Muñecas y
pistolas
Política en tacones
De Pilar Ramírez
30 de noviembre 2012
La cercanía de la Navidad
y del Día de Reyes inunda con anuncios de juguetes los
espacios publicitarios visitados por los niños,
especialmente algunos canales de televisión que
programan un verdadero bombardeo ante el cual se
encuentran indefensos los pequeños. Después pedirán lo
que les fue ofrecido por la publicidad, los papás, los
Reyes o Santa Claus los complacerán y los niños, para
completar el círculo, jugarán como les fue dictado en
los anuncios.
Todos los años y sin que casi
nadie diga nada, las empresas fabricantes de juguetes ofrecen
sus productos según el público objetivo: muñecas, productos de
belleza, disfraces de princesas y juegos relacionados con las
tareas del hogar para las niñas, mientras que a los niños les
ofrecen armas, videojuegos de acción y, curiosamente, las
llamadas figuras de acción que no son sino muñecos, pero
aceptados como “juguetes para niño”. Recurrentemente se habla
sobre el asunto pero en realidad nunca se hace nada concreto,
porque parece tarea imposible modificar las prácticas de esta
industria.
En Suecia, sin
embargo, la empresa comercializadora de juguetes Toys “r” Us se
ha visto obligada a realizar una campaña orientada a evitar
estereotipos en las imágenes que acompañan sus productos. Se le
ha denominado “campaña del juguete unisex”, aunque en realidad
se trata de neutralizar los roles impuestos a niñas y niños por
los juguetes que utilizan. A la empresa juguetera no le surgió
de pronto la conciencia social, no, sus acciones se deben a que
hace tres años provocó en Suecia una polémica por sus anuncios.
Un grupo de
estudiantes denunció a Toys “r” Us ante el observatorio sueco de
regulación de la publicidad por reforzar los estereotipos de
género al presentar en su publicidad imágenes de los niños
asociadas a los juguetes de acción, en tanto que a las niñas las
presentaba en actitudes pasivas de madres y princesas. El
observatorio determinó que la empresa reforzaba estereotipos,
que el tipo de imágenes manejado en sus catálogos limitaba la
elección de los juguetes y que el hecho de excluir a niños y
niñas en diferentes juguetes resultaba discriminatorio para
ambos géneros, por lo cual la amonestó públicamente.
Sólo para tener una
idea de la fuerza económica de la empresa, se trata del mayor
minorista de Estados Unidos, donde tiene 860 tiendas, cuenta
además con más de 700 tiendas en otros 34 países y da empleo a
más de 70 mil personas. El poderío económico habla también de su
indiscutible poder de penetración. Cualquiera que haya visitado
la emblemática y enorme tienda ubicada en Times Square en Nueva
York, con una rueda de la fortuna dentro del local y personajes
de películas en gran tamaño puede imaginar por qué Toys “r” Us
es el sueño de cualquier niño y por qué su comportamiento
empresarial tiene amplia repercusió social.
A consecuencia de la
amonestación, Toys “r” Us emprendió su campaña de neutralidad,
con imágenes menos estereotipadas que incluyen niñas empuñando
un arma y niños acunando un bebé de juguete, pero como los
tenderos que venden kilos de ochocientos gramos y sólo entregan
el kilo completo a quien reclama, dicha campaña sólo fue para
Suecia ya que allí se quejaron; en el resto de los países, la
campaña de Navidad es igual que siempre con niñas princesas o
mamás y niños guerreros o estrategas.
Al entrar a la página
de la empresa distribuidora de juguetes se puede ver cómo
dividen los juguetes por sexo. Para las niñas hay muñecas,
pizarrones, disfraces de princesa, algunos juegos de destreza y
en todos, incluso en los electrónicos, predomina el rosa. Para
los niños hay carros montables, figuras de acción, electrónicos,
videojuegos también de acción, implementos deportivos y mucho
azul o colores oscuros, dependiendo de la edad. Es necesario
decir que el enorme interés que han provocado los equipos
electrónicos también va socavando la separación tradicional de
los juguetes por sexo.
Para llevar a cabo su campaña del
juguete unisex Toy “r” Us asegura que se asesoró del
observatorio de regulación de la publicidad sueco que vigila la
aplicación del manual de buenas prácticas de la Cámara
Internacional de Comercio, a la cual pertenece México, pero como
aquí nadie se queja y los padres sentimos que los roles de
nuestros hijos están en su lugar, la empresa del juguete duerme
tranquila y no es necesario poner en práctica dicho manual.
Resulta cuestionable
si como sociedad nos conviene aspirar a que el paquete de la
igualdad incluya mujeres dispuestas a matar, aunque sea
fantasiosamente. Baste recordar que el estudio de la ONU sobre
homicidios en el mundo atribuye a los hombres la comisión del
90% de los asesinatos, ranking poco o nada envidiable. Aún así,
es un pequeño avance que comiencen a surgir voces y hechos que
vayan horadando la asignación de roles por género donde a las
niñas les toca ser menos que los niños, débiles mientras los
varones son fuertes, pasivas en tanto que la acción es
masculina, papeles que inevitablemente perfilan el lugar que
ocuparán más tarde en la sociedad.
Tampoco hay que dejar
de lado la exclusión y el señalamiento que viven los niños si
por casualidad se les antoja jugar con la muñeca o la plancha de
la hermana. En general, los padres son los más vigilantes y
reproductores de los roles tradicionales, porque no desean que
sus hijas sean tachadas de hombrunas ni sus hijos de afeminados.
Seguramente es en el seno familiar donde se pueden comenzar a
desterrar las malas enseñanzas que después padecemos traducida
por ejemplo, en violencia de muchos tipos, pero para que
comience esta reflexión es preciso colocar el tema en la agenda
pública.
Parece inocente la
adquisición de un juguete pero no lo es, allí expresamos una
gran carga de nuestro condicionamiento social. ¿Y usted, qué
planea regalar en estas fiestas decembrinas a sus hijos?
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