“-¡Viva
Nuestra Señora de Guadalupe! ¡Mueran
los gachupines!”
Lástima
de Candidato SE ACABÓ EL DINERO SE ACABÓ EL AMOR TULANCINGO ENFRENTA PROBLEMAS SIN SOLUCIÓN ¿COMO LES FUE CON SUS CANDIDATOS? ¡Que el Señor jamás lo perdone o reconozca! AMOR A PRIMERA VISTA LA MUÑECA ROSEL ¿LOS ASPIRANTES A LA SILLITA TIENEN DIGNIDAD? WENCES ANGULO PARA PRESIDENTE ... Tulancinguenses unidos contra...!!! Ex Ángel mandamás hidalguense! Tu Concesión para una Casa de Juego... Estimulación Temprana By Marcial... Preferir un Gobierno de Malos que uno... Academia del Tlapehue de Tulancingo Inicio de la Conquista de México Piedras... Bueno te hará el Que viene Atrás... Suerte tienen los que no se bañan Maravillosa, envidiable, cabellera... Olimpo de los falsos héroes mexicanos.... Hidalgo es un estado pobre, miserable... El paso de "Cantinflas" por Tulancingo... Mi corazón ha recuperado el ritmo... Reunión de Vagos, Rufianes y Buenos Amigos... No hay juncionarios abusones... Nombre de una callejuela apenas.... Líder entre pastor religioso y... Opus Dei, Mercenarios de Cristo...
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Excalibur Por José Manuel Toscana
Martes
27 de Noviembre del 2007.-
Tulancingo
dispone para Protección
Civil, de un
millón de pesos anuales destinado al mantenimiento
de su parque vehicular. En los dos últimos años,
el Ayuntamiento no le ha entregado un solo centavo; los
responsables piden limosna para tener al tiro los carromatos, sobre todo
en el estado lamentable alcanzado después de las terribles –recientes-
inundaciones.
* Pero,
su santidad
recién estrena cuatro
guachomas cuatro* llegados
del Distrito Federal, para cuidar su
redonda personita junto
con otros más para su
familia. ¿Quién paga? ¿De dónde los fondos? ¿Qué miedo tienen? ¿No que
tanta popularidad? * Pero,
además 800
perredistas inútiles incrustados en el mismo Ayuntamiento,
cobran sueldos sin mérito.
¿De dónde el fondeo y para qué? ¿Pagos de cuentas políticas? ¿Juntando
juerzas para el futuro? Mientras tanto a
Tulancingo,
que se lo está llevando la
chin…tristeza. * Xicotepec
engalana su condición de ciudad interesada en el
impulso para alcanzar espacios superiores de vida civilizada,
tal como lo hace el “Grupo por la Equidad en
Xicotepec,
AC” proponiendo mediante la celebración de conferencias y asesorías,
ejemplos a seguir y todo aquello que haga conciencia entre víctimas
y victimarios, principalmente en los espacios familiares y de
trabajo. * “-Quiero
cambiar mi estrella por otra en
el cielo” reclama
una indígena quechua, viendo que su vida es infernal, alejada de la prometida
por su estrella esa que dicen, tenemos cada uno en el firmamento… cuidándonos. * Atardecía
en Tulancingo
el jueves pasado con la llovizna helada matizando el ambiente con señales
invernales, cuando cruzaba por La
Floresta buscando contertulios
de la Mesa de Celebridades, a la
cual no arribé, pues una melodía filtrada por los árboles amenazados de muerte, me llevó a buscar
de dónde salía. Un tapado de lona cubriendo el espacio donde la orquesta de doce
músicos, algunos chavalitos como el saxofonista
apenas de nueve años, cobijaba
una multitud interesada que seguía los giros de las parejas bailarinas
