Democracia digital

De Pilar Ramírez Ramírezramirez.pilar@gmail.com

22 de Mayo de 2008

El hombre común,  ese mítico hombre de la calle, cuya existencia todavía está por ser probada, vive asediado, por la publicidad, por el cine, por la televisión, la radio, la internet, las revistas y los diarios. Pero, como los males casi nunca vienen solos, un nuevo monstruo lo acecha: las encuestas. Sí, las encuestas, que ahora hay por doquier. Incluso encuestas sobre las encuestas.

La posibilidad de ejercer las libertades individuales -especialmente la de expresión- se ha tenido como uno de los aspectos más valorados en casi todos los modelos de democracia, cuyo sello en las sociedades modernas ha sido la masificación de la política. Los medios masivos han aparecido así como uno de los elementos idóneos e inevitables para garantizar la vida democrática, con la particularidad de que al convertirse en elemento garante de la vida democrática adquieren un poder y relevancia mayores.

A las tareas de información y opinión que tradicionalmente han desempeñado, se suma ahora la de ser depositarios de la opinión ciudadana, la única y verdadera “opinión pública”. Se sirven para ello de votaciones telefónicas y, en la red, casi no hay medio que no tenga en su sitio encuestas, foros o blogs donde se someten a plebiscito diariamente los temas más diversos. Estos sondeos crecen y se multiplican a pesar de que los profesionales de los estudios de opinión han descalificado a estos subproductos por su enorme falta de rigurosidad metodológica.

Los interrogatorios aparecen así como una variante de la democracia delegativa donde la participación ciudadana le otorga a los medios no sólo su voto sino su voz para que los represente. Sin saber dónde están los participantes, qué perfil tienen y cómo se distribuyen, se manejan alegremente las cifras. Es muy común también que el manejo porcentual de las respuestas coloque en segundo término a la cantidad de votantes, no importa saber si es o no una muestra representativa; en muchas ocasiones 15  ó 20 votantes parecen emitir opiniones concluyentes sobre un tema, pues los porcentajes ocultan que sólo son 15 ó 20. Ya lo decía desde el siglo XIX el político inglés Benjamín Disraeli: hay mentiras, mentirotas y estadísticas. En épocas electorales este papel de los medios se acrecienta, pues aparece como el árbitro por antonomasia del tablero democrático, el que da o quita el triunfo a los candidatos, con lo cual se cumple –y se renueva con la intervención de los medios- la descripción de democracia de Max Weber “como un mecanismo institucional para eliminar a los más débiles y para establecer a los más competentes en la lucha por los votos y el poder”.

Así, todos los días podemos constatar que los medios, especialmente a través de sus versiones en línea, hacen encuestas sobre asuntos político-sociales, sobre cultura, sobre los partidos politicos, deportes o espectáculos y hacen creer con ello a los usuarios que participan, que con sus respuestas construyen una democracia.

            He revisado estos apartados en diversos sitios y la cantidad de usuarios varía. En páginas europeas y estadounidenses hay más usuarios que en sitios de América Latina, por el simple hecho de que la disponibilidad de un equipo de cómputo y el acceso a internet son mayores. Los temas están dictados por la coyuntura y también por una lógica de mercado, por la intención de hacer atractiva la participación. Encontramos así que a los internautas españoles se les ha preguntado si Turquía debía entrar a la Unión Europea, se les solicitó su opinión sobre la pretensión gubernamental de retrasar la jubilación más allá de los 65 años, si debía desaparecer la asignatura de religión en la enseñanza pública, a quién se parecía la infanta Leonor (hija de la princesa Leticia Ortiz) y su opinión sobre los fracasos del Real Madrid. Un poderoso diario estadounidense coloca las elecciones internas del Partido Demócrata como lo más “blogueado”, pero también se ocupa de interrogar a sus lectores si consideran que son más sabios a medida que avanza su edad. En los diarios franceses se pregunta sobre el poder de compra de los galos, si se piensa que los Juegos Olímpicos de Pekín serán boicoteados y sobre lo que aman y lo que detestan los franceses. La combinación de sondeo político con trivia informativa es la más socorrida.

            Los italianos han podido opinar sobre temas vitales: el futbol y el nombramiento de la ministra Mara Carfagna, aquella por la cual Berlusconi fue obligado a disculparse públicamente con su esposa pues afirmó que si no lo estuviera ya, se casaría con ella.

            En los diarios mexicanos los internautas pueden hacer grandes aportaciones al debate nacional respondiendo si consideran que se aprobará la reforma energética de Calderón, si la pugna interna del PRD afectará su participación en las elecciones de 2009, sobre el dictamen de inocencia que dio el Congreso a Mouriño, si México tiene esperanza de salir de los últimos lugares en educación con el dúo Gordillo-Calderón, si se debe pagar más a los casados, sobre el uso del ejército para combatir al narcotráfico, una votación para elegir a los cinco mejores deportistas internacionales, si gustan los autos convertibles y si Chivas podrá reponerse del 4-1 ante Monterrey. Cosas de la democracia digital.


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