21 de mayo de 2019
Hace 46 años se despenalizó el aborto en Estados
Unidos. El caso Roe vs Wade que exigía el derecho de
Jane Roe a abortar por ser víctima de una violación
enfrentó al fiscal de distrito Henry Wade,
representante del estado de Texas, que se oponía al
aborto. Las abogadas del caso, que inició en 1970,
lograron que esta batalla llegara a la Suprema Corte
de Estados Unidos, la que finalmente falló a favor
de la demandante y en 1973 determinó que la mujer
podía elegir o no si deseaba continuar con el
embarazo, amparada en el derecho a la privacidad.
Tal derecho es de carácter constitucional y por
tanto no se podía legislar en su contra en ninguno
estado. El derecho al aborto adquirió rango
constitucional y por tanto aplicaba en todo el país.
Para entonces, Jane Roe (cuyo verdadero nombre
era Norma L. McCorvey) ya había dado a luz a la hija
producto de la violación de 1970.
Esa determinación de la Corte Suprema se
convirtió en la victoria de todos los grupos que
luchaban por la libertad para interrumpir el
embarazo, no sólo eso, Estados Unidos se convirtió
en el modelo a seguir en muchos otros lugares del
mundo donde grupos de mujeres clamaban por el
derecho a decidir.
Si en Estados Unidos se podía, era posible en
otras partes. El derecho al aborto no era sino otro
ejemplo de protección a los derechos humanos que se
defendía en ese país, considerado por muchos años
como modelo de las libertades.
Ya después se verían las grietas del marco
legislativo en algunos ámbitos e incluso la enorme
brecha entre la ley y la realidad, entre otros, en
materia electoral y de defensa de los derechos
civiles. Pero en el imaginario colectivo se
convirtió en un ideal realizable, especialmente para
países que en aquel momento vivían bajo gobiernos
autoritarios y donde imperaban leyes y costumbres
sumamente conservadoras.
Hace tiempo que ese modelo ha mostrado su lado
oscuro, pero recientemente, a partir de la era Trump,
el salto hacia atrás ha resultado espectacular y
siniestro.
Las mujeres ven con terror y desilusión cómo se ha
venido abajo esa victoria de 1973. Cómo se impone la
regresión y el conservadurismo; en 28 estados se han
aprobado en los últimos tiempos leyes antiaborto. El
más polémico ha sido el de Alabama, donde el Senado
aprobó una ley que castiga con 99 años de prisión al
médico que practique un aborto y donde se eliminan
la violación y el incesto como causales legítimas de
interrupción del embarazo.
Lo más lamentable del caso es que fue una mujer, la
gobernadora del estado, Kay Ivey (republicana),
quien firmó la ley, después de la aprobación del
Senado.
El propio presidente Trump se deslindó de esta dura
ley antiaborto, pero no dejó de justificarla, pues
provino de sus correligionarios.
Las marchas de protesta no se hicieron esperar, ha
habido cientos de ellas, pues la ofensiva antiaborto
continúa con los estados de Georgia, Mississippi,
Kentucky y Ohio. La diferencia ahora es que la
bandera de los derechos reproductivos la han tomado
los demócratas, por lo tanto, el tema del aborto
será un tema crucial en las próximas presidenciales
y puede mover muchos votos en contra de los
republicanos.
Lo que falta por ver es si esos votos alcanzarán, no
para derrotar a Trump sino al marco legislativo de
elección indirecta que ha puesto en tela de juicio
la calidad de la democracia en el país más poderoso
del mundo.