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Entre la igualdad y la
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La causa son las mujeres
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10 de noviembre del 2011
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El equipo 21 de
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25 de noviembre
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18 de noviembre del 2010
Persignarse11 de noviembre del 2010
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Ninis 2 de septiembre del 2010
Desempleo ilustrado
26 de agosto del 2010
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Megagolpe
Política en tacones
De Pilar Ramírez
4 de abril de 2013
Cuando contraté, hace muchos años, mi servicio de televisión por
cable incluía la señal de Radiotelevisión de Veracruz. De
pronto, hace un mes y sin decir agua va, nos lo quitaron. Es
decir, el servicio que me interesaba y por el que pago cada mes
ya no es el mismo. La empresa decidió tutelar lo que me gusta y
lo que no, lo que debemos ver y lo que no nos conviene. Por lo
visto, desde su óptica, a los usuarios de Megacable no
les interesa y no deben ver una señal que contenga ¡horror!
cultura. Quizá, como muchos, considera que la cultura es
aburrida, incomprensible, inútil o (¡válgame!) peligrosa. El
hecho es que hace un mes que no podemos ver Radiotelevisión de
Veracruz, iba a decir disfrutar, pero eso ya es un exceso, pues
sólo algunos de sus programas son disfrutables,
especialmente los que no intentan parecerse a los de la
televisión comercial, porque los que sí lo hacen, serían el
equivalente a unas primas pobres de Paris Hilton queriendo
competir con ella vistiéndose en el tianguis.
Los usuarios de servicios de televisión de paga
en México han crecido hasta llegar, en septiembre de 2012, a
12.6 millones de usuarios. De acuerdo con datos de la Comisión
Federal de Telecomunicaciones en la modalidad por cable hay 5.8
millones de suscriptores mientras que los servicios satelitales
tienen 6.7 millones de usuarios. Son varias las empresas que
ofrecen estos servicios y el incremento de suscriptores se debe
principalmente a que las diferentes firmas han buscado esquemas
que les permiten ofrecer paquetes a bajo costo para ampliar el
número de suscriptores. En síntesis, se trata de grupos
empresariales exitosos que han visto crecer sus ganancias con la
explotación de concesiones otorgadas por la Cofetel.
La empresa Megacable, uno de los más grandes
prestadores del servicio de televisión de paga, no sólo sacó de
su programación la señal de Radiotelevisión de Veracruz sino la
de otros medios públicos. La única recomendación para los
usuarios es llamar a la empresa para quejarse y pedir que
regrese la señal de RTV.
Esta cancelación de la señal de RTV ocurrió,
además, en los días previos a la discusión de las reformas a la
Ley Federal de Telecomunicaciones, la cual fue ya aprobada por
la Cámara de Diputados y en la que se advierte que “las
telecomunicaciones son servicios públicos de interés general,
por lo que el Estado garantizará que sean prestados en
condiciones de competencia, calidad, pluralidad, cobertura
universal, interconexión, convergencia, acceso libre y
continuidad”, además de darle un lugar más destacado a los
medios públicos con otros ordenamientos.
Aun con la legislación actual, se reconoce la
naturaleza de bien público y servicio social que tienen medios
como los que maneja el gobierno federal, los gobiernos
estatales, las universidades y algunas difusoras comunitarias.
No puede ser que ante un acto poco sensible de la empresa de
Javier Bours, a la que el gobierno mexicano le otorgó una
permiso para prestar servicios de radiodifusión, los usuarios
sólo tengan el camino de la queja privada, cuando en realidad se
impone una denuncia pública, pues se está despojando a los
usuarios del disfrute de un bien cultural y de servicio social
que no tiene fines de lucro.
Quizá la empresa cablera sólo atienda a
criterios de rating y Radiotelevisión de Veracruz no los
cubra, pero el valor social de su programación es innegable y no
es despreciable el público que ha ganado. Ningún otro medio en
la entidad cubre, por ejemplo, la Cumbre Tajín como lo hace RTV,
tampoco las Fiestas de la Candelaria de Tlacotalpan, cuya
cobertura lleva a los veracruzanos y los televidentes de ocho
entidades aledañas a Veracruz los rituales religiosos de la
fiesta, la Cabalgata con la que da comienzo, el Encuentro de
Jaraneros que reúne a cientos de músicos que cultivan el son
jarocho y que son la delicia del público que se congrega en la
Plaza Doña Martha hasta muy entrada la madrugada de los tres
días que dura esta fiesta musical, junto con el encuentro de
decimistas, el danzón y el foro académico en el que se presentan
libros, discos y otras producciones relacionadas con la música
de Veracruz.
No hay medio que destine el esfuerzo y el tiempo
de transmisión para llevar a Veracruz, al país y al resto del
mundo la riqueza de estas expresiones culturales y la riqueza
natural que hay en Veracruz, tampoco hay otro que iguale el
trabajo de servicio social que se hace en el rubro educativo o
de protección civil. Que RTV, como todos los medios públicos,
tiene el reto de mejorar su producción para atraer más
audiencias, eso es innegable, pero que a la sociedad mexicana le
hacen falta los medios públicos también lo es. Poder llegar al
público que ya le es fiel a estas señales debe ser un derecho
que no se puede escamotear al amparo de tecnicismos jurídicos y
tampoco sólo una concesión graciosa de los empresarios que se
benefician de los bienes públicos.
El sector privado goza ya de muchísimos
beneficios en materia de telecomunicaciones, ¿a qué viene
entonces pretender perjudicar a un medio que ofrece tantos y tan
buenos servicios no sólo a Veracruz sino a todo aquel interesado
en la cultura?
Megacable, con razón o sin ella, le está dando un
megagolpe a la cultura. Yo, por lo pronto, dejo aquí constancia
de mi megaqueja.
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