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10 de noviembre del 2011
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El equipo 21 de
julio del 2011
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7 de abril del 2011
Apagón analógico 23
de marzo del 2011
Realities reales
25 de noviembre
del 2010
Versada por la Independencia y la Revolución
18 de noviembre del 2010
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MEIF
Política en tacones
De Pilar Ramírez
25 de abril de 2013
Hace muchos, muchos años, en mi época de
estudiante universitaria que fue grata y ligera, tuve la
oportunidad de acudir a clases en la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la
UNAM
con maestros a los que hoy todavía les debo gratitud. Yo, lo
mismo que cualquier alumno, cuando comenzaba el semestre
verificaba cuáles asignaturas obligatorias y cuántas optativas
debía cursar, iba al tablero donde el área de servicios
escolares colocaba los horarios y los maestros de todas las
asignaturas que se impartían para las cinco carreras, tomaba un
formato de tira de materias, anotaba el nombre de la asignatura,
horario, maestro y recababa la firma del docente para comprobar
que éste me había aceptado en su curso; con ese formato se
registraba mi inscripción.
De cada una de las materias obligatorias se abrían entre dos y
seis grupos y de las optativas casi siempre era un solo grupo,
aunque de las muy solicitadas era más de uno. Así, con esta
libre elección pude tomar clases, entre otros, con Raúl Olmedo,
Guillermo Fernández, Antonio Delhumeau Arrecillas —quien más
tarde fue director de la institución—, María de Ibarrola
—destacada investigadora de la educación en el Centro de
Investigación y de Estudios Avanzados del IPN, Sergio Pardo
—también investigador de la educación—, José Woldenberg —un
joven e inteligentísimo maestro que impartía la asignatura
Educación Superior en México— y con mi muy querido y siempre
admirado maestro Gustavo Sainz de cuya simpatía y conocimiento
de la literatura pudimos gozar Rafael Figueroa y yo varios
semestres.
Puede ser que la memoria sea injusta y no mencione a otros
buenos maestros aunque también hubo alguno que fue justamente
olvidado. Recuerdo también que en aquella época estaba en boga
entre los latinoamericanistas la Teoría de la Dependencia,
construida principalmente por científicos sociales argentinos,
chilenos y brasileños como Theotonio Dos Santos, André Gunder
Frank, Ruy Mauro Marini, Celso Furtado, Enzo Faletto y Fernando
Henrique Cardoso. Estos autores eran casi los voceros de dios,
de un dios de izquierda claro, lo cual hacía que las clases de
Ruy Mauro Marini estuvieran llenas a reventar, por lo cual se
impartían en uno de los salones tipo auditorio más amplios de la
facultad porque a ellas asistíamos muchos que no estábamos
inscritos con él, pero no nos perdíamos ninguna sesión de
Marini. Algo similar ocurría con Raúl Olmedo que daba una clase
tipo conferencia y sus ayudantes se encargaban de atender a los
dos o tres grupos en que se fragmentaba la multitud que lo
quería como maestro, hasta nos recetábamos sin chistar su
colaboración dominical en Diorama de
Excelsior.
La disponibilidad de maestros y horarios no siempre se ajustaba
a nuestros deseos o necesidades. Yo asistía a clases en el turno
matutino, pero con tal de inscribirme en un curso impartido por
el investigador Sergio Pardo iba de ocho a diez de la noche, dos
días a la semana. Un poco dificultoso ir a esas horas a Ciudad
Universitaria en una ciudad donde las distancias son poco
amigables con estos arreglos, pero valió la pena. Otros hacían
lo mismo y nadie se inmolaba diciendo que estaba estresado por
fragmentar su horario. Éramos jóvenes y aguantábamos eso y más.
Esta elección de maestros y horarios se hacía a partir del
segundo semestre. Había un tronco común obligatorio y se podían
elegir optativas de la misma facultad o de cualquier otra. En
teoría, hubiese podido cursar una optativa en Odontología,
estando matriculada en Sociología. De algún modo, el alumno
construía su propia carrera, sobre una base determinada por la
universidad.
También había lo que se llamaba índices de velocidad y calidad,
para medir en cuánto tiempo se cubría la totalidad de créditos y
el aprovechamiento, esto es, las calificaciones que se obtenían
y si había o no asignaturas reprobadas. Mejor puntaje cuanto
menos reprobación, menos tiempo matriculados y mejores
calificaciones.
Me he venido a enterar que la Universidad Veracruzana aplica un
modelo parecido, el famoso
MEIF.
Lo primero que supe de él fue por furiosas notas periodísticas
que lo criticaban, como no tenía más referencias, estaba por
pensar que quizá las críticas eran justificadas, con esas siglas
tan feas, pensaba, debe ser un engendro del demonio que se come
a maestros y alumnos, les debe sorber los sesos y por eso están
tan en contra.
Pero no, resulta que el famoso
MEIF,
el Modelo Educativo Integral y Flexible no es más que un
inocente modelo educativo con elementos que se aplican desde
hace muchos años en otras universidades. Vaya que son
protestones los estudiantes de la UNAM, pero nunca los vi
haciendo una marcha o gritándole a su rector por darles libertad
de elegir cuándo tomar sus asignaturas y seleccionar a sus
maestros, como ya lo hizo uno aquí en Xalapa, lo cual fue
recogido puntualmente por un periódico en línea. Lo pueden
preguntar con el “Mosh”, el dirigente estudiantil que paralizó a
la UNAM un año por no querer pagar colegiaturas, pero nunca se
quejó del modelo.
A cuanto universitario de la
UV
que se ha dejado entrevistar le he preguntado por el
MEIF
y sólo me han hablado de problemas operativos, en algunas
facultades hacen falta maestros, ciertos maestros no tienen el
perfil para impartir la materia asignada y es necesario ampliar
la oferta de horarios y grupos para evitar que los alumnos se
queden sin inscripción en alguna materia, pero nadie ha
sustentado sólidamente una descalificación conceptual del
modelo. Es decir, si la universidad dispusiera de más recursos
podría aplicar de mejor manera este modelo. El rector, en cuanto
foro ha hablado, al igual que otros rectores, no deja de señalar
la necesidad de incrementar el presupuesto a la educación
superior.
Si la evaluación de un modelo se decidiera por el tratamiento de
los medios, a lo mejor el
MEIF
reprueba, aunque no deja de ser curioso que dos medios sean tan
constantes en las críticas. No es por ser mal pensada, pero creo
que no les preocupa el
MEIF
sino dejar mal paradas a las autoridades universitarias. Agendas
paralelas se les llama. Lo que sí es
verdad es que con nuestros hábitos de consumo de los medios, no
sólo les permitimos que nos digan en qué pensar sino cómo
hacerlo. ¿No sería mejor que esa energía la destináramos a
exigir más recursos para la
UV?
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