Cinco y contando… son las tumbas donde ha pernoctado Cristóbal Colón, desde que solicitó ser enterrado en Santo Domingo, como reconocimiento al encanto que la causó el descubrimiento del Nuevo Mundo.

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Del tingo al tango, como fue en vida, ha sido su viaje por el más allá; ahora en hombros de camaradas interesados en poseer sus restos mortales, Colón dejó de transitar sobre la mar océano apenas en 1902, cuando quedó instalado en la impresionante Catedral Sevillana, el majestuoso templo católico solo menor ante El Vaticano, y la mayor de las catedrales góticas.

 

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Ahí, en la nave principal, están los restos del impar navegante recuperados en Cuba, donde fueron llevados desde Santo Domingo, luego de permanecer en Valladolid tres años donde falleció de males cardiacos; lo enviaron a la Cartuja de Sevilla, para seguir de regresó a su añorado Santo Domingo, hoy República Dominicana, donde permaneció el fiambre hasta 1795, para viajar a La Habana y un poco más de un siglo, fue reenviado a Sevilla en 1898.

 

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En esos casi cuatro cientos años, el buen Cristóforo Colombo fue estudiado, investigado, analizado de mil maneras, en pos de dar con fallas o engaños acerca de la veracidad de los restos mortales del marinero audaz. Apenas con las técnicas modernas (ADN) y con los enlaces familiares vivos, se comprobó la autenticidad de tales despojos, quedando en la duda si los huesos dejados en el Caribe Antillano, también pertenecen al descubridor o son meros recursos publicitarios interesados en captar el interés de los historiadores.

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El féretro lo cargan los cuatro heraldos de los reinos de Castilla, León, Aragón y Navarra como representantes de los reyes Fernando e Isabel, patrocinadores de los viajes del marino a ultramar.

El pedestal es de roca y mármol.

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Don Cristóbal Colón, debe estar encantado con la infinita cantidad de estupideces que se le atribuyen, como las emitidas por la barragana favorita del peje-mamón, que para llamar la atención se fue encima de quien ya no puede defenderse y que tampoco le importa lo que digan, pues sus hazañas van más allá de las ansias de hacer cera y pabilo con quien se sabe inmortal.

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La prodigiosa catedral sevillana, contiene mil y una maravillas de arte, de historia y alardes de arquitectura trascendentes.

Combina construcciones árabes con europeas; encuadra la bien afamada Giralda, consistente en un minarete musulmán coronado con una cúpula cristiana, creando una imagen mundialmente conocida. Vale la pena viajar y conocer estos sitios que, sin duda, son bienes de toda la Humanidad. 

 

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Cosa de animarse un día de estos para ver un poco más de cerca y bien documentada parte de nuestra indisoluble Historia.

En Sevilla, está la Torre del Oro, para cereza del pastel, el Archivo de Indias… además la deliciosa comida andaluza, el paisaje, el ambiente festivo y la gente… los sevillanos se cocinan aparte, sólo pensar en la Feria de Sevilla en la semana santa, da para soñar despierto.

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Perro comiendo perro… así están los politiquitos del lastimoso del estado de Hidalgo, mordiendo y ladrando por los despojos de lo que saquearon durante casi un siglo.

Hidalgo, perderá sin que importe quien sea el nuevo encomendero; los que ya fueron y los que vienen, son hijos de la misma loba insaciable, mala madre, ella., no importa cuál sea el disfraz que porten, se les ven la afiladas garras, el hocico babeante, los ojos sanguinolentos y el gesto arrebatado…sin que cuenten las recomendaciones y apoyos que les dan impunidad… Hidalgo pierde, como ha sido su triste devenir desde su fundación… nada cambia… todo es igual, solo que ahora vociferan y son más descarados y  mucho,  pero mucho, más cobardes.… lástima.

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Desde Sevilla, para expandir el mundo conocido, salieron Colón, Cortés, Magallanes y Elcano.

Cristóbal murió a los 54 años, Hernán se peló con 62, Fernando felpó con 41 añejos y Sebastián de 49 cumplidos… jovenazos los grandes aventureros.

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Hernán Cortés Pizarro, dejó dicho que sus restos fueran traídos México, donde aún quedan unos cuantos huesos en el Hospital de Jesús, fundado por él mismo.  Juan Sebastián Elcano, murió cuando pretendía dar la segunda vuelta al mundo, enfermo de escorbuto, no logró sobrevivir; fue arrojado al Océano Pacífico. Fernando de Magallanes fue herido y muerto; desaparecido su cadáver en una de las siete mil islas del archipiélago filipino.

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La nave Santa María, de Colón, era la más grande, cargaba con 200 toneladas; la Pinta, la menor, con 17 metros de eslora y 60 toneladas de capacidad.

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Magallanes y Elcano salieron de España con cinco naves; solo regresó la Victoria, siendo la menor de la flota con suficiente carga de especias para cubrir todos los gastos de la expedición y dejar buenas utilidades a los patrocinadores de la travesía.

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La Trinidad, única nao de Magallanes que retornó, podía cargar 102 toneladas, medía 28 metros de largo; sobre vivieron apenas 18 marinos de los que dieron la primera vuelta al Mundo.

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Réplicas exactas de las carabelas, naos, bergantines, corbetas, carraca, y demás están en el Río Guadalquivir… en Sevilla… para la admiración y goce de los que pueden conocer la Historia sin complejos y prejuicios estúpidos… ¿acaso hay de otros?

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Wences Angulo, apantalló a los fieros navegantes, surcando el infinito mar de nubes en una chalupa originaria de Xochimilco, impulsada por peces vela.

 

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Transfiguración 2022/01/05