Certificado de
regalo 14/01/07
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15 de enero de 2014 El jefe del gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera Espinosa, acaba de enviar a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal una iniciativa de reformas al Código Civil en las que, entre otras cosas, se establece como requisito para contraer matrimonio un certificado de deuda alimentaria, es decir, quienes deseen celebrar un matrimonio deberán comprobar ante la autoridad que no son padres que hayan faltado a la obligación de aportar los recursos para la manutención de sus hijos.
Dudo que haya alguien que no pueda contar una historia cercana de padres irresponsables. De la pareja joven que se casó por el entusiasmo de hacer una vida juntos u obligada por un embarazo y que al cabo de pocos meses no queda nada de aquello que una vez los unió excepto un hijo al que hay que alimentar, educar y cuidar. Son legión los hombres que una vez disuelta la pareja parecen sufrir amnesia porque son capaces de seguir su vida como si fuesen solteros y, literalmente, dejan atrás, al hijo o los hijos que procrearon.
Los hay también que siguen el proceso de divorcio y a pesar de la resolución de un juez respecto a la pensión alimenticia, que la respeten es una tarea más titánica que hacer cumplir a un político sus promesas de campaña. Las madres casi deben presentarles los zapatos con agujero para que accedan a aportar para reemplazarlos, o entregarles los lápices gastados de las que sólo quede un centímetro para que consideren necesario comprar otro. Ya ni hablar de cuando esos hombres encuentran mujeres con “vocación regeneracionista” como dice Rosa Montero, celebran un segundo matrimonio y llegan más hijos. Se dedican a criar a los hijos del segundo matrimonio (mientras dura éste) como padres ejemplares mientras que en los hijos de la relación previa dejan no sólo las carencias de cada día sino una sombra oscura en el alma por la existencia de un padre que no se acuerda de ellos ni el día de su cumpleaños. ¿En cuántos casos podríamos constatar que el olvido hacia los hijos no es por falta de dinero sino por falta de responsabilidad? ¿A cuántos hombres conocemos que no tienen reparo en comprar bebidas alcohólicas o gastar en divertirse sin enterarse siquiera si sus hijos están sanos y sin tener el menor interés en hacerlo? Y qué decir cuando eligen llevar doble o triple vida. A los hijos de la relación oculta no sólo les heredan la condición de clandestinidad, sino que se amparan en ella para escatimarles bienes y atenciones, como si el hecho de no nacer dentro de una relación bendecida social o religiosamente les condenara a no disfrutar de lo que deberían ofrecerles sus padres sólo por el hecho de ser niños y tener derechos humanos. Están además los numerosísimos casos en los que no se llega a formar un hogar y la pareja se rompe con el anuncio de un embarazo. Los hombres simplemente desaparecen como si con ello eliminaran su responsabilidad. Se llama a las mujeres “madres solteras” y el nombrecito conlleva en sí mismo un enjuiciamiento moral. Aun cuando se conozca al padre, a nadie se le ocurre llamar a los hombres “padres solteros” sólo por tener hijos sin casarse, el señalamiento es sólo para las mujeres. Son cosas que pasan en la vida piensan unos. Es normal que así suceda si “la mujer no se da su lugar” opinan otros que están convencidos que la mujer está condenada al castigo si decide disfrutar su sexualidad. La maternidad y la crianza de los hijos se convierten así en una responsabilidad económica, pero también un enjuiciamiento moral. Una gran cantidad de mujeres prefiere asumir sola la manutención de los hijos porque es muy poco prometedor el escenario de la acción legal o el costo de ésta hace que se descarte como opción. A pesar de que todos conocemos historias terribles de los trabajos que pasan las madres que asumen solas la crianza de los hijos, parece invisible la violencia económica que se ejerce sobre ellas. Resulta claro que una iniciativa como la del jefe de gobierno del Distrito Federal no garantiza el cumplimiento de los padres, pero puede ser una modificación legal que se sume para reducir las desigualdades entre hombres y mujeres. Será un recordatorio legal y social de que antes de contraer otras responsabilidades deben cumplir con las que ya existen y no han sabido o querido enfrentar. Ojalá que además de ser aprobada en la Asamblea de Representantes del DF esta iniciativa impulse modificaciones similares en las entidades federativas y que se aprueben con la misma celeridad que la reforma energética. |