Madres activistas de Xalapa 13/04/18

Maricas y puñales 13/04/11

MegaGolpe 13/04/04

Medios públicos 13/03/21

Enredos 13/03/15

Mujeres de la tormenta 13/03/08

Municipio libre?13/03/01

1 de marzo de 2013

Narcocorridos 13/02/22

Ahorros 13/02/02

Princesas y vaqueros 13/01/31

Alternancia 13/01/25

De cal y arena 12/12/20

Pacto por México 16 de diciembre  de 2012

Muñecas y pistolas 30 de noviembre del 2012

Tiempos de progreso 15 de noviembre 2012

Adiós al PAN 12/11/08

En la lona
1 de noviembre 2012

Evaluación Universal 25 de octubre de 2012

¡Usted no sabe quien soy! 18 de octubre de 2012

Formar maestros11 de octubre de 2012

Juárez no debió de morir 5 de octubre de 2012

Entre la igualdad y la censura26 de septiembre de 2012

La Carta 120920.

La causa son las mujeres 6 junio 2012

Calladitos 120321

Ambiente preelectoral 16 de marzo de 2012

Por iniciativas no paramos 10 de noviembre del 2011

Sufragio ¿efectivo? 10 de noviembre del 2011

Primera plana13 de octubre del 2011

Reprobadas 28 de julio del 2011

El equipo 21 de julio del 2011
 

Marcho, luego existo 7 de abril del 2011

Apagón analógico 23 de marzo del 2011

Realities reales 25 de noviembre del 2010

Versada por la Independencia y la Revolución 18 de noviembre del 2010

   

MEIF
Política en tacones

De Pilar Ramírez ramirez.pilar@gmail.com 

25 de abril de 2013

Hace muchos, muchos años, en mi época de estudiante universitaria que fue grata y ligera, tuve la oportunidad de acudir a clases en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM con maestros a los que hoy todavía les debo gratitud. Yo, lo mismo que cualquier alumno, cuando comenzaba el semestre verificaba cuáles asignaturas obligatorias y cuántas optativas debía cursar, iba al tablero donde el área de servicios escolares colocaba los horarios y los maestros de todas las asignaturas que se impartían para las cinco carreras, tomaba un formato de tira de materias, anotaba el nombre de la asignatura, horario, maestro y recababa la firma del docente para comprobar que éste me había aceptado en su curso; con ese formato se registraba mi inscripción.

            De cada una de las materias obligatorias se abrían entre dos y seis grupos y de las optativas casi siempre era un solo grupo, aunque de las muy solicitadas era más de uno. Así, con esta libre elección pude tomar clases, entre otros, con Raúl Olmedo, Guillermo Fernández, Antonio Delhumeau Arrecillas —quien más tarde fue director de la institución—, María de Ibarrola —destacada investigadora de la educación en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN, Sergio Pardo —también investigador de la educación—, José Woldenberg —un joven e inteligentísimo maestro que impartía la asignatura Educación Superior en México— y con mi muy querido y siempre admirado maestro Gustavo Sainz de cuya simpatía y conocimiento de la literatura pudimos gozar Rafael Figueroa y yo varios semestres.

            Puede ser que la memoria sea injusta y no mencione a otros buenos maestros aunque también hubo alguno que fue justamente olvidado. Recuerdo también que en aquella época estaba en boga entre los latinoamericanistas la Teoría de la Dependencia, construida principalmente por científicos sociales argentinos, chilenos y brasileños como Theotonio Dos Santos, André Gunder Frank, Ruy Mauro Marini, Celso Furtado, Enzo Faletto y Fernando Henrique Cardoso. Estos autores eran casi los voceros de dios, de un dios de izquierda claro, lo cual hacía que las clases de Ruy Mauro Marini estuvieran llenas a reventar, por lo cual se impartían en uno de los salones tipo auditorio más amplios de la facultad porque a ellas asistíamos muchos que no estábamos inscritos con él, pero no nos perdíamos ninguna sesión de Marini. Algo similar ocurría con Raúl Olmedo que daba una clase tipo conferencia y sus ayudantes se encargaban de atender a los dos o tres grupos en que se fragmentaba la multitud que lo quería como maestro, hasta nos recetábamos sin chistar su colaboración dominical en Diorama de Excelsior.

