18
de diciembre de 2008
Un
año más que se nos va con avances lentos en el terreno de la equidad.
Hace poco un amigo me cuestionaba, dado que me ocupo de temas de género,
si acaso yo no creo que hay "brujas", es decir, mujeres que no necesitan
que las defiendan, sino que van por la vida abusando de hombres y de
mujeres, y muchas veces abusando de su condición de mujer. Claro que sí
las hay, pero el debate por la equidad existe debido a que son las
mujeres, como grupo social, las más desprotegidas y sobre las que recae
la mayor cantidad de abusos.
Un verdadero trabajo por la equidad debe
apuntar primero a eliminar la desigualdad que padecen las mujeres, para
acondicionar un terreno fértil en el cual fructifique la igualdad de
género. Existe una buena cantidad de prácticas sociales que a veces
pasan desapercibidas y que alimentan cotidianamente la inequidad social.
En este espacio periodístico comentamos, por
lo novedoso, el hecho de que un hombre recibiera en el Distrito Federal,
por primera vez, incapacidad por maternidad, prestación destinada de
manera exclusiva a las mujeres, con lo cual se reafirma social y
legalmente la asignación del cuidado de los hijos a las madres.
El pasado mes de septiembre, la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, declaró inconstitucional el artículo 130 de la
Ley del Instituto Mexicano del Seguro Social, según el cual un hombre
podía recibir la pensión por viudez siempre y cuando acreditara que
dependía económica de la mujer. Además de ello, ordenó el pago de la
pensión a un hombre que interpuso una demanda por considerar que el
citado artículo propiciaba un trato discriminatorio.
Otras prácticas cotidianas y por ello más
difíciles de erradicar se relacionan con los papeles que desempeñan
hombres y mujeres y que tienden a alimentar roles inequitativos. Los
cuidados de la casa y la preparación de alimentos siguen siendo "cosa de
mujeres". Contribuye a ello no sólo el muy señalado papel de la
publicidad con su aplastante capacidad para machacar estereotipos. Las
propias mujeres defienden ese terreno como suyo; muchas madres, esposas,
hermanas e hijas son responsables de que haya hombres a los que se les
quema el agua. Por otra parte, no se trata sólo de que sean poco
habilidosos para pegar botones o saber separar la ropa para lavarla sino
de que consideren humillantes esas tareas porque son, como dije, "cosa
de mujeres". El debate del tema en los medios, el trabajo institucional
de los organismos de apoyo a la mujeres y la instauración del 22 de
julio como el Día Internacional del Trabajo Doméstico están ayudando a
disminuir la brecha de la participación en estas tareas entre hombres y
mujeres, pero todavía falta mucho para que la distribución sea realmente
equitativa.
La vida urbana también propicia la asignación
de roles: en muchos lugares públicos, los sanitarios equipados con
cambiadores para bebé son los de las mujeres, de modo que aunque haya
hombres que se ocupen del cambio de pañales la infraestructura urbana
obliga a la madre a hacerse cargo de tales tareas.
En los restaurantes, los meseros y meseras
tienen por costumbre entregar la cuenta a los hombres. En algunos de
esos sitios, sobre todo los de las grandes cadenas restauranteras se usa
una fórmula más neutra: el mesero deja la nota en medio de la mesa, con
lo cual neutraliza su intervención sobre quién debe pagar la cuenta.
Este asunto que parece nimio es un indicador social del papel
preponderante de los hombres como proveedores, aunque ya una cantidad
importante de familias tengan como cabeza a una mujer.
En las escuelas, los maestros, pero
especialmente las maestras convocan a las juntas de padres de familia a
las madres; cierto que lo común es la situación de madres dedicadas de
tiempo completo a los hijos, pero un lenguaje adaptado a las diversas
situaciones familiares y laborales no estaría mal para incluir más a los
padres en la supervisión del desarrollo escolar de los hijos y para
abonar el terreno de la equidad. Otro hecho común en las escuelas son
los festivales interminables para las madres, mientras que para los
padres hay festejos fast track en atención a sus apretadas
agendas. ¿Y las madres trabajadoras?
Un buen paso para festejar equitativamente
las fiestas de fin de año es que los preparativos de las celebraciones
se distribuyan justamente, para evitar la escena habitual de mujeres
agotadas que desean dormir en lugar de participar de la fiesta por haber
pasado todo el día cocinando, mientras los señores felices y
celebradores contribuyen con la preparación de las bebidas. Festejemos
cantando "diciembre me gustó pa' que te vayas…entrenando en la cocina;
que sea tu cruel adiós a la desigualdad… mi Navidad".
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"La política en tacones" tendrá un
merecidísimo receso por las fiestas decembrinas y estará de vuelta el
próximo 8 de enero. Felices fiestas.
Siembra
Guerra de baja
intensidad
Al fondo a la derecha
Fuentes
Como te ven te votan
Vamos ganando
Dime cómo hablas
Son lo que son
Seguridades sobre la
inseguridad
Eduardo del Río
El cuero y la camisa
Tienes un mensajito
Usted disculpe
Limpieza
Democrática
Nota roja
Más transparencia
Con b de
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