28
de enero del 2009
Los
seres humanos mantenemos relaciones extrañas con el resto de los
animales. Con el conque de que el hombre es el más inteligente del
reino, nos los comemos, los encerramos para observarlos, los ponemos al
servicio de nuestra salud cuando sirven como conejillos de indias y los
utilizamos para paliar nuestra soledad o para ignorar a otros seres
humanos.
En algunos casos se ha creado una relación simbiótica,
como con el perro, al grado que se le ha llamado "el mejor amigo del
hombre", lo cual no es nada elogioso para los perros, ya que en algunos
casos son simplemente el patiño que oculta la dificultad de los
seres humanos para comunicarse o para entablar relaciones afectivas con
otros de la misma especie. Para muchas personas es más fácil estar
acompañadas de un perro que les obedece, que es dócil y que les ama
aunque el afecto y el cuidado que les prodiguen sea mínimo.
La
costumbre de tener una mascota en casa se ha diversificado. El gusto por
tener de compañeros a perros, gatos y aves ha ido más allá y ahora hay
quienes gustan de tener monos, distintas especies de lagartos y hasta
cerdos, lo cual no sería novedoso sino por el hecho de que estos
animales suelen pertenecer a gente famosa, especialmente de la
farándula, y vivir no en granjas sino en departamentos de grandes
ciudades como Nueva York o Los Ángeles.Los animales, además de hacer
compañía a mucha gente también han sido una veta ampliamente explotada
por la industria del entretenimiento, películas y series de televisión
cómicas, dramáticas, documentales o de dibujos animados han tenido como
protagonistas a animales. Por una razón extraña, cuando esta industria
no adquiría todavía las dimensiones actuales había más programas con
animales, algunos ya clásicos como Rin Tin Tin y Lassie
con perros; Mr. Ed el caballo que hablaba; Daktari donde
aparecía la leona Clarence; Maya el elefante; el delfín
Flipper o Mi oso y yo.
Hoy, el auge de la comunicación por internet ha
modificado concepciones de producción en los materiales audiovisuales;
los grandes estudios están realizando series especialmente para este
medio. Son programas de menor duración que se distribuyen en canales on
line, gratuitos y que pueden ser disfrutados por los internautas en el
momento que lo deseen. Uno de ellos es la serie llamada Puppy Love,
de Amy B. Harris, la escritora y productora de la exitosísima serie
Sex and the
city,
dedicada a mostrar las distintas caras de la relación entre los humanos
y sus mascotas. La serie consta de cuarenta episodios y cada uno de
ellos tiene una duración de alrededor de siete minutos.
Las historietas también han dado a conocer mascotas
famosas como el perro Milú de Tin Tin, la historieta del belga Hergé; el
perro Ideafix del galo Obélix, el personaje más famoso de la serie Las
aventuras de Astérix de los franceses Goscinny y Uderzo; el gato Yago
mascota favorita de Fantomas en la recreación mexicana del famoso
personaje francés y los perros Churchill, Truman y Stalin de Juan
Calzonzin, el indígena letrado del cómic mexicano Los Supermachos creado
por Eduardo del Río, Rius.
Fuera
de la vida de ficción, la elección de la mascota y los nombres que se
les imponen también revelan un aspecto de la relación que existe entre
los humanos y los animales. Entre la gente de la farándula, los perros
pequeños y de apariencia extraña pero elegante son los más codiciados.
La vida de comodidad que tienen estos canes la pagan con nombres
anodinos y las muchas fotografías que circulan en los medios dedicados a
los espectáculos. Nombres como Bit Bit, Lucky, Noelle, El Tesoro o Nancy
son los que cargan estos pobres perros.
Es interesante, en cambio, saber que varios escritores
prefieren a los gatos. Por ejemplo Octavio Paz, Elena Garro, Emilio
Carballido y Carlos Monsiváis; este último, dueño de once gatos cuyo
olor hace inocultable su presencia en la casa del escritor en la colonia
Portales de la ciudad de México, ha dicho que su predilección por los
felinos se debe a que "nunca su domesticidad es absoluta".
Jorge
Luis Borges tenía dos gatos llamados Odín, como el dios de la mitología
nórdica, y Beppo en honor a un personaje de Lord Byron. Julio Cortazar
era dueño de un gato llamado Theodor W. Adorno, en honor del sociólogo
alemán de la Escuela de Frankfurt, ambos famosísimos entre la tropa
sociológica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM
de mis tiempos estudiantiles: el gato y el sociólogo. El pequeño Andrés
Figueroa, que goza de la compañía de un perro amigable en exceso,
permitió a sus padres bautizarlo como Chanoc en honor al personaje del
cómic mexicano del mismo nombre.
El inquieto músico jalapeño Leonardo Ortiz tuvo dos
perros llamados Mambo y Tango; sólo sobrevivió el segundo, lo cual
espero no sea un vaticinio para el mambo.
Siembra
Guerra de baja
intensidad
Al fondo a la derecha
Fuentes
Como te ven te votan
Vamos ganando
Dime cómo hablas
Son lo que son
Seguridades sobre la
inseguridad
Eduardo del Río
El cuero y la camisa
Tienes un mensajito
Usted disculpe
Limpieza
Democrática
Nota roja
Más transparencia
Con b de
burro
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