Defender la vida 13 de agosto del 2009

 

Al estilo Jalisco 6 de agosto del 2009

 

Lo que ellos quieren 30 de julio del 2009

Soy narco pero decente 23 de julio del 2009

Perspectivas 16 de julio del 2009

Lección de Civismo 9 julio del 2009

Ahorritos 2 de julio del 2009
¿Circo sin pan? 25 de junio del 2009
Versada jarocha en la academia 17 de junio del 2009
Los lloriqueos
4 de junio del 2009 
Él, Caballero, Fortson 28 de mayo del 2009
Campañas S.A
Tache a la anulación del voto 14 de mayo del 2009.-

Madres e hijos 7 mayo del 2009
Influenza: sobredosis de información
as chicas superpoderosas
Songo le dio a Borondongo
Vivir en el error
SUPERMAN
Ni moza ni musa
Periodismo para mujeres
Yo tenía un chorro de voz
Nuestro siguiente programa: IFE
Porque lo digo yo
 Animales y hombres
Caminos de Guanajuato
Equi…¿qué?
Siembra
Guerra de baja intensidad
Al fondo a la derecha
Fuentes
Como te ven te votan
Vamos ganando
Dime cómo hablas
Son lo que son
Seguridades sobre la inseguridad
Eduardo del Río
El cuero y la camisa
 
Tienes un mensajito
 
Usted disculpe
Limpieza Democrática
Nota roja

Más transparencia
Con b de burro
Los ahorritos
Fitoactivos y nanoesferas
Democracia digital
Palabras bajo sospecha

Ibargüengoitia
Españolas y españoles; ministros y ministras…
Involúcrame y lo aprendo
Verosimilitud, ficción y realidad
Si acaso te ofendí, perdón
Mujeres y comunicación
Zona Retro
Equidad Publicidad;
La Hillary

 

Pobre Gutenberg
La Política en Tacones
De Pilar Ramírez Ramírezramirez.pilar@gmail.com

20 de agosto del 2009

Los medios informativos han tenido desde hace mucho tiempo un lugar privilegiado e indiscutible como factores del poder, lo que les permite definir quién discute qué, cómo y cuándo, especialmente en lo que se refiere al tema de la política. Los políticos, en su afán protagónico, cedieron a los medios la titularidad del debate con lo cual éstos se convirtieron en instrumentos políticos de primer orden.

            Así, los medios devinieron en mediadores de la comunicación entre la clase política, sus cúpulas, sus diversos grupos y la sociedad, aunque hay que decir que ésta última es la menos atendida; de la función de informar pasaron a definir la agenda social, de ahí que fuese vital para los actores políticos aparecer en los medios.

            En la búsqueda de más espacios mediáticos, algunos personajes de la política decidieron utilizar un instrumento tan viejo como el libro en un papel de nuevo mecanismo de comunicación, comenzaron a escribir libros y sacarlos a la luz en momentos estratégicos y al igual que con los otros medios masivos, el valor más alto era el de correo para enviar mensajes diferenciados entre sus pares.

           
Jorge Carpizo

El libro, en esta función de correo político, probó su eficacia en ciertos episodios relevantes de la historia reciente en la política mexicana. Jorge Carpizo publicó en 1993 un folleto, prácticamente libro, denominado Expediente Mousavi para detallar las investigaciones del caso de soborno en que estuvo implicado el secretario de Comunicaciones del salinismo, Andrés Caso Lombardo, acusado por el empresario Mousavi de manipular la licitación para una compra de radares destinados al aeropuerto de la Ciudad de México.

            Poco después, en 1994, Mario Ruiz Massieu, ex procurador general de la República y hermano de José Francisco Ruiz Massieu, publicó el libro Yo acuso sobre las investigaciones del asesinato de éste último. Como fuente de información resultó un fiasco pero se vendió muy bien.

            Después de su controvertida administración, el ex presidente Carlos Salinas se dedicó a escribir su versión de la misma. En el año 2000 publicó México, un paso difícil a la modernidad, que muchos quizá sólo se “solapearon” como se dice en el argot editorial, pues de inmediato aparecieron reseñas de ese libro de mil 300 páginas, las cuales sirvieron para identificar los pasajes en los que Salinas habla, entre otras cosas, del proceso que lo llevó a la firma del Tratado de Libre Comercio, del conflicto en Chiapas y de la traición de Zedillo, tema predilecto de los medios que se ocuparon del libro. En 2008 hizo una segunda entrega con el libro La década perdida. 1995-2006 Neoliberalismo y populismo en México en el que analiza –y critica severamente- las administraciones de Zedillo y de Vicente Fox.

            En Estados Unidos, por ejemplo, se ha recurrido desde hace tiempo y con mucha frecuencia al uso de este género que mezcla autobiografía y memoria política, que siempre es interesante porque proviene de una fuente de primera mano, son textos más elaborados que los periodísticos y menos conceptuosos que los académicos. El ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton tiene publicados varios libros, pero sin duda el que recoge sus años en la presidencia fue el más leído para conocer una versión más reposada del escándalo político que produjo su affaire con Monica Lewinsky. Barack Obama, con toda la carga de novedad política que ha implicado la carrera que lo colocó en la presidencia estadounidense, llegó al primer lugar en la lista de bestsellers que elabora semanalmente el diario New York Times con su libro La audacia de la esperanza. Recientemente, el ex vicepresidente Dick Cheney anunció sus memorias, que saldrán a la venta en la primavera de 2011, donde hace severas críticas a George Bush y lo llama “rehén de las encuestas”. Sólo el anuncio disparó las ventas del Washington Post.

            En México se ha privilegiado la coyuntura política para dar a conocer este tipo de publicaciones o los medios se ocupan de magnificar el aspecto coyuntural. Esto ha sucedido con los libros de Carlos Salinas, los de Andrés Manuel López Obrador, quien tiene publicados ocho libros, pero el que ha tenido más eco por sus repercusiones políticas ha sido Un proyecto alternativo de nación, lo mismo que Un México para todos de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y libros de personajes altamente involucrados en la vida política del país como Derecho de réplica de Carlos Ahumada que se dio a conocer en las semanas previas a la elección del mes de julio.

            Estos testimonios, que cada vez menudean más, son también una gran tentación para la clase política, pues todos quieren dejar en blanco y negro su versión de los hechos. Esta inclinación hace que no se termine de leer uno cuando ya apareció otro. Del mismo modo, tenemos ahora libros de antes, durante y después del ejercicio de poder, como El hijo desobediente del presidente Felipe Calderón, que presentó pocas semanas antes de la elección de julio del 2006 en la que contendió por la presidencia y en el que recoge la experiencia de su campaña.

            Quizá uno de los hechos más insólitos que ha dado la política mexicana es la de un presidente que no se lleva con la lectura, pero que ha escrito dos libros. Resultó sumamente extraño que el segundo libro de Vicente Fox apareciera originalmente en inglés. Pienso en ello y la única explicación que me doy es que lo hizo para proporcionar a los lectores mexicanos un pretexto para no leerlo, pues él mismo aconsejó alejarse de los periódicos, cuantimás de los libros.

 

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