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Sicarias

Pilar Ramírez: Política en tacones
ramirez.pilar@gmail.com

24 de febrero de 2016 

 

Gisel Cerecedo, miembro de la Unión de Padres de Familia, Comité Xalapa, llamó sicarias a las mujeres que abortan, no sólo eso “quienes defienden el aborto y lo promueven, convierten a las mujeres, adolescentes y niñas en sicarias de sus hijos” afirmó Cerecedo hace unos días, es decir, también el que agarra la pata de la mítica vaquita que se mata. La solución que la señora Cerecedo propone para evitar este problema es fácil “la verdadera solución no es una educación sexual, sino la total abstinencia de las relaciones sexuales”. Ya está. ¿Cómo no se nos había ocurrido?


Foto: http://avcnoticias.com.mx

            Cerecedo, al igual que el resto de la organización a la que pertenece y otros grupos conservadores como el “Sí vida” que solicitó la modificación constitucional para garantizar la vida desde la concepción en Veracruz son la muestra viva de que la historia no sigue un desarrollo lineal, siempre hay reminiscencias de épocas anteriores y a veces son tan persistentes que sobreviven y en momentos se imponen. Es como vivir en varios planos simultáneos. Ay, Gramsci, algunos ya no te recuerdan.

En este siglo XXI podemos ser testigos de los descubrimientos científicos más increíbles al mismo tiempo que alguien ofrece –en serio aunque parezca broma– una declaración medieval como esta de llamar sicarias a las mujeres que interrumpen su embarazo. Es tan sorprendente una tomografía que puede salvarnos la vida gracias a la posibilidad de mostrarnos la conformación precisa de ciertos órganos con el registro de imágenes en varios planos como lo que me contó hace poco con gran naturalidad Felipa, la señora que hace favor de ayudar a mi familia con las pesadas tareas hogareñas: ella y su esposo viajaron a Puebla para llevar a su hijo con una señora que cura “el mal”, porque el niño seguido padece de perrillas en los ojos y eso, le dijo su marido, con lo que ella concuerda, no es normal, debe ocurrirle porque alguien le quiere hacer daño. Así, al magro ingreso de los dos se le tuvo que rascar para que los tres viajaran de Xalapa a Puebla, se trasladaran hasta el poblado donde está la señora de los poderes sobrenaturales, le pagaran por “curar” al niño, gastaran en alimentos y en el viaje de regreso. Las perrillas siguieron.

Del mismo modo, mientras la ONU ha determinado que el aborto es un derecho humano, como parte de los progresos mundiales en el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres, más de la mitad de las entidades federativas de México han aprobado leyes antiaborto. En Veracruz, el caso más reciente, el Congreso local aprobó la iniciativa del gobernador en 20 minutos, sin haber sido analizada en comisiones. La exposición de motivos de tal iniciativa señala, entre otras cosas, que responde a la petición de la agrupación “Sí vida” sin mencionar cuántos ciudadanos firmaron la petición popular.

Según el INEGI, Veracruz es la quinta entidad con más abortos inseguros y muchos de ellos conducen a la muerte materna. La ONU ha señalado ya la responsabilidad del país por no ofrecer un aborto terapéutico legal y seguro. Los legisladores que aprobaron la ley dicen que en Veracruz no se criminaliza el aborto porque no se encarcela a las mujeres, pero no reconocen que esta ley es para cerrarle la puerta a la legalización de la interrupción del embarazo y que, como ha señalado el abogado Diego Valadés, si se protege el derecho a la vida desde la fecundación, el atentar contra ella se convierte en homicidio calificado, y que la ley votada en Veracruz no sólo es una afrenta a los derechos sexuales y reproductivos de la mujer sino un desafío a las disposiciones constitucionales.

A pesar de lo anterior, espero que no todo esté perdido. La jurisprudencia sentada por la Suprema Corte de Justicia que al legalizar la interrupción del embarazo en la Ciudad de México es precedente jurídico para el resto del país. Tenemos a la ciudad de México como opción de atención, pero limitada a las mujeres con más recursos. Está la presión internacional y el gran activismo de muchas mujeres. Entre ellas hay que reconocer la tarea de la legisladora veracruzana Mónica Robles, quien expuso recientemente el caso de Veracruz en el foro “El derecho a decidir y las reformas constitucionales para garantizar la vida desde la concepción” organizado por la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. Quienes defendemos los derechos de las mujeres tenemos la tarea de difundir información para que incluso mujeres como Gisel Cerecedo puedan comprender que el derecho a la vida no puede aplicarse anulando el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. Hacerle ver que el concepto de vida que defiende es muy limitado y que la vida no es un cuerpo respirando, es un ser humano con la posibilidad real de disfrutar, aprender, desarrollar sus potencialidades y estar feliz de estar vivo. Para eso se requiere una persona que decide con libertad y responsabilidad traer un hijo al mundo, porque tiene o buscará opciones para ofrecerle lo que necesita para intentar que ese pequeño logre considerar la vida como algo agradecible. Esa persona no puede ser una mujer que responsablemente admite que no puede asumir la maternidad, pero de todos modos se le impone, y mucho menos si se le señala socialmente con el ofensivo nombre de sicaria.

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