Hablemos de otra cosa 16/02/17 |
Abril 6 de 2016 La compañía refresquera que produce Sidral Mundet lanzó hace unos meses una campaña interesante llamada “A la mexicana”, basada en encuestas sobre lo que opinan los mexicanos acerca del estilo nacional de hacer las cosas. Como nos lo informan en uno de los comerciales, hacer las cosas “a la mexicana”, según la opinión vertida por muchos mexicanos en las redes sociales, es hacerlas mal, al aventón, chafas, de la manera fácil, región cuatro, hecho con las patas, con el menor esfuerzo posible, hacerlas sin importar si quedan bien o mal. El mensaje de la refresquera, que por cierto ya no es mexicana, sino que pertenece desde 2002 a la transnacional Coca Cola, es motivador sin duda. Invita a cambiar el sentido de la frase para que de ahora en adelante hacer las cosas “a la mexicana” sea hacerlas bien, como el refresco que anuncia.
Es un buen mensaje, sin duda, pero es mínimo el impacto que puede tener un anuncio cuando no hay acciones que refuerzan la invitación. Hemos construido, es cierto, una tradición de hacer las cosas mal, al “ahí se va” (frase sobre la cual ya hubo una campaña con una cancioncita pegajosa) o “a la mexicana”. Todos ponemos nuestro granito de arena; las personas, las instituciones, el sector privado y el público. Las contribuciones son de todos tamaños. Por más optimistas que queramos ser, por más que quisiéramos evitar el sentido actual de la frase, todos los días nos encontramos con este estilo que cada vez refinamos más. Nos volvemos todos unos maestros en el arte de hacer las cosas “a la mexicana”. Llegamos tarde al trabajo una y otra vez. ¡Vida laboral a la mexicana! Aconsejamos a nuestros hijos pequeños a decir mentiras en la escuela si por alguna razón deben faltar cuando no podemos llevarlos, pero les metemos unos gritos desaforados si nos dicen mentiras. ¡Educación a la mexicana! Vamos al banco y hacemos una fila interminable, cuando estamos casi desfalleciendo y creemos que es nuestro turno, se mete una persona que lleva algunos miles de pesos y pide que se lo cambien por monedas o billetes de baja denominación, reclamo que es mi turno y dice la cajera o cajero, para esta operación no se debe hacer fila porque no queda registrada, pregunto ¿entonces la fila es sólo para control del banco y no para dar buen servicio a los clientes, porque de todos modos el cajero invierte tiempo y yo –que ya hice fila– estoy obligada a esperar más de lo debido? ¿El empleado bancario levanta los hombros con indiferencia y todavía agrega que si gusto puedo poner una queja (???) mientras cuenta el cambio que dará al que va por el cambio y no se formó o no tomó turno. ¡Servicios bancarios a la mexicana! En el pequeño jardín al que voy a caminar de vez en cuando hay unos grandes letreros que piden recoger las heces de las mascotas. Un día sí y otro también, llega algún vecino con su mascota, la suelta en los arriates y deja que el perrito o perrote descargue sus intestinos. Los más cínicos simplemente esperan a que la mascota haya paseado y resuelto su necesidad, le coloca nuevamente el collar y se la lleva, dejando la materia fecal que seguramente deshará la lluvia, después el veracruzano sol quemante la convertirá en polvo y todos, incluido el dueño de la mascota, la respiraremos. Los hay tramposos y taimados que para evitar un reclamo llevan una bolsita que nunca usan y, para colmo, a veces la dejan tirada en el jardín. ¡Amor a los animales a la mexicana! Cerca de mi casa hay un puente y debajo de él una glorieta complicada que sólo se autogobierna con el uno por uno, es decir, los conductores deben pasar por turnos. Claro que nunca falta el que quiere pasar, aunque no le corresponda con las complicaciones consecuentes, los choques o los claxonazos para las frecuentes y sonoras mentadas. El gobierno municipal anterior (en la ciudad de Xalapa) hizo instalar los semáforos para controlar el tránsito; durante años los semáforos sólo parpadearon y nunca dieron servicio. ¿por qué? no se sabe, ¿cuánto costó esa infraestructura que no sirvió? misterio. Y allí siguen parpadeando algunos focos, quizá hasta que todos se descompongan. ¡Servicios públicos y rendición de cuentas a la mexicana! La sociedad veracruzana está muy atenta a un caso de violación contra una menor de edad, en la que participaron los hijos de cuatro familias adineradas y poderosas a quienes apodan Los Porkis de Costa de Oro. No conformes con el delito y la vejación a esta jovencita, los presuntos delincuentes rompieron el acuerdo al que habían llegado con la familia de la víctima de no mencionar el asunto en atención a que ella prefería no ventilarlo públicamente para hacer un poco más fácil su recuperación, razón por la cual no presentó denuncia. Los chicos “traviesos” hicieron comentarios insultantes en las redes sociales contra la joven. La familia decide hacerlo público para detener esta revictimización y da a conocer videos grabados en fecha cercana a los hechos, en los que los jóvenes ofrecen disculpas por su delito. Ninguno de ellos ha sido detenido y el procurador general de justicia de Veracruz afirma que los videos no constituyen una confesión. ¡Procuración de justicia a la mexicana con un toque veracruzano! Son sólo algunos ejemplos. ¿Qué puede hacer ante esto y mucho más la buena intención de la campaña de un refresco que no es el producto líder en el mercado?
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