Acuerdos y liderazgos 13/09/27

Protestas 12/08/30

Errores metodológicos 13/08/22

Veracruz es salsa 13/08/16

Ni todo el amor ni todo el dinero 16/08/2013 

Así como digo una cosa digo la otra 13/07/12

El gran Cronopio 13/06/19

¡A maullar se ha dicho! 12/06/12

Un pequeño día de ira 13/06/06

Escaneo político 13/05/30

MEIF 13/04/25

Madres activistas de Xalapa 13/04/18


Maricas y puñales 13/04/11

MegaGolpe 13/04/04

Medios públicos 13/03/21

Enredos 13/03/15

Mujeres de la tormenta 13/03/08

Municipio libre?13/03/01

1 de marzo de 2013

Narcocorridos 13/02/22

Ahorros 13/02/02

Princesas y vaqueros 13/01/31

Alternancia 13/01/25

De cal y arena 12/12/20

Pacto por México 16 de diciembre  de 2012

Muñecas y pistolas 30 de noviembre del 2012

Tiempos de progreso 15 de noviembre 2012

Adiós al PAN 12/11/08

En la lona
1 de noviembre 2012

Evaluación Universal 25 de octubre de 2012

¡Usted no sabe quien soy! 18 de octubre de 2012

Ingrid, Manuel y otras calamidades
Pilar Ramírez: Política en tacones
ramirez.pilar@gmail.com


27 de septiembre de 2013 

Y ahí estaban las reformas dando. Dando de qué hablar, generando protestas, haciendo que se ensayaran formas de control y concertaciones para acallar las inconformidades hasta que la Madre Naturaleza vino en auxilio de las autoridades y nos recetó unos desastres que, por el momento, acapararon la atención de los medios y, en consecuencia, de la población. Como en muchos otros desastres naturales, la televisión ha tomado el desastre provocado por las lluvias como un reality show de bajo presupuesto. La iniciativa “Súmate ya” sería algo muy positivo si se hiciera más sobria, si no se basara en la exhibición indigna de la desgracia ajena.

Los reporteros y conductores de televisión han ido a las zonas afectadas y trabajan sobre el supuesto de que entre más miseria o sufrimiento de las víctimas de los derrumbes e inundaciones muestren más exitosa será la recaudación, pero sobre todo, que los líderes de opinión ya sean funcionarios o personajes públicos de los medios o de otras empresas e instituciones se harán de una buena imagen debido a su participación eficiente o caritativa para ayudar a nuestros compatriotas. Ingrid y Manuel convertidos en dos estrellas más del Canal de las Estrellas.

Así, una y otra vez vemos entrevistas donde el close up del llanto es protagonista, los paneos por los cacharros inservibles de una vivienda que ya de por sí era muy pobre se adueñan de la pantalla, donde el hambre se vuelve un personaje al que se le dan parlamentos conmovedores. La industria del sufrimiento y la conmiseración a todo lo que da.

Me pregunto si seremos capaces de mostrar solidaridad sin el amarillismo de las notas televisivas. Quiero creer que sí. ¿Los empresarios no se pueden mostrar generosos simplemente si se les envía un boletín donde se resuma la magnitud de los daños y la cantidad de gente afectada? ¿La población no será capaz de aportar solamente si en cortes informativos se indica a qué cuenta puede donar o se informa dónde están los centros de acopio? Es posible si se les convoca en forma correcta. Un oficio tendría que ser suficiente, aunque se hagan públicas las respuestas positivas, si los grandes donadores no admiten que su generosidad quede en el anonimato.

Las escuelas son un excelente ejemplo. La escuela del pequeño Andrés tomó la decisión de donar sólo seis productos e invitó a los padres de cada grupo a entregar exclusivamente el producto asignado. Hará, con seguridad, un buen acopio, fácil de entregar y fácil de clasificar. Hizo una invitación respetuosa y lacónica, pero eficiente.

Lo repulsivo en los medios es el manejo de la desgracia. Ha pasado antes con el sismo de 1985, con huracanes y lluvias. En cambio, la zona Tarahumara ha pasado por sequías terribles, pero como no hay imágenes “vendibles” que mostrar, no se montó una campaña mediática. La pobreza de la Sierra de Zongolica en Veracruz es aterradora, pero ¿cómo convocar si no se puede explotar y vender la miseria cotidiana como un buen producto televisivo?

Como si los pobladores de La Pintada en el estado de Guerrero no tuvieran suficiente con los derrumbes y las personas fallecidas o desaparecidas, le cayó encima Laura Bozzo. Sí, lo leyó usted bien. ¿Qué hacía esta presentadora y representante de la programación televisiva más abyecta y vergonzosa de nuestro país en ese pequeño poblado guerrerense que está padeciendo las consecuencias de la pobreza combinada con la fuerza de la naturaleza? Vaya usted a saber, pero tiene libertad de imaginar. ¿Era imprescindible su presencia para convencer a la población de ayudar? ¿Su enorme carisma y refinado discurso contribuyó determinantemente a despertar la generosidad ciudadana, a disparar el altruismo empresarial o a investirla de una imagen de sacrificio y abnegación que le acarree más espectadores? Son preguntas.

Por otra parte, la sobrerreacción de los medios para conseguir ayuda destinada a nuestros connacionales en desgracia sería muy agradecible en un contexto diferente, pero, se hace presente el “sospechosismo” santiaguero y mueve a pensar que hay una segunda intención, que en realidad es la primera: acallar las protestas que están generando las reformas del gobierno federal. Es más exacto decir acallarlas con una justificación que parece inobjetable, porque antes de los desastres por las lluvias la televisión estaba ignorando estruendosamente a los maestros inconformes y a los opositores a la reforma energética. Hoy, las televisoras tienen un motivo que, pobre de aquel perverso, malvado, infame, ruin, bellaco, cara de perro y sacadólares que se atreva a objetarlo: ayudar a nuestros hermanos.

Una recomendación: ignore el show televisivo y vaya a entregar su donativo que buena falta estaba haciendo incluso desde antes de las lluvias.

www.tulancingo.com.mx 

www.hidalguia.com.mx