Pacto por México
Política en tacones
De Pilar Ramírez
16 de diciembre de 2012
Cuesta mucho creer que un acuerdo
impulsará mejores condiciones para nuestro país, sólo por la
voluntad de tres partidos políticos. Al Pacto por México no sólo
le falta el punto de vista de todas las fuerzas políticas sino,
especialmente, la perspectiva ciudadana.
En la historia
reciente, destacan los Pactos de la Moncloa como un logro
político que alcanzó Adolfo Suárez en los que reunió a fuerzas
políticas distintas y aun antagónicas, con la finalidad común de
enfrentar la crisis económica española que iba de la mano de la
crisis política. Estos acuerdos marcaron la ruta que tomaría
España para enfrentar la difícil coyuntura económica y abordar
la transición política que tenía como tarea fundamental, nada
menos que desmontar las estructuras franquistas creadas y
consolidadas a lo largo de 36 años. El trabajo de gestión
política fue realizado con tal pulcritud que Manuel Fraga de
Alianza Popular no firmó el acuerdo político pero sí lo hizo con
el económico.
El éxito de los
Pactos de la Moncloa fue haber tenido la capacidad de convocar a
actores políticos clave para confrontar la situación económica y
para colaborar en la transición política que requería España. No
sólo firmaron el acuerdo las principales fuerzas políticas sino
también las centrales obreras. Una sociedad que venía de vivir
36 años de un régimen autoritario no tenía una sociedad civil
organizada como la que tienen las sociedades democráticas
actuales, pues la oposición política del franquismo se centraba
en los partidos políticos y en los sindicatos.
Con este episodio
político español como referente, el Pacto por México firmado por
tres partidos políticos aparece como arrogante, porque cada uno
de ellos no tiene de ninguna manera la capacidad de convocatoria
que se requiere para hacer frente a los múltiples problemas que
aquejan a la sociedad mexicana.
Para empezar, los 50
millones 323 mil votos válidos de la elección presidencial 2012
representan el 63.14% de los votantes. Esto deja fuera a más de
29 millones de ciudadanos que decidieron no acudir a las urnas y
por lo tanto no se sienten representados por ninguna de las tres
fuerzas políticas firmantes. Para seguir, no fueron invitados
originalmente los partidos Nueva Alianza, Verde Ecologista,
Movimiento Ciudadano y Partido del Trabajo. El primero obtuvo
más de un millón 150 mil votos, lo cual no debería ser ignorado
y los otros dos, aunque fueron en coalición, el Verde con el PRI
y los otros dos con el PRD, tienen su propia votación y, al
menos aparentemente, su propia agenda política.
La ausencia de las
voces sindicales se dejará sentir cuando se discuta, por
ejemplo, la iniciativa de reforma educativa, emanada
precisamente del Pacto por México que incluye diez acuerdos en
materia de educación. Otro asunto laboral que dejó pendiente el
calderonismo fue el de los electricistas que están a la espera
de una solución definitiva y donde es preciso tomar en cuenta al
sindicato.
De los actores
políticos, la gran ausente del Pacto por México es la sociedad
civil organizada. Existen una gran cantidad de organismos no
gubernamentales que se han ganado el derecho a participar en las
decisiones que se toman en distintos ámbitos. Uno de ellos es
sin duda el de Seguridad y Justicia. Los acuerdos incluidos en
el Pacto pueden considerarse pertinentes pero falta el punto de
vista ciudadano. La Ley sobre el Uso Legítimo de la Fuerza
Pública que se prevé en el Pacto no puede ignorar Acteal, Aguas
Blancas, Atenco o los disturbios del 1 de diciembre y menos el
punto de vista ciudadano en estos hechos.
La inclusión de seis
acuerdos relacionados con la cultura es agua fresca en un paraje
que desertificó el panismo. En términos generales, es difícil
contradecir los acuerdos incluidos en el Pacto, pero sí es
altamente reprochable que entre los 95 acuerdos no haya uno solo
dedicado a la perspectiva de género, o siquiera una mención en
alguno de ellos. Escalar a mejores niveles educativos, de
seguridad y justicia, de derechos y libertades, de crecimiento
económico y de gobernabilidad democrática como los que plantea
el Pacto pasa por reconocer e impulsar los derechos humanos de
las mujeres.
Falta ver la forma en que se
instrumentarán los acuerdos y sería de esperar que los no
convocados aparecieran entonces, para comenzar a creer que hay
esperanza de recomponer muchos aspectos que tienen lánguida,
desmadejada y descreída a nuestra sociedad. Si se desea éxito
para el Pacto por México es preciso impulsar que los distintos
sectores lo hagan suyo, de otro modo estará condenado al
fracaso.
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