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Los casos

Pilar Ramírez: Política en tacones
ramirez.pilar@gmail.com

Abril 14 de 2016 

En muy diversos ámbitos de la vida social recordamos los casos famosos porque fueron los primeros, por espectaculares o porque dejaron huella. Es decir, porque hubo elementos que les dieron un registro especial. Existen numerosos casos en política, deporte, ciencia y arte, sólo por mencionar algunas áreas donde hay personas especiales.

            En el caso de las luchas por distintos derechos humanos, la historia registra hombres y mujeres que han arriesgado su vida o incluso la han ofrendado y eso los ha hecho únicos. No sólo se convierten en ejemplo sino también en referencia para continuar o para dejar ver a otros que exigen lo mismo.

            ¿Quién no recuerda a Rosa Parks, figura infaltable en la historia de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos? Quizá esta mujer negra nunca pensó que su negativa a abandonar el asiento del autobús reservado a los blancos con su consecuente encarcelamiento iba a desatar un movimiento como el que sobrevino al incidente.

            En el fallido asalto al Cuartel Moncada de 1953 en Cuba participó Haydée Santamaría que era la encargada de llevar las armas hacia Santiago de Cuba y tomar el hospital Saturnino Lora para atender a los heridos. La toma del cuartel fracasó y muchos rebeldes fueron detenidos y torturados, entre ellos Haydée. Con la finalidad de obligarla a denunciar a más rebeldes los militares cubanos le presentaron un ojo de su hermano Abel Santamaría y los genitales de su novio Boris Luis Santa Coloma pero ni así traicionó Haydée su causa.

            Rigoberta Menchú y su familia, en su defensa por los derechos de las personas indígenas, entre ellos el derecho a la tierra, sufrieron diversos ataques del ejército guatemalteco. Es la propia Premio Nobel quien cuenta en su libro Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia cómo su padre y su hermano fueron capturados y torturados por los militares. Ella presenció cómo su hermano fue quemado vivo. Eso tampoco la detuvo en su activismo.

            En el campo del feminismo destaca la figura de la británica Mary Wollstonecraft la autora de Vindicación de los derechos de la mujer como precursora del movimiento, en una conservadora Inglaterra del siglo XVIII que no daba cabida a exigencias de esta naturaleza.

            La lista es larga, muy larga y peco de omisión al no poder mencionar a todas: Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez o Teresa Medina de la Sota-Riva, independentistas mexicanas; Alexandra Kollontai la feminista rusa. Aunque por cada nombre que mencionamos dejamos fuera a muchas otras que, como ellas, también se arriesgaron, también dieron su vida, su energía o muchos años pero de cuyos nombres, figuras y vida no quedó registro.

            En nuestros tiempos, en realidad no hace falta ser héroe o heroína, a veces es suficiente con contar una historia, una historia que actuará como una espina que revienta el globo, que incentiva a contar otras historias. Es cierto que muchas historias que se extienden como pólvora o se inflan como enormes globos no tienen nada dentro, porque los medios están ávidos de historias, de esas que atrapan a las audiencias, las que les garantizan no sólo más lectores o espectadores sino también más clientes, pues los medios no venden tiempo en televisión o en radio ni espacios en los periódicos, venden audiencias.

            No todas esas historias están vacías. A veces en una quedan representadas muchas. Sin ir muy lejos, una historia regional que se volvió nacional fue la de las madres activistas de Xalapa. Un grupo de activistas ha acompañado política y legalmente a estas madres que son separadas de sus hijos por exmaridos influyentes y poderosos que utilizan sus relaciones para quitarles a los hijos porque saben que es uno de los golpes más dolorosos que se le puede dar a una madre. Mayela García y Yadira Hidalgo hicieron un documental sobre este tema, que ganó un premio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo cual sirvió para colocarlo en la agenda nacional y visibilizar este fenómeno que se repite en todo nuestro país, todo los días.

            Desde hace semanas está en los medios el caso de la violación que sufrió Daphne Fernández en el que colaboraron cuatro jóvenes de familias adineradas, las que pusieron a trabajar sus recursos y relaciones en busca de la impunidad de sus hijos. La autoridad se mostró impasible y colaboradora con los presuntos delincuentes, tanto como para darles a dos de ellos oportunidad de huir al extranjero. El caso, por los excesos de la autoridad y el cinismo de los presuntos delincuentes, ha sido recogido por la prensa nacional e internacional. Han aparecido, sin embargo, voces que critican tantos reflectores en el caso Daphne, como una exigencia de justicia clasista.

Cierto que hay otras víctimas en iguales o peores circunstancias, pero el hecho es que este caso de Veracruz está obligando a ver la impunidad, la lentitud de las autoridades, la complicidad revestida de ineficacia y, sobre todo, está propiciando rechazo a los argumentos que antes parecían verdad absoluta e irrebatible: “salió a tomar, ella se lo buscó”, “cómo no iba a pasar si andaba de fiesta hasta la madrugada”, “vean cómo se viste, ¿qué esperaba?”. Las mujeres jóvenes y adolescentes tienen derecho a la diversión, la violación no debe ser un castigo a ello. Se trata de Daphne, sí, pero también de todas las demás víctimas. Ahora, a la sociedad civil nos toca aferrarnos a estos casos para que se vean los demás y se les haga justicia, no subestimar el caso de Daphne.

 

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