Acoso
callejero
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Mayo 10 de 2017 Las mujeres han tenido históricamente un acceso limitado a la participación política. Muchas puertas de entrada a ese mundo no pertenecen al ámbito formal. Los hombres, tradicionalmente con más libertad de tiempo y de movilidad, ingresan a las organizaciones políticas o a los partidos, justamente a través de esos mecanismos no formales. Sin la carga del trabajo doméstico o del cuidado de los hijos, la vigilancia de los deberes escolares y la preparación de alimentos se han sentido con libertad -y han hecho uso de ella- para participar en los ámbitos informales en los que se concretan los compromisos o los acuerdos políticos. Van con sus compañeros de partido o con el líder político que los puede encaminar para conseguir puestos o candidaturas a tomar la copa, al partido de futbol, al juego de cartas, a la conferencia, a la presentación del libro, pueden permanecer hasta muy entrada la madrugada si es preciso organizar un acto político o cualquier otra actividad que les reporta dividendos políticos o que les ofrece “un aparador”, es decir, los actos públicos en los que dejan ver sus “virtudes” y sus “alianzas”. Digamos que tienen tiempo de hacer la talacha política que luego se ve coronada con una candidatura o con un puesto en el sector público. Las mujeres participan poco de ese mundo. Tanto porque no resulta natural, después de tantos años de no hacerlo, como porque si intentan imitar estas actividades de los hombres, se les cuestionará moralmente. La lucha por la participación política ha tenido que darse primero en los canales formales, como en la participación electoral. Lograr las cuotas para transitar luego a la igualdad de género en la legislación electoral. Trabajar por cerrar los subterfugios que, una vez garantizada la participación formal, se han usado para que los hombres sigan teniendo el dominio político, como las candidaturas para mujeres en distritos que los partidos políticos saben que no ganarán, pero con las que cumplen la cuota de género o eliminar la suplencia de hombres para evitar casos como el de las “Juanitas”, en los que cuando una mujer gana un puesto de elección popular, renuncia a favor de su suplente hombre. El camino para incrementar la participación política de las mujeres ha sido largo y empedrado. Por eso, cuando una mujer logra una candidatura o llega a un puesto de elección popular, generalmente, es algo que las mujeres podemos celebrar. Se ha corroborado que cuantas más mujeres ocupan puestos legislativos, se legisla más en favor de sus derechos. Allí están, por ejemplo, los estudios comparativos que ha realizado la investigadora española Antonia Martínez para México, Argentina, Chile y Uruguay. Es difícil que las mujeres entren a la esfera política y cuando lo hacen, por la vía de las candidaturas, ¿las mujeres deben votar por ellas? ¿Quiere esto decir que para trabajar adecuadamente por el ejercicio pleno de los derechos de las mujeres es preciso que votemos por candidatas? No necesariamente. No, mientras no sepamos cuáles son sus propuestas en materia de género. Prácticamente todos los partidos tienen en sus plataformas un apartado de género, la mayoría de los candidatos hacen propuestas para “mejorar” la situación de las mujeres, pero no he visto verdaderas propuestas que dejen ver el interés o el conocimiento de la perspectiva de género.
Si yo viviera en el Estado de México, le diría a la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, que no le daría mi voto, como no se lo di cuando fue candidata a la presidencia. ¿Y sabes por qué Josefina? Porque has puesto a un lado el tema de género. Ni siquiera te has tomado la molestia de pedir a tus asesores que te informen de las cuestiones elementales de esta perspectiva. Tu partido es el defensor de la “vida desde la concepción” y no ha habido ningún indicio de que contradigas esta postura. Es de esperar entonces que la criminalización del derecho a decidir esté garantizada contigo. Harías caso omiso del reclamo de las mujeres que defienden su derecho a decidir sobre su cuerpo e ignorarías las recomendaciones de la ONU en el sentido de legislar a favor de ese derecho. Josefina, reviso tu cuenta de Twitter y tu oferta de campaña más recurrente es sacar al PRI. Creo que ahora tienes un dilema: convencer al electorado para sacar al PRI, aunque tu verdadero competidor es Morena y su candidata Delfina Gómez. En esos 140 caracteres te repites constantemente, pero no hay espacio para el tema de género. No me gusta que uses a las mujeres como lo hacen la mayoría de los candidatos, para sacarte la foto. Escasas imágenes con mujeres, por cierto. Las mujeres con las que te fotografías tienen caras compungidas, no sonríen, quizá porque no te sienten cercana ni franca ni empática. Los feminicidios en el Estado de México son un problema muy grave, pero ese parece ser un tema que prefieres no tocar. Hay activistas pidiendo perfiles de los feminicidios, sistematizar la información, utilizar los recursos informáticos para ver por dónde atacar el problema, pero tú no le dedicas tiempo a esto. Parece que las mujeres que te son útiles sólo son las que pueden salir en la foto y que parezcan muchas. Imagina cuánto espacio pueden abarcar las cruces de las mujeres asesinadas, en un estado que ya superó la situación de Ciudad Juárez. Sobre la alerta de género de once municipios tampoco has dicho nada, quizá porque no tienes nada que aportar, pues no has solicitado información sobre los protocolos ni reportes sobre lo que (no) se ha hecho, pues sólo en este año se han registrado 37 feminicidios. El Estado de México obtuvo el deshonroso primer lugar en violaciones con cinco mil 954 casos entre 2014 y febrero de 2017 pero nadie te ha pasado tarjetas con estos datos. La candidata independiente Teresa Castell está proponiendo un padrón de delincuentes sexuales y no has hecho eco de ello. Hasta a las mujeres migrantes has olvidado, a pesar de tu fundación. Quizá para no tener que explicar los recursos que recibiste del gobierno priista, de ese mismo PRI al que deseas con tanto ardor arrebatarle la gubernatura. El problema de que seas tan monotemática con lo de sacar al PRI, quizá para alzarte con el triunfo de hacer llegar la alternancia al Estado de México, te ha hecho olvidar circunstancias muy graves en el estado. Pero, lamentablemente, sobre todo, a las mujeres, cuyos derechos no puedes defender en su totalidad porque no los conoces o por una cuestión de principios partidistas. Estas son las razones, Josefina, por las que no podrías contar con mi voto. Si no tienes tiempo ni para contestar en Twitter, no te mortifiques, yo entenderé. |