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de marzo del 2011
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25 de noviembre
del 2010
Versada por la Independencia y la Revolución
18 de noviembre del 2010
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Escaneo político
Política en tacones
De Pilar Ramírez
30 de mayo de 2013
Catorce entidades tendrán elecciones
locales este año en el mes de julio: Aguascalientes,
Hidalgo, Baja California, Oaxaca, Tamaulipas, Coahuila,
Puebla, Tlaxcala, Chihuahua, Quintana Roo. Durango,
Sinaloa, Zacatecas y Veracruz; en esta última, imagino
que al igual que en el resto de los estados con
elecciones en puerta, hay un hervidero político por el
inicio de las campañas. La prensa y los programas
informativos de los medios electrónicos comienzan a
poblarse de la información tradicional de estas
jornadas: actos de campaña, declaraciones de los
candidatos, problemas de los partidos, acusaciones y
otras.
Los ciudadanos parecen
mantenerse al margen de estos procesos, porque en
apariencia su participación será requerida hasta el día
de la jornada electoral cuando se presenten a sufragar
aquellos que hayan sido convencidos de hacerlo. Los
votantes potenciales permanecen como testigos mudos de
la rebatiña que hay en los partidos, de cómo quedó la
distribución de candidaturas repartidas auténticamente
como un pastel del que todos querían la mejor tajada y
la más grande, los reclamos de los que no se sienten
representados o no fueron tomados en cuenta, las
rispideces, organizaciones que reclaman un lugar o las
maniobras de ciertos personajes públicos para hacerse de
una candidatura.
La pasividad ciudadana
contribuye a retrasar la democracia y se convierte en
una aliada de quienes cuentan con ella para encumbrarse,
superarla es el reto social de las elecciones venideras.
Éste debe ser el tiempo de los ciudadanos, en el que
además de los medios tradicionales se busquen fuentes
alternativas de información para basar el voto en una
opinión sólida. Hay organizaciones civiles que, sin afán
de lucro, ofrecen información sobre temas críticos como
empleo, género, discriminación, violencia, derechos
humanos o medio ambiente; también están las redes
sociales y las páginas oficiales con información que
permite contrastar lo que declaran los candidatos.
Existe asimismo trabajo periodístico que ha encontrado
en esta información un nuevo nicho de mercado, es decir,
que ante la exigencia de más y mejor información ofrecen
productos periodísticos de mejor calidad y más útiles
para la ciudadanía.
Hoy, la construcción de la
democracia necesita mucho más que el voto, necesita
participación ciudadana para que la calidad de la
democracia sea cada vez mayor y una buena forma de
comenzar a lograrlo es considerar que no hay tema de la
elección que sea insignificante o ajeno a la sociedad.
La alternancia es una nueva realidad que pueden hacer
posible los ciudadanos siempre y cuando así lo
consideren necesario y reconozcan el valor de su voto.
En los medios encontraremos la
información tradicional de una campaña: la “carrera de
caballos”, o sea, quién va ganando; incidentes;
declaraciones a la prensa; cobertura de los actos de
campaña; el entorno familiar de los candidatos y —algo
que siempre vende— las confrontaciones entre candidatos.
Como votantes debemos ir más allá. Si los candidatos
hacen propuestas pongámoslas a revisión, veamos si son
viables, cuánto pueden costar y si el municipio o
gobierno tiene los recursos para ejecutarlas; analicemos
si las propuestas son novedosas para solucionar algún
problema específico o si los candidatos sólo están
reciclando promesas; qué dicen los distintos candidatos
acerca del mismo problema y buscar si hay opinión de
expertos, ¿son comparables sus soluciones?, el tema o
declaración del candidato en una concentración ¿surge al
calor del momento o forma parte de su plataforma?
Respecto a los candidatos debemos
preguntarnos cómo ha sido su trayectoria política, si ha
sido leal a una filiación partidista o se acuesta de un
color y amanece de otro, cómo es su equipo de trabajo y
quiénes lo constituyen, si ha tenido otros cargos ¿qué
resultados ha dado?, qué tanto conoce el lugar o al
grupo ciudadano que quiere representar, si ha cumplido
promesas anteriores, ¿es transparente?, ¿abre la
información acerca de quiénes están apoyando su campaña
y cuánto gasta en ella?, ¿hay congruencia entre los
recursos que tiene autorizados y lo que se ve en su
campaña: regalos banderas, autobuses, materiales de
propaganda, anuncios espectaculares, apoyos a la
población?, ¿existe información sobre su situación
económica personal y de dónde provienen sus recursos?
Todas estas preguntas nos darán un perfil más certero de
la persona por la cual votaremos. Incluso las anécdotas
ofrecen información valiosa: habla de igualdad de
género, pero ¿la practica en su vida cotidiana o la ha
promovido en otros cargos?
No tenemos que convertirnos en
investigadores ni en reporteros, sólo ser ciudadanos
atentos a la información, poner en duda lo que digan los
candidatos y no dejarnos llevar por la avalancha de
propaganda. Actualmente son los equipos de campaña los
que definen los temas, los que saben “lo que vende”, lo
que “impacta al público”, la imagen familiar que “mueve
las fibras sensibles”. Con un poco de atención, y de
exigencia, podemos ir —poco a poco— imponiendo una
agenda ciudadana que no puedan ignorar los candidatos
por más expertos en marketing político que
contraten para asegurar su triunfo.
A las estrategias electorales les
podemos responder con un escaneo político que ponga al
descubierto sus verdaderas capacidades. Yo, por ejemplo,
no olvido las promesas de campaña que fue a hacer a mi
colonia un candidato a diputado cuando buscaba la
alcaldía y no cumplió a pesar de que no costaban más que
voluntad de hacerlo. ¿Qué me asegura que las promesas de
ahora sí las honrará?
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