            La disponibilidad de maestros y horarios no siempre se ajustaba a nuestros deseos o necesidades. Yo asistía a clases en el turno matutino, pero con tal de inscribirme en un curso impartido por el investigador Sergio Pardo iba de ocho a diez de la noche, dos días a la semana. Un poco dificultoso ir a esas horas a Ciudad Universitaria en una ciudad donde las distancias son poco amigables con estos arreglos, pero valió la pena. Otros hacían lo mismo y nadie se inmolaba diciendo que estaba estresado por fragmentar su horario. Éramos jóvenes y aguantábamos eso y más.

            Esta elección de maestros y horarios se hacía a partir del segundo semestre. Había un tronco común obligatorio y se podían elegir optativas de la misma facultad o de cualquier otra. En teoría, hubiese podido cursar una optativa en Odontología, estando matriculada en Sociología. De algún modo, el alumno construía su propia carrera, sobre una base determinada por la universidad.

            También había lo que se llamaba índices de velocidad y calidad, para medir en cuánto tiempo se cubría la totalidad de créditos y el aprovechamiento, esto es, las calificaciones que se obtenían y si había o no asignaturas reprobadas. Mejor puntaje cuanto menos reprobación, menos tiempo matriculados y mejores calificaciones.

            Me he venido a enterar que la Universidad Veracruzana aplica un modelo parecido, el famoso MEIF. Lo primero que supe de él fue por furiosas notas periodísticas que lo criticaban, como no tenía más referencias, estaba por pensar que quizá las críticas eran justificadas, con esas siglas tan feas, pensaba, debe ser un engendro del demonio que se come a maestros y alumnos, les debe sorber los sesos y por eso están tan en contra.

            Pero no, resulta que el famoso MEIF, el Modelo Educativo Integral y Flexible no es más que un inocente modelo educativo con elementos que se aplican desde hace muchos años en otras universidades. Vaya que son protestones los estudiantes de la UNAM, pero nunca los vi haciendo una marcha o gritándole a su rector por darles libertad de elegir cuándo tomar sus asignaturas y seleccionar a sus maestros, como ya lo hizo uno aquí en Xalapa, lo cual fue recogido puntualmente por un periódico en línea. Lo pueden preguntar con el “Mosh”, el dirigente estudiantil que paralizó a la UNAM un año por no querer pagar colegiaturas, pero nunca se quejó del modelo.

            A cuanto universitario de la UV que se ha dejado entrevistar le he preguntado por el MEIF y sólo me han hablado de problemas operativos, en algunas facultades hacen falta maestros, ciertos maestros no tienen el perfil para impartir la materia asignada y es necesario ampliar la oferta de horarios y grupos para evitar que los alumnos se queden sin inscripción en alguna materia, pero nadie ha sustentado sólidamente una descalificación conceptual del modelo. Es decir, si la universidad dispusiera de más recursos podría aplicar de mejor manera este modelo. El rector, en cuanto foro ha hablado, al igual que otros rectores, no deja de señalar la necesidad de incrementar el presupuesto a la educación superior.

            Si la evaluación de un modelo se decidiera por el tratamiento de los medios, a lo mejor el MEIF reprueba, aunque no deja de ser curioso que dos medios sean tan constantes en las críticas. No es por ser mal pensada, pero creo que no les preocupa el MEIF sino dejar mal paradas a las autoridades universitarias. Agendas paralelas se les llama. Lo que sí es verdad es que con nuestros hábitos de consumo de los medios, no sólo les permitimos que nos digan en qué pensar sino cómo hacerlo. ¿No sería mejor que esa energía la destináramos a exigir más recursos para la UV?

www.tulancingo.com.mx 

www.hidalguia.com.mx