José Manuel Toscana Escribe con Hidalguía. El cartel de los sapos

Dos series televisivas colombianas cuentan las aventuras de los narcos, políticos, empresarios íntimamente relacionados, y el cómo van integrándose al resto mundo que los ve crecer en poder y dinero sin freno posible.

“El cartel de los sapos” y “El ventilador” ambas ubicadas en los tiempos actuales, de gran impacto donde se transmiten. La primera basada en el libro cuyo actor, Andrés López, aun vive –disfrutando- de los arreglos con las policías gringas especializadas en narco-tráfico y lavado de dineros, que le sirvieron para rebajar las condenas recibidas y regresar a la circulación luego de 22 meses en chirona, pese a dejar colgados a sus paisanos, socios y familiares, algunos de por vida, por haberlos denunciado revelando a los cuicos los detalles secretos de las diversas empresas mafiosas, ahora llamadas “carteles”

Lenguaje abierto, crudo, tal cual se da entre los que viven esa realidad en su Colombia, México y Estados Unidos, Panamá y otros donde fueron grabados los capítulos en escenarios reales.

El despliegue de brutalidad a la menor provocación, el derroche lujosísimo del cómo viven los capos y sus parientes, que no esconden y, sí, presumen sin temor alguno, hacen de estas tele-novelas, documentos que explica mucho mejor que los gobiernos, lo que realmente pasa en ese mundo cada vez más agobiante, cercano, poderoso e imparable de los narco-político- empresarios.

Estupendos libretos, magistrales interpretaciones de los mafiosos, siempre escoltados por mujeres de bandera, facilitas, disponibles, atentas para cumplir los menores deseos de sus espléndidos patrones, desde luego disfrutando al parejo de ellos de las golosinas venenosas del floreciente negocio y los consorcios establecidos con los ganancias recabadas fruto del narco-tráfico, los secuestros, las guerrillas amañadas, los asaltos, la prostitución y, como palanca fundamental y todo poderosa: la política

Cada personaje está representando a un individuo de la vida real, perfectamente identificado. En varios casos el parecido físico es notable.

“El ventilador” transcurre en ambientes urbanos, donde conviven los políticos de toda laya y color partidista, en contacto permanente con los capos matones y los clientes internacionales de la droga, que van y vienen por la libre sin restricciones, pues cuentan con la complicidad -son los que más se benefician- de los jerarcas políticos, militares, policíacos y la cobertura de las cabezas beneficiadas con el tráfico droguero, sobre todo en tiempos electorales.

En ambas series televisadas encuentro analogías abrumadoras entre los acontecimientos colombianos y lo que vivimos en México, salvo que entre nosotros, las cosas son mucho más profundas, arraigadas con extensiones casi imposible de controlar, como vamos conociendo cada vez que se arman decomisos, detenciones, asesinatos invariablemente aparecen jorocones enlazados, intocables, lo cual les permite continuar, sin tropiezos, las rentables empresas de este enorme conglomerado que tanto pesa en nuestro devenir cotidiano.

Tenemos personalidades reconocidas, celebradas, envidiadas en los espacios narco-político-financieros como el inefable chapo guzmán, con fortunas de registro mundial, reconocido entre las 20 personas más influyentes de la tierra, y como cabeza del poderoso complejo adueñado de México, donde hace el papel de malo, pero sin duda respaldado y usado por personajes encumbrados, sobre todo en la grilla nacional como es admitido en voz baja, en las ciudades pequeñas donde todos se conocen y se sabe quién es quién en eso de tener ranchos, mansiones, fábricas, lujos insultantes.

En su tiempo el mayor narco colombiano, pablo escobar, llegó al Congreso en su país y también figuró entre los plateados de rango mundial. Sin mucho presumir nuestros maloras nacionales ya dejaron muy atrás al suramericano, pues nuestros narco emprendedores han estado, están, perfectamente instalados en gobiernos estatales, secretarías, presidencias municipales y, ni quién dude, en los Congresos donde parten y reparten el bacalao del poder y opulencia a manos llenas.

De ahí lo interesante de las series noveladas colombianas, donde cualquier coexistencia con la realidad vigente mexicana, está plenamente fundamentada.

De seguir e incrementarse la tendencia que llevamos y nos instalamos en esa cultura del narco-político-vivir ¿Cómo seguiremos con la propia vida? ¿Cómo mantener a la familia, los amigos? ¿Cómo conservar la ilusión y la libertad?

La política en México,

consiste en prometer cosas

que no se cumplirán.

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