Involúcrame y lo aprendoDe Pilar Ramírez Ramírezramirez.pilar@gmail.com10 de abril de 2008 Hace algunos días, por razones de trabajo, entré en contacto con maestros que participan en el programa Cero Rezago en Titulación que llevan a cabo las instituciones públicas formadoras de maestros en Veracruz. La idea es sencilla: se les ha propuesto a los profesores que tienen pendiente el trámite escolar de titulación que realicen un ensayo breve sobre algún tema que, de preferencia, recupere su experiencia profesional en la educación. El programa está dirigido a veinte mil mentores que se encuentran en esta circunstancia. La convocatoria, que no necesitó un gran despliegue en medios, tuvo una respuesta inusitada y de golpe levantaron la mano poco más de cinco mil maestros. En principio parecía sólo un trabajo administrativo que daba a los docentes la oportunidad de titularse. Un pequeño acercamiento con estos maestros puede modificar radicalmente la óptica: en realidad se está abriendo una inusual oportunidad de obtener materiales de una riqueza inapreciable: Miles de maestros que pondrán en blanco y negro cómo se vive la educación en Veracruz. Los maestros con los que tuve ocasión de conversar tienen historias ricas y abrumadoras que se empatan o desafían a las teorías, pues han estado cerca de la realidad de la educación en zonas rurales, indígenas, atendiendo a alumnos con discapacidades de diverso tipo, en zonas urbanas marginadas, en sitios donde ningún alumno maneja una computadora y menos internet, o bien, escuelas de zonas urbanas que sirven para corroborar los contrastes. Llegaron maestros jubilados, jóvenes, mayores, embarazadas, con muletas, la concurrencia de las 17 sedes fue variopinta, y, en una buena y esperanzadora cantidad de casos se pudo descubrir un brillo en los ojos que produjo la invitación a compartir esa riqueza que han acumulado a lo largo de los años. De un encargo de trabajo pasó a ser una experiencia aleccionadora y emotiva. Acudí al siempre inagotable Elias Canetti que habla de la inclinación de los escritores a buscar un modelo y lo beneficioso que resulta cuando encuentran uno que permite hurgar al interior de uno mismo “pues nadie que empieza puede saber qué encontrará en sí mismo. (…) Cuando por vez primera, de improviso, se encuentra ante algo que no conoce, que nunca le llegó de ningún lado, se asusta y siente un vértigo: pues aquello es realmente lo propio. “Puede ser muy poco: un cacahuate, una raíz, una piedrita diminuta, una mordedura venenosa, un nuevo olor, un sonido inexplicable o incluso un filón oscuro y de largo alcance. Cuando él tenga el valor y la presencia de ánimo para despertarse del primer vértigo temeroso y reconocer y nombrar aquello que ha encontrado, empezará su vida auténtica, la propia”. Estos maestros que aún deben su trabajo recepcional y quieren aprovechar el programa, son profesores que tienen de uno a 30 años de haber egresado; que han perdido oportunidades laborales, profesionales o económicas por no contar con el título; más de la mitad de ellos trabajan en medios semiurbanos, indígenas o rurales; la mayoría está activa y frente a grupo; cerca de la mitad no sabe utilizar bien internet porque no tiene una computadora, pero han hecho un esfuerzo por ir a un café-internet para abrir una cuenta de correo que les permita participar en el programa. Estos maestros están en vías de percibir que si hurgan en su interior, que si ponen al descubierto esa parte de su trabajo docente que más los ha cimbrado, la que más ha llamado su atención y a la que han dedicado años, podrán hacer una aportación invaluable para obtener un mosaico multicolor de las problemáticas que vive la educación en nuestro estado. Tenemos tan endurecida la piel a fuerza de sobrevivir programas gubernamentales, que nos resistimos a reconocer cuando surge una iniciativa que merece reconocimiento. No han faltado las interpretaciones retorcidas que ven un laberinto en esta vía plana, derecha y corta que dará a los maestros la oportunidad de concluir con sus deberes escolares y a las instituciones obtener páginas llenas de vida, testimonios, experiencias y reflexiones sobre el ambiente escolar. Con esta propuesta, Veracruz pone a la federación y a otras entidades un ejemplo nada desdeñable, un programa en el que se exige a los maestros un esfuerzo a la medida de su trayectoria y de su formación, pero con un formato accesible para que descubran lo mejor de ellos, lo mejor de su experiencia como mentores. Bien por la Dirección de Escuelas Normales, la Universidad Pedagógica Veracruzana y la Universidad Pedagógica Nacional, responsables del proyecto. Este programa corrobora aquella afirmación de Benjamín Franklin que decía “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”.
Verosimilitud, ficción y
realidad
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