omitense" y la "Leyenda de Zumate".
POETA "A OMITLAN" (Fernando Celada) |
I. |
Vergel del alma querido |
hecho con tantos primores |
en donde nacen las flores |
sin tristeza y sin olvido. |
Lugar en donde ha nacido |
del liberal el laurel |
que es copia fehaciente y fiel |
para todo mexicano |
del amor republicano |
que con el déspota es cruel. |
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II. |
Atalaya majestuoso |
cubierto de primavera; |
nido de águila altanera |
que se agita sin reposo, |
pueblo viril, pueblo hermoso |
en donde sus alas bate |
hasta alcanzar el Zumante |
en sus códores de vuelos |
con la sombra de Morelos |
que es el genio del combate. |
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III. |
Águila que con su pico |
desgarra la carne ardiente |
del jaguar hosco y valiente |
y de la hiena del hocico, |
el bosque de rincón chico |
bello y sublime paraje |
alza su canción salvaje |
de misterio y soledad |
dándole a la libertad |
por templos sólo el paisaje. |
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IV. |
Cuna de la libertad, |
cuna de la democracia |
donde con gran eficacia |
se impusiera la igualdad, |
como inspiran castidad |
sus verdes y erguidas cañas, |
como inspiran sus montañas |
en donde canta el jilguero |
que es el mejor cancionero |
en palacios y cabañas. |
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V. |
Criolla que está reclinada |
en auríferas esteras |
y que tienen tus ojeras |
color azul madrugada; |
criolla que traes empapada |
la huella de la labor |
llena de energía y de honor |
y que tiene fe y espera |
una hermosa primavera |
y un beso lleno de amor. |
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VI. |
Omitlán lleno de amores, |
Omitlan lleno de vida |
que es la tierra prometida |
de todos los luchadores. |
Aquí no mueren las flores |
no se cansa el arroyuelo |
de estar contemplando al cielo |
siempre azul y transparente |
como plácida corriente |
que va surcando su suelo. |
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VII. |
Tus manzanas hechas pomas |
son glorias primaverales |
y orgullo de las palomas, |
¡Oh tu Febo! cuando asomas |
tu faz radiante y hermosa |
deja ser la arboleda |
y entre tus hilos se queda |
temblando la mariposa. |
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VIII. |
Adiós Omitlán querido, |
tierra dulce del afán, |
sigue calentando el nido |
de tus pájaros cantores |
son águilas cantores |
son águilas, son códores |
tus hijos que aman la gloria |
y sus nombres son la historia. |
¡Serán rivindicadores!. |
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SONETO "FLOR OMITENSE"
Odón V. Ángeles |
I. |
Como en tus bosques trinan |
ruiseñores te cantan los poetas |
¡Pueblo hermoso! |
Y en poema sutil, más clamoroso |
describen tus paisajes y primores. |
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II. |
Yo te canto también, mis sinsabores |
hacen mi canto gris y lastimoso |
y en mi trance crucial y doloroso |
siento que mueren mis marchitas |
flores. |
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III. |
Te canto con fervor, solar querido |
recordando a un amor que ya ha |
partido hacia lo ignoto en tarde . |
decorada |
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IV. |
Fue una flor omitense...ya se ha |
ido... Mas su ausencia letal no t |
tiene olvido sigue siendo en mi |
afán, mi bien amada. |
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SONETO "OMITLAN"
Genaro Guzmán Mayer |
I. |
Omitlán pintoresco, de alma esteta |
que vistes tus perfiles domingueros |
con trajes de oro verde, |
manzaneros, son tus mejores de |
etiqueta. |
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II. |
Hoy sacristán hurté de tu gaveta |
tesoro de todos tus aleros |
y me traje los ojos pajareros |
todo el valor de imaginaria veta. |
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III. |
Puso un listón en gris la carretera |
en torno a tu cintura manzanera |
que de gramineas la parcela hinchó |
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IV. |
Y en la visual que en la distancia |
por Velasco, por Regla, por el |
Grande la carretera en hebras, |
se heredó. |
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LEYENDA DEL ZUMATE
Cuéntese que hace muchos, muchos años, reinaba en estos
lugares un poderoso señor que tenía por costumbre enterarse personalmente del
acontecer en lo largo y ancho de sus dominios, pero dándose cuenta de que le
era imposible estar a la vez en todos los lugares en que se presentaban
problemas, pidió el auxilio de sus dioses quienes le aconsejaron que
mandara construir su castillo en la cumbre del peñón que se levanta sobre la
verde arboleda que lo rodea y así fue que la morada real se erguió orgullosa
sobre la enorme peña de el Zumate, desde donde el rey pudo vigilar a su grey.
La familia real se trasladó a su inexpugnable mansión, la integraban doce
hijos: diez princesas y dos varones. Poco tiempo después los dos hijos del rey
partieron a la guerra, pues tribus que arribaban del norte invadían parte del
territorio de su pueblo. Las jóvenes y hermosas princesas adornaron con su
presencia esos privilegiados lugares; las cascadas exhibían radiantes los múltiples
colores con que la naturaleza pinta a esas saltarinas aguas y ellas se solazaban
refrescando sus maravillosos cuerpos; los ruiseñores trataban en vano de
competir en los silvestres conciertos que animaban los románticos y dulces
cantares de las princesas. Más todo cambió cuando cada una de ellas fue a
cumplir con su destino, formando felices pero lejanos hogares.
La soledad y la tristeza enfermaron al rey por lo que recurrió
nuevamente a sus dioses pidiéndoles su muerte, pero amando como amaba a su
baluarte, desde donde vigiló y ordenó la vida de su pueblo, suplicó que su sepulcro
quedara en medio de la enorme roca, en cuya superficie se erguía el suntuoso
castillo real; y así, una noche tempestuosa un rayo destruyó el castillo,
partió la roca y en su centro sepultó al monarca, a quien sus dioses
concedieron sus deseos por haber sido justo y lleno de amor para sus súbditos.
Los dioses instruyeron a las princesas incitándolas a que al iniciar la
primavera de cada año regresaran al sepulcro de su padre y lloraran por su
muerte, ellas regresan cuando la madre naturaleza empieza a poner nuevas
vestiduras a las frondas de la arboleda y las flores en botón propugnan por
abrir sus corolas; y las princesas lloran plenas de dolor. Corre la conseja en
que sus lágrimas resbalan por las faldas de las montañas y aumentan el caudal
de manantiales, arroyos y ríos llenando de vida y fertilidad a la campaña
entera.
hidalguia@hotmail.com
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