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En la lona
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Formar maestros11 de octubre de 2012

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La Carta 120920.

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Calladitos 120321

Ambiente preelectoral 16 de marzo de 2012

Por iniciativas no paramos 10 de noviembre del 2011

Protestas
Política en tacones
Pilar Ramírez
ramirez.pilar@gmail.com

 

30 de agosto de 2013 

Las reformas en educación han generado una serie de inquietudes que no se limitan a las protestas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, cuya violencia ha acaparado los medios. Los cambios que se intentan y el rechazo que han generado están envueltos en una serie de contradicciones acalladas por la “nota” que han dado los maestros por la virulencia de su negativa a aceptar los términos de la Ley del Servicio Profesional Docente.
 

            Los medios se han volcado sobre la agresividad de las protestas que la semana anterior obligaron a los diputados a cambiar de sede para sesionar. En esta semana, la nota fue el monto de los daños que tal protesta ocasionó y que, según se reportó, ascienden a 4.5 millones de pesos.

            Sin duda que los cambios a la ley educativa, específicamente la del Servicio Profesional Docente, tiene aspectos discutibles pero la opinión pública poco reparará en ello porque la información sobre las formas indecorosas que tienen los maestros de la cnte para protestar anula cualquier posibilidad de que se les conceda la razón. Resulta improbable que alguien con suficiente influencia sobre la opinión pública empeñe su palabra a favor de este gremio, pues muy pocos quieren que se les cuelgue el sambenito de apoyar la violencia.

            Los medios, factor fundamental en la ecuación, han ido más allá de la labor de informar; han sido pieza relevante para la descalificación de la postura de los maestros basada en el enjuiciamiento de los hechos en los que se han visto envueltos al llevar adelante sus protestas. Es decir, ya no importa si pudieran tener razón, deja de asistirles en la medida de los destrozos que causan y se destaca porque es lo “noticioso”, en el caso de que el único interés de los medios sea informar.

            El gobierno federal y los legisladores redactaron la reforma educativa con base en lo que consideran que es mejor para la educación mexicana. Los legisladores, no sólo en este caso, discuten las iniciativas, cabildean con otros partidos, escuchan a sus cúpulas y luego votan. Se olvidan que están en un cargo de representación popular y nunca regresan a consultar o tratar de percibir cuál es la postura de los votantes de su distrito, sólo responden a sus partidos. Este comportamiento es una de las grandes taras de la representación popular mexicana; cuando después de una elección los presidentes nacionales o municipales, gobernadores y legisladores tienen en sus manos la constancia de mayoría parecen recibir carta blanca para actuar exclusivamente conforme mejor conviene a sus intereses y a los de su partido. El de la reforma educativa fue un caso más.

            ¿Por qué la semana anterior no se votó la reforma en la sede alterna si el PRI y el PAN tienen mayoría? ¿Les atacó un cargo de conciencia y decidieron escuchar a sus representados? Seguramente no. El cálculo de la oportunidad no falla y era arriesgado llegar al primero de septiembre con protestas de esta naturaleza o más violentas. La victimización de los cuerpos de seguridad quizá no alcanzaría para mantener el juicio popular contra los maestros. Culparlos por los daños causados funciona hasta cierto punto y puede convertirse en arma de doble filo, pues en el afán de dar una cifra escandalosa y endosarle la cuenta a los docentes rijosos, se abre espacio a las preguntas sobre la generosidad para gastar cuando se trata del erario público.

Son incuestionables los gastos de atención médica para los policías lesionados y los costos del reemplazo de la cámara del circuito cerrado de televisión, los equipos biométricos, las rejas y las mangueras contra incendio dañados. En cambio, si se revisa el desglose de los 4.5 millones parece un tanto excesivo pagar dos millones por la renta del Centro Banamex, o rentar 19 autobuses para trasladar a los legisladores a la sede alterna con un costo de 143 mil pesos o tres millones en hoteles. Con tal desglose, las cuentas no suman 4.5 millones, ¿querrá eso decir que son gastos adicionales?

El hecho positivo es el del acuerdo para instalar una mesa de diálogo entre legisladores y cnte, sin que deje uno de preguntarse por qué no se hizo en el proceso de redacción de la ley o durante el análisis en comisiones. Resulta paradójico que al mismo tiempo que son reprochables las acciones de los maestros, la instalación de la mesa resulta una respuesta política sensata y acorde a la intensidad de la protesta. Por otra parte, los maestros de la cnte no son los únicos preocupados por las consecuencias de la nueva ley, en el ambiente magisterial hay preocupación y los líderes sindicales lo reconocen. Con este nuevo espacio de diálogo, si éste realmente se produce, el punto medular será la preservación de los derechos laborales y no perder de vista que los docentes son producto del sistema educativo que los forma y del empleo que los capacita y marca pautas de desempeño. La práctica perversa de calificar a los docentes según los resultados de sus alumnos en las pruebas estandarizadas llevó a considerar que la función docente consistía en preparar a sus alumnos para responder exámenes es sólo un ejemplo de cómo se había moldeado la práctica profesional de los maestros y cómo se le evaluaba.

            Una ley justa no puede convertir en responsabilidad personal lo que surge como consecuencia de un fenómeno social e institucional. La reforma educativa nos atañe a todos, no sólo a maestros, alumnos y padres de familia con hijos en edad escolar; la calidad de nuestra educación nos califica como país y señala el rumbo general de la nación, por lo cual, ganamos todos cuanto menos conflictos y más acuerdos impliquen los cambios para una mejora efectiva de la educación.

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