¡Usted no sabe quien soy! 18 de octubre de 2012

Formar maestros11 de octubre de 2012

Juárez no debió de morir 5 de octubre de 2012

Entre la igualdad y la censura26 de septiembre de 2012

La Carta 120920.

La causa son las mujeres 6 junio 2012

Calladitos 120321

Ambiente preelectoral 16 de marzo de 2012

Por iniciativas no paramos 10 de noviembre del 2011

Sufragio ¿efectivo? 10 de noviembre del 2011

Primera plana13 de octubre del 2011

Reprobadas 28 de julio del 2011

El equipo 21 de julio del 2011
 

Marcho, luego existo 7 de abril del 2011

Apagón analógico 23 de marzo del 2011

Realities reales 25 de noviembre del 2010

Versada por la Independencia y la Revolución 18 de noviembre del 2010

Persignarse11 de noviembre del 2010
Ahí lo dejo
28 de octubre del 2010
Asquito 21 de octubre de 2010
Ninis
2 de septiembre del 2010

Desempleo ilustrado 26 de agosto del 2010

Esa no por que me hiere 8 de octubre del 2009

 

Opacidad Sindical 1 de octubre del 2009

 

Visión de futuro 24 de septiembre del 2009

 

Héroes olvidados 17 de septiembre del 2009
 

Carta a Carlos Alazraki 10 de septiembre del 2009

 

¡Rediez!3 de septiembre del 2009

 

ER27 de agosto del 2009

 

Pobre Gutenberg 20 de agosto del 2009

 

Defender la vida 13 de agosto del 2009
 

Al estilo Jalisco 6 de agosto del 2009
 

Lo que ellos quieren 30 de julio del 2009

Soy narco pero decente 23 de julio del 2009

Perspectivas 16 de julio del 2009

Lección de Civismo 9 julio del 2009

Evaluación universal
Política en tacones
De Pilar Ramírez ramirez.pilar@gmail.com 

25 de octubre de 2012

Los resultados que obtuvieron los maestros de primaria en la evaluación universal eran previsibles. En un país donde la lectura brilla por su ausencia y en cuyo sistema educativo, los cursos de capacitación, habilitación y actualización docente tienen fines más cercanos a la mejora escalafonaria que al aprendizaje, donde los puntajes que obtienen los estudiantes en las evaluaciones estandarizadas tipo Enlace o Pisa colocan al país muy abajo en el ranking internacional y donde existe una cantidad nada desdeñable de deficiencias en la formación de docentes hubieran resultado incluso sospechosas calificaciones de excelencia para los docentes.

En este agitado fin de sexenio vemos un panorama educativo muy desalentador: se agudizó el problema de los rechazados de la educación superior porque no hay suficientes espacios para dar un sitio a todos los jóvenes que desean seguir su formación universitaria; aun quienes logran ingresar tienen un futuro incierto derivado tanto de la situación económica como de las amenazas que penden sobre la legislación laboral; quienes no lograron mantenerse con éxito en el handicap educativo tendrán que conformarse con empleos precarios, porque —de acuerdo con un diagnóstico de la Unesco— las deficiencias educativas en escritura, lectura y aritmética sólo les garantizan trabajos con un salario promedio de 1.25 dólares al día; cuando hay iniciativas para mejorar la educación normal no faltan los grupos que se declaran en rebeldía con los argumentos más trasnochados, politizan el tema y llaman a un activismo provocador hasta tal punto que logran apartar el asunto del ámbito académico al que pertenece y logran colocarlo en la agenda política para lograr sus fines.

La lista puede continuar y no se agotaría rápidamente. Entre los problemas graves está también el de la infraestructura escolar y el equipamiento, que afecta lógicamente en forma más acusada a las zonas urbanas marginadas, rurales e indígenas, pero no exclusivamente. Recientemente la prensa ha recogido imágenes de espacios en condiciones lamentables donde se “imparten” clases pero que distan mucho de ser lugares pertinentes para el aprendizaje. El sistema educativo mexicano enfrenta también la paradoja de egresados de normales que aspiran a una plaza magisterial y no lo lograrán porque la SEP sólo dota de un número reducido de ellas a cada entidad, mientras más del 30 por ciento de las escuelas primarias son multigrado, es decir que en mismo salón se imparten dos o más grados escolares y son atendidos por un solo docente.

Se suma ahora oficialmente algo que ya se sospechaba desde antes: la falta de preparación de los maestros. Treinta y siete por ciento de los 264 mil 379 profesores evaluados se ubican en la prioridad 1, es decir, los que necesitan cursos de manera urgente, porque mostraron insuficiente preparación en estrategias para enseñar y evaluar, en los enfoques y los contenidos de los programas, en formación cívica y ética, educación física y artes, ciencias naturales, geografía e historia. Ésa es la pésima noticia, la mala es que los restantes 165 mil 566 docentes —62.6%— se ubican en la prioridad 2, son los que necesitan atención a corto plazo. Veracruz está entre las entidades con el mayor número de docentes que deberán tomar cursos en este ciclo escolar, pero los deshonrosos primeros lugares se los llevan Estado de México, San Luis Potosí y Guanajuato, precisamente la tierra del primer presidente panista y del actual secretario de Educación.

Otro aspecto de la evaluación que tuvo poca cobertura en los medios electrónicos fue el de los malos resultados que presentaron los directivos de las escuelas. Los problemas de la gestión escolar están a la vista con el desempeño de los maestros y de los alumnos. Ahora que se habla de transparencia sindical también habría que transparentar los mecanismos de elección de los directivos y colocar en estos cargos a quienes tengan merecimientos académicos para asegurar mínimamente una mejor operación en las escuelas. Los cargos directivos en el sistema educativo deben dejar de ser los pagos a los apoyos de campaña y los regalos al amigo, al compadre y al que tiene influencias. Estas prácticas tienen resultados lamentables. 

Lo que causa estupor no son los resultados de la evaluación universal, que con seguridad muchos esperaban, sino la forma de presentarlos. Es como mostrar un cadáver y decir que sólo está un poquito muerto. “Se trata de un diagnóstico personal no comparable” dijo el secretario Córdova, “no es la visión punitiva de que necesitas irte a los cursos porque estás de plano para llorar” añadió. Las áreas en las que están peor calificados los maestros son las “áreas de oportunidad”, denominadas así a petición del sindicato para evitar que se señalen las insuficiencias en el desempeño de los docentes. Quizá tiene razón el señor secretario, la educación mexicana no está para llorar, podríamos ponernos a reír y no parar, si no fuera tan trágico.

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Tacón bajo: Por si hiciera falta una muestra de los terribles resultados del influyentismo y la asignación de cargos por compromisos políticos, en Veracruz un alto funcionario de educación superior dice, entre otras cosas, “andábanos”, pero eso sí, afirman algunos de sus subalternos “tiene muchas ganas de aprender”. Lo malo no son las cuestiones idiomáticas sino la falta de preparación que denotan en un directivo ¿Quién medirá el daño causado al sector educativo a su cargo en lo que se tarda en aprender?, ¿Habrá evaluación universal para estos funcionarios?

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