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MegaGolpe 13/04/04
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Enredos 13/03/15
Mujeres de la tormenta
13/03/08
Municipio libre?13/03/01
1 de marzo de 2013
Narcocorridos
13/02/22
Ahorros 13/02/02
Princesas y vaqueros 13/01/31
Evaluación Universal 25 de octubre de 2012
¡Usted no sabe quien
soy! 18 de octubre de 2012
Formar maestros11 de octubre de 2012
Juárez no debió de morir 5 de octubre de 2012
Entre la igualdad y la
censura26
de septiembre de 2012
La Carta 120920.
La causa son las mujeres
6 junio 2012
Calladitos
120321
Ambiente preelectoral
16 de marzo de 2012
Por iniciativas no paramos
10 de noviembre del 2011
Sufragio ¿efectivo?
10 de noviembre del 2011
Primera plana13 de octubre del 2011
Reprobadas 28 de julio del 2011
El equipo 21 de
julio del 2011
Marcho, luego
existo
7 de abril del 2011
Apagón analógico 23
de marzo del 2011
Realities reales
25 de noviembre
del 2010
Versada por la Independencia y la Revolución
18 de noviembre del 2010
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Madres activistas de Xalapa
Política en tacones
De Pilar Ramírez
18 de abril de 2013
Tomo prestado el mismo título que utilizó mi
querida amiga Estela Casados en su columna porque es lo
suficientemente descriptivo del tema que aborda el documental
producido por el Colectivo de Investigación, Desarrollo y
Educación entre Mujeres (CIDEM)
sobre las madres que buscan justicia después de haber sido
separadas de sus hijos por los propios padres de los menores, el
cual fue premiado esta semana por la Suprema Corte de Justicia
de la Nación en el concurso “Género y justicia 2012”.
No es una, ni dos, son muchas,
lamentablemente muchísimas, las mujeres que como corolario de
una mala relación matrimonial reciben el golpe de la separación
de sus hijos. Casos donde es común que el ex marido sea abogado,
funcionario, pariente o muy amigo de algún alto funcionario o un
juez, empleado en el sistema judicial o simplemente poseedor de
una riqueza suficiente para comprar voluntades en el aparato de
justicia. Son personajes a los que podemos oír decir “usted no
sabe quién soy” cuando tienen un desacuerdo con alguien, pero a
sus ex mujeres les dicen “no sabes con quién te metiste”, “te
vas a arrepentir”, “luego no vengas llorando”, “ahora sí me vas
a conocer” o frases por el estilo.
Lo común es que un día, después de
pasar el tiempo asignado al padre, los hijos no sean devueltos a
sus madres porque previamente, y con desconocimiento de ellas,
los padres gestionaron y obtuvieron —o están seguros de que
obtendrán— la autorización de un juez para retenerlos. Y
comienza allí el viacrucis legal para las mujeres, quienes
sufren con esto varios de tipos de violencia. Son casos en los
que la separación de madre e hijos se hace para lastimar a la
madre, sin importar cuánto se dañe con ello a los hijos. El
denominador común de estos conflictos es un hombre controlador
que se hace ayudar por la justicia con procedimientos extra
judiciales a fin de separar a los hijos de la madre. No es
extraño que sean mujeres que decidieron poner un alto a una
situación de maltrato, algo que muchos hombres no soportan.
Casi ninguna de estas madres tiene
abiertas las páginas de los diarios o los micrófonos de los
medios electrónicos. Maude Versini, ex esposa de Arturo Montiel,
está en una batalla legal similar y aunque el caso tiene
resonancia en los medios por tratarse de un político conocido,
las declaraciones de Versini en contra de la justicia mexicana
apenas si tienen cabida en espacios noticiosos de internet y en
pocos medios impresos como una pequeña nota interior.
Lo notable de las madres
veracruzanas es que comenzaron a reconocerse como víctimas de un
problema colectivo generado por la corrupción. Con la
intervención valiosísima de
CIDEM
como organismo que reunió, analizó, dio apoyo, facilitó la
construcción de redes e hizo ver que no era un “problema
personal” sino un atentado a los derechos de las mujeres, estas
madres vieron surgir una esperanza de recobrar a sus hijos. De
padecer un drama personal adquirieron conciencia de que eran
víctimas de una tara social, de la lucha legal que les permitían
sus recursos, las más de las veces exiguos, pasaron al activismo
para que la batalla fuese estrictamente legal y no tener que
enfrentarse a poderes fácticos. Exhibieron a jueces corruptos,
se manifestaron, pusieron a la vista las debilidades del sistema
de justicia, hicieron ver que no son casos aislados sino una
práctica recurrente de ex parejas que por razones diversas
pretenden “castigar” a las mujeres o “darles una lección”; quizá
nada más para que vean “quién manda”. Hicieron visible la
agresión de que eran objeto y aprovecharon cuanto espacio
público se abrió para dar a conocer sus casos.
Gracias a la solidaridad que les
permitió formar un grupo y la voluntad de no dejarse vencer por
las desventajas en que las colocaban las acciones extra legales,
algunas de esas mujeres ya lograron tener de vuelta a sus hijos.
Pero no quedó allí, porque no son las únicas que padecen esa
violencia. Mayela García, Yadira Hidalgo y Alejandro Vázquez de
CIDEM
hicieron un documental sobre esta problemática y lo ingresaron
al concurso convocado por la Suprema Corte. El documental
resulto ganador y será transmitido por el canal judicial, que no
tiene precisamente los ratings más altos de la televisión, pero
ahora corresponde a las organizaciones de mujeres, a los
periodistas solidarios y a la sociedad civil difundirlo para
visibilizar que no es un “asunto personal”, que no es un “tema
privado”, es un problema social. La mera difusión de la noticia
acerca del premio y la temática del trabajo ganador contribuye a
dar a conocer esta situación por la que atraviesan muchas
mujeres en el país.
Enhorabuena a los ganadores y ahora
falta que el ejemplo cunda entre las mujeres.
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