Fuentes
La Política en Tacones
De Pilar Ramírez Ramírezramirez.pilar@gmail.com

30 de octubre de 2008 

“Cualquiera que sea el destino del libro mexicano ya no le espera el miserable y caduco ninguneo” escribió Fernando Benítez en el suplemento México en la Cultura de la revista Siempre después de la publicación de La región más transparente de Carlos Fuentes. Gustavo Sainz recuerda esa sentencia, profecía y sintética reseña de Benítez en el prólogo que escribió para la extensa entrevista que el incansable y temerario periodista James Fortson hizo al escritor y que se publicó en forma de libro con el título Perspectivas mexicanas desde Paris: un diálogo con Carlos Fuentes.

            Mi querido y admirado amigo Jimmy Fortson me hizo el grato favor de traerme a la memoria ese texto de Sainz, y recordarme que en 1973 viajó expresamente a la ciudad de Paris para entrevistar a Carlos Fuentes. La habilidad periodística de Fortson logró lo que hasta entonces muy pocos habían conseguido: entrevistar a Carlos Fuentes, siempre elusivo con los periodistas, pero además, como apunta Sainz en el prólogo, devolverle “una gran dignidad a este vapuleado género periodístico”. Seguramente lo más valioso de esta entrevista es la imagen del trabajo cotidiano que ocupa a este gran monstruo de la literatura y que le devuelve su condición humana.

            Gustavo Sainz confiesa que se convirtió en escritor por culpa de Fuentes, porque su gran capacidad de trabajo motiva, irrita, empuja, pero no deja lugar a la indiferencia. Quizá muchos otros admitan la misma influencia, pero Fuentes no conocerá, sino sólo en cifras, ese homenaje más modesto y recurrente que le rinden oficinistas, estudiantes, profesionistas, escritores o empleados de diversa condición cada vez que emprenden la aventura de leer alguna de sus novelas.

Muchos ojos inocentes que no saben de la crítica especializada ni les interesa, aquellos que ya sea por interés propio o por un deber escolar repiten el ritual riesgoso y enriquecedor de traspasar la portada, la página en blanco y la portadilla para encontrarse con la dedicatoria “A Rita”, que descubren después un cuadro cronológico que explica las circunstancias históricas que rodean los acontecimientos de la novela y lo revisan apuradamente porque los preámbulos largos en un libro de ficción resultan chocantes, para hallar enseguida la descripción de los personajes como si fuera una gran obra de teatro y después de ello encontrar por fin el inicio de la aventura: “Mi nombre es Ixca Cienfuegos. Nací y vivo en México, D.F. Esto no es grave. En México no hay tragedia: todo se vuelve afrenta”. Y continúan así, a lo largo de más de 500 páginas en una relación íntima con Carlos Fuentes y con La región más transparente para sellar un nexo indestructible que no requiere reseñas, ni guías de lectura, sólo la novela y el lector, en un mundo de significados que se reinventarán con cada lectura y que será distintos en cada lector.

O bien, encontrar en La cabeza de la hidra una primera parte denominada “El huésped de sí mismo” que da comienzo con la frase “A las ocho en punto de la mañana, Félix Maldonado llegó al Sanborns de la Avenida Madero. Llevaba años sin poner un pie dentro del famoso Palacio de los Azulejos”. Sencillo y artificioso, engañador, creador de imágenes simples y grandilocuentes con las que este escritor muestra su cosmopolitismo en una reseña fiel de la ciudad de México.

Fuentes seduce a lectores de muchos rincones del mundo ―el mismo Sainz dice haber recordado el titular de primera plana “El pro y el contra de una novela escandalosa” cuando vio más de tres metros de libros colocados verticalmente con las ediciones en otros idiomas de la obra de Fuentes― pero quizá a ninguno, con ese gran cúmulo de significados, como a los habitantes de la ciudad de México, con quienes comparte ese escenario acogedor como un útero y hostil como un desierto que es la capital del país.

John Brushwood afirma que cuando apareció La región más transparente fue motivo de irritación el “retrato veraz que Fuentes hace de la sociedad mexicana. Sin embargo, su áspera franqueza está suavizada por un profundo amor a México”.  Nada más cierto. Sólo la necesidad impostergable de mostrar ese amor pudo llenar de significados su presencia exasperante en las novelas de Fuentes.

            Nuestro laureado escritor festejará sus 80 años con su “extraordinaria e insolente vitalidad” como dice Sainz; los lectores nos beneficiaremos de ella con La voluntad y la fortuna, otro pretexto literario para refrendar el ritual de intimidad que supone la lectura de cada novela.

 

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