Españolas y españoles; ministros y ministras…

De Pilar Ramírez Ramírezramirez.pilar@gmail.com

24 de abril de 2008

        Se salvó de que le pidieran una constancia de no embarazo por tres razones sencillas: la evidencia aplastante de los siete meses de gestación, no trató de ingresar a trabajar en una maquiladora del norte de México sino que fue nombrada ministra de Defensa por el presidente de España. Sí, se trata de Carme Chacón Piquera, la embarazadísima catalana socialista de 37 años que acaba de asumir un cargo en el que sólo había tenido predecesores varones.

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero sabe sacudir a la opinión pública. Se le ha acusado de efectista, pero golpe mediático o no, allí están nueve mujeres ocupando el cargo de ministras de las 17 carteras que hay en el gobierno español. El más polémico sin duda es el nombramiento de Chacón. Causa curiosidad cómo habrá recibido la tropa a la nueva jefa de las fuerzas armadas si otro primer ministro, el italiano Berlusconi, ya le está vaticinando a su vecino que tendrá problemas para gobernar a tantas ministras.

El caso español es único en la determinación de mostrar que la equidad es posible. No sólo tiene a mujeres en las carteras de Sanidad, Fomento, Educación, Medio Ambiente, Administraciones Públicas, Vivienda, Ciencia e Innovación y Defensa, sino que acaba de crear el Ministerio de Igualdad, también a cargo de una mujer, para garantizar que la situación de desventaja de las mujeres se neutralice, y poder apuntar realmente a un equilibrio que haga innecesario un ministerio de esa naturaleza.

En los medios de muchas partes del mundo se ha comentado el nombramiento de Carme Chacón, lo cual resulta lógico en vista de que es la primera mujer en ocupar el cargo de ministra de Defensa, pero es aún más inusitado si se toma en cuenta que España movilizó tropas a Irak y están pendientes decisiones militares importantes a ese respecto. Se entiende menos, a no ser por la costumbre, que un país como México, donde se vive desde hace muchos años una situación de paz, no haya decidido abrirle paso a las mujeres en los altos cargos de la milicia.

Sólo como dato para ilustrar la diferencia, el pasado mes de enero, la Heroica Escuela Naval anunció que por primera vez abrirá sus puertas para que las mujeres se incorporen a la Armada de México, por lo cual en el próximo ciclo lectivo admitirá mujeres en las carreras de Logística Naval, Ingeniería Mecánica Naval e Ingeniería en Electrónica y Comunicaciones, novedades tanto en la formación de oficiales marinos como en la de ingenieros de la Armada. Esta apertura se da a los 110 años de fundada la Escuela Naval.

En el ámbito de los altos cargos del gobierno, los nombramientos de mujeres en México han servido para llenar el expediente, para no ser el negrito en el arroz frente a una comunidad internacional que ha puesto en la agenda el tema de la equidad. De las 19 secretarías del gabinete calderonista, sólo tres son ocupadas por mujeres. Quizá la única de ellas que ha mostrado cierto oficio político es la secretaria de Educación, sin que ello signifique que ha demostrado eficiencia administrativa o resultados alentadores para la educación nacional.

Los acontecimientos recientes en el plano internacional dejan ver una cancillería gris que terminó por pulverizar en este sexenio la tradición diplomática mexicana. La grisura de la oficina de Tlatelolco es tal, que los panistas mejor invitan al ex canciller Jorge G. Castañeda para que capacite a los diputados federales del PAN sobre política exterior y no a la actual secretaria del ramo.

La secretaria de Energía, por su parte, hace lo que puede, que no parece ser mucho, frente al vendaval que ha desatado la iniciativa para la reforma energética. Hace días, entrevistada en un noticiario matutino, la escuché hablar sobre la famosa reforma; sus afirmaciones tenían el mismo encanto, fuerza y entusiasmo con el que podría recitar el tercer capítulo de su tesis de doctorado o la tabla periódica de los elementos.

Como en otras ocasiones, hemos pretendido conjurar con palabras la realidad vergonzante de la inequidad y, en algo que no resultó más que un tibio desafío a la gramática, desde el sexenio pasado nos dio por repetir “mexicanas y mexicanos” para aligerar la conciencia.

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Tacón alto.- Mientras muchos han caído en la tentación de pensar “se lo ganaron” en relación con el asesinato de los cuatro estudiantes mexicanos a manos del ejército colombiano en Ecuador, la UNAM da una muestra ejemplar de dignidad, que no tuvo el gobierno federal, y toma la defensa tanto de los jóvenes como de la institución. Ni guerrillera, ni narcotraficante, ni terrorista, simplemente digna y plural.

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