de Danzones, concursando para
llevarse el premio principal, además el gusto de acatar el ritual más
antiguo que la Humanidad inventó:
primero la Danza, siguió evolucionando
rumbo al Baile,
hasta llegar al moderno Danzón. * La
buena suerte me persigue desde chavalillo; mi familia era concurrente asidua a
las Romerías anuales de la colonia española asentada en México,
Fiestas propias para refrendar orígenes, consolidar recuerdos, recuperar
espacios familiares y, sobre
todo, iniciar romances entre jovencitas
pretendidas por galanes sin espolones, saraos acompañados de
pantagruélicas comilitonas -cual
ofrendas- compartidas con
amigos y paisanada. * Esas
romerías eran amenizadas por orquestas populares en esos tiempos
-mediando los cuarenta- como
la del trompetista Juanito Arteta, que ilusionaba
a la chamacada tocándoles swing,
pasos dobles, tangos y otros estilos bailables previos al mambo, el chá chá
chá y esa ola de ritmos ancestrales llegados desde el Caribe, fuente de la música que disfrutamos por este lado de la
mar. * Sin
falta, rondaba a los músicos que me invitaban a subirme al
estrado para verlos tocar, a boca jarro, horas y horas hasta
que, terminada la fiesta pasaban por
mí. Así conocí maestros en cada instrumento, sin saber bien a bien
de qué se trataba, pero
disfrutando muchísimo el espacio musical que lograban aquellos
filarmónicos. El
jueves, el mismo director de la orquesta, me tendió la mano; pronto estaba en
el mismo nivel de los ejecutantes, con la panorámica de la pista, bailarines
y público, como en mi lejana infancia. * Instalado
a mis anchas, pasé revista a las
parejas concursantes, todas
influidas por el ritmo de los Danzones que
fueron bailandose apasionadamente, algunos con elegancia impensable, otros
recordando momentos estelares de juventudes perdidas, sin faltar aquellos
dados al lucimiento particular marcando pasos de fantasía, quién con los
ojos cerrados abrazando a su pareja con ternura más allá del momento, pero
todos acariciando, tocando apenas, el piso, el aire, la suavidad del Danzón
exige que todo sea acariciado cuidadosamente, como un soplo amoroso. * Vestidos
correctamente ellos, las damas con toques
elegantes de fiestas pasadas, flores de tela, largos collares, zapatos
altos, con ropajes de lujo, ellos
con sombreros de pluma, zapatos bicolores, ellas con tapados y mantones para cubrirse del
viento frío que rondaba la pista sin atreverse a entrar de lleno. * Entre
los espectadores, así como una imagen clásica, estaba Enrique
Tello, aquel charro legendario de Tulancingo, participante en películas campiranas, anuncios de
mole, infaltable a la salida de Misa
de doce en Catedral, los domingos castigando
a las mil hermosas damitas de las
que siempre ha estado provista la población; por la tarde se hacía presente
en el cine Colonial
donde, para no quitarse el enorme, sombrero, mejor no se sentaba y se quedaba
recargado en la balaustrada dejándose ver
por cuanto cristiano entraba o salía de la sala. * Tello,
miraba con sus ojos muy abiertos acariciándose el mostacho, los giros
precisos de los bailarines, recordando tal vez experiencias vividas,
padecidas, disfrutadas en sus años de gozo.
