En la sierra empapada de rocío,
aromada de ocotes y copales.
Donde trinan las aves en estío
y reposan sus sueños invernales.
De ahí donde las aguas de su río
van cantando con voces melodiosas.
Se levanta orgulloso el caserío
con la humilde belleza de sus chozas.
Es San Bartolo, joven y arrogante.
Que va ostentando altiva su bandera.
De sus hermanos pueblos va adelante,
brindándoles su mano compañera.
Y, así coronado con la gloria,
de su estirpe valiente y legendaria
es gran orgullo su pasada historia
que nos narra su "Ceiba" centenaria.
Y nos habla de grutas encantadas
donde anidan sus aves nocturnales.
De donde se desprenden a cascadas
los pájaros en vuelos matinales.
Donde los cerros juntan sus grandezas,
cual dos gigantes dándose la mano.
Formando valla con gentil belleza
a las revueltas aguas del verano.
Permite recordar tus limpios cielos
de azules tardes en el mes de Junio
donde las golondrinas con sus vuelos
esperan el plateado plenilunio.
Son la escuela, el palacio y aquel puente
tres joyas que conservas en tu suelo
como huella imborrable y refulgente
de Francisco Retama y Manuel Melo.
Y... recordar tus noches placenteras
en las que tus muchachas en la arena
al compás de guitarras huapangueras
zapatean un caimán o la azucena.
Admiro tu belleza San Bartolo
y la historia que cuenta tu pasado
y quisiera con musas del Apolo
cantarte cual poeta embelesado.
A tu nombre cantarle yo quisiera
pregonarlo por los universos.
Pero ya que mi mente es traicionera
sólo he logrado mil humildes versos.
San Bartolo Tutopepec, Hidalgo.