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Ambiente preelectoral
Política en tacones
De Pilar Ramírez
16 de marzo de 2012
El periodo intercampañas, o la veda electoral como se le
dice popularmente, se parece a ese juego en el que se
elige una palabra que no debe ser pronunciada por uno de
los jugadores, generalmente se seleccionan los
monosílabos “sí” y “no”, mientras que el otro ensaya
todo tipo de argucias para que su contrincante las diga
y éste pierde si las llega a pronunciar, lo cual sucede
muy a menudo; en cambio, si conserva la firmeza para no
emitir las palabras prohibidas el que pierde es el
preguntón. Los ahora candidatos y sus equipos de
campañas monitorean muy acuciosamente todas las
presentaciones públicas, entrevistas y declaraciones de
sus adversarios para ver si caen y los pueden acusar con
el IFE.
Si
el priista convocó a acabar con el “mal gobierno” evocando el
llamado de Hidalgo para que los indios y campesinos se rebelaran
contra el gobierno virreinal, hay que crucificarlo porque es una
manera de hacer campaña veladamente y llevar agua a los molinos
azules. Que si la candidata panista tuvo que pronunciar su
discurso en un estadio con muchos lugares desocupados, es una
excelente oportunidad para demostrar que ni los de casa votarán
por ella, ya que no aguantaron ni la hora y media de retraso que
les hizo esperar. La candidata y su coordinador de campaña caen
en la trampa y se ponen a explicar que el estadio no estaba
semivacío y se reparten culpas por el acto fallido, o, según su
óptica, por el acto semimultitudinario.
La
veda electoral también desata la imaginación de los aspirantes a
cargos de elección popular para evadir las limitaciones de la
autoridad electoral. En este periodo, en que no se puede hacer
campaña, se han colocado en la ciudad de Xalapa unos
espectaculares con el anuncio de una revista local, en la
portada de la revista aparece, nada menos, que un personaje
panista que no logró la candidatura a una diputación por su
partido y ha corrido la versión de que aspira a obtenerla con
otras siglas. Que una revista se anuncie no tiene nada de
extraño, lo raro es el contenido de la portada que deja muchas
dudas sobre la intención.
También desde los más altos cargos se ensayan caminos para hacer
campaña sin que tal cosa se pueda probar irrefutablemente. Sí,
hablo de la declaración presidencial sobre los resultados de las
encuestas, que supuestamente benefician a la candidata panista.
Bien elegidas las palabras para que no se pueda decir que se
incurrió en una ilegalidad pero con la garantía de que serían
afirmaciones que recogerían los medios, que comentarían los
analistas y que reprocharían los otros partidos. Un gol al IFE
que no pudo sacar la tarjeta roja, también para los partidos
porque con sus quejas contribuyeron a multiplicar el dicho
presidencial y una lección para la ciudadanía, que pudo
constatar, una vez más, que las normas sólo las acatan quienes
no tienen ingenio para evadirlas.
Las acusaciones ante el árbitro son otra forma de estar en los
medios. Funcionan más o menos como en la pieza que cantaba la
desaparecida Celia Cruz: “Songo le dio a Borondongo, Borondongo
le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga, le dio a
Burundanga” y a todos se les hinchan los pies y las venas
faciales del coraje, por eso corren con el IFE a acusar a su
compañero de banca. El PRI acusa a Josefina por el acto en el
estadio Azteca, el PAN revira con doble queja, por la acusación
contra su candidata y por actos de campaña anticipados como el
de Dolores, Hidalgo, que debe haber dolido porque se hizo en
tierra tradicionalmente panista.
Enrique Peña Nieto; Josefina Vázquez Mota
A
veces la campaña se hace por interpósita persona. Por ejemplo,
después de varios meses de anunciarla, aparece muy
“oportunamente”, el documental De panzazo, donde
aparentemente se analiza el problema de la educación en México,
cuando en realidad parece una dedicatoria contra la maestra,
ustedes saben exactamente quién es LA maestra, pues aparece como
el único personaje de la política al que se le responsabiliza de
los muchos problemas que presenta la educación. El otro
personaje es el secretario Lujambio que queda a salvo por su
ausencia debido a los problemas de salud que le aquejan, y como
somos un pueblo compadecido, no vamos a hacer acusaciones contra
un enfermo. Hasta Carlos Santana tuvo la ocurrencia de hablar a
favor de la candidata panista y se llevó una rechifla porque su
público no es precisamente de derecha.
El
barrunto de las campañas negativas ya se hizo realidad, que es
otra forma de abonar el terreno propio, echando la basura a la
casa del vecino. Está circulando en la red un anuncio, atribuido
supuestamente a uno de los partidos, en el que afirma saber
negociar con el crimen organizado. Se presenta como anuncio de
un parabús y mucha gente cree que es real.
El
debate acerca de si la información es o no parte de las campañas
no se resuelve. El IFE prefiere recular para evitar la
interpretación de que se atenta contra la libertad de expresión,
aunque es bien sabido que todo jefe de prensa trabaja
denodadamente por hacer que entrevisten a su candidato; en las
entrevistas los candidatos tienen que cuidar sus palabras para
evitar que el réferi los vaya a amonestar. No invitar a votar,
no hacer campaña, no mencionar el voto o habrán perdido el juego
por pronunciar las palabras prohibidas. Más o menos así ha sido
la veda electoral. Y esto apenas comienza.
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