En una tregua para dar
pormenores del concurso, caminó rodeando la improvisada pista, saludando ceremoniosamente
a personas amigas, tocándose el negro sombrero con hilos de plata, sonreía
mecánicamente extendiendo la mano abierta. Todos los aludidos correspondieron
al saludo de Enrique. * Una
mujeruca desesperada por ser alguien, esa que colgó su vida y sobre vivencia
de la figura de Pedro
Infante, como otra docena de parásitas y racimos
de hijos, entenados, que han
hecho un lamentable paisaje a costillas del Ídolo de México. Como
tantas y tantos, Irma
Dorantes no soporta el paso del tiempo; sometida
a cirugías plásticas hechas por aprendices, o de oferta, según
los resultados a la vista, ya es caricatura de sí misma, apenas le queda
cuero para otro jalón sin reventar
antes como globo. Esta
inflada señora ¿gloria del cine nacional? negó el saludo al respetuoso Enrique Tello, ignorando a
nuestro personaje que conoció a su maridito de mentiritas mucho antes que
ella en los foros de filmación. Lo desairó, dejando en el rostro de Enrique
Tello, el desencanto, Sin
decir palabra desde mi sitio lo vi. esfumarse entre la fría neblina que
arropaba La Floresta, caminando cansinamente. * Una
vez, le dieron un parlamento en una película que debía memorizar Enrique como parte de la
trama, en la cual representaba un charro valentón que llegaba a la piquera
del pueblo donde habían despachado un
contertulio a plomazos. Tenía
que decir: “-¿Qué
motivo tuvo? Nervioso por la emoción, Tello se soltó
diciendo “-¿Qué
tubo tengo metido? * En
esas estábamos los ahí reunidos disfrutando de los adornados giros de las
parejas, sin poder decidir cuál era mejor que otra, a quiénes darles los
premios, al grado de hacerlos bailar más y más para que el jurado tuviera
elementos de peso para escoger ganadores. Es
de tal importancia el bailar Danzón que debería ser obligatorio para quienes aspiran a
cargos públicos de responsabilidad. Viéndoles bailar al compás de estas
notas, conoceríamos su verdadero carácter, sus alcances, su disciplina, su
respeto a los vecinos, al espacio de los otros, su elegancia, su atención
a los detalles, su sentido del ritmo, su resistencia, su garbo, su amor
propio, son entre muchas otras son las cosas que se desprenden observando
bailarines de Danzón. * Las
personas responsables del concurso llevaban tranquilamente, sin aspavientos,
sin palabras de más, todo el trámite pero, pues nunca falta el Diablo,
egoísta, metiendo la cola fastidiando lo que tan bien se daba. * Llegó
su santidad, en ese
momento el merolico oficial recitó los títulos y meritos de su
santidad, pidiendo aplausos forzados al público para recibirlo estruendosamente. Una
y otra vez, el lorolico oficial aturdió implacablemente a la concurrencia con
menciones, a tiro por viaje, de los títulos casi nobiliarios de un mediocre
licenciado en quién sabe qué ciencias de la contaduría y otras zarandajas
mismas que,
incansable, azotaba sobre
la indefensa concurrencia. * Otros
aparecidos en el séquito de su santidad, fueron
igualmente, feamente insultados por el cotorro insufrible endilgándoles
inumerables títulos de
carreras patito, aludiendo, de paso, donde cobran por sus chambitas
burocráticas, echando a la basura la tarde
que transcurría como un bálsamo encantador
entre las melodías inolvidables, las parejas participantes y el público
entusiasmado disfrutando el ver a sus favoritos en plena lid. * El
micrófono, tentador veneno
irresistible de cuanto mataperros
trepa un ladrillo público, cayó en manos de su santidad que se dio vuelo diciendo tarugadas a mansalva,
sin medir lugar ni formas, haciéndose publicidad
corrientísima de sus alcances invisibles en pro de la ¿superación?
de Tulancingo, hasta
atreverse a
bailar un Danzón con la restirada
mujeruca que no encontró mejor manera de quitarse cachivaches de encima que
donándolos a su ¿amado? Tulancingo para que la
recuerden junto a Pedro Infante. De
paso, intentó vender un libraco, mamotreto
de su vida cerca del artista, “Así
fue nuestro amor” algo
infumable e intrascendente pues el fallecido cantante no tiene por donde
agarrase para ser ejemplo de nada que la pena valga, aun en este mundo cruel,
donde figuras como Enrique Tello, van
desapareciendo inexorablemente. Lástima. * Recuerdo
especialmente a las parejas concursante bajo los números 19, 2,
26, 12,, 6 y la 17 de mi dilecto amigo
Marco Antonio Garibaldi Albert. Wences
Angulo,
para no ir más lejos, tiene algunos recuerdos sabrosos
relacionados con la señora arriba citada. Pídanle que les narre
sus vivencias. Son de risa loca. * *GUACHOMA.-
Guarura-chofer-mayate y algo más.
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