Humilladas y ofendidas 14/04/14 Un paso adelante, dos atrás 14/02/06 ¿Tiene género la inteligencia? 14/01/21 Paternidad responsable 14/01/15
Certificado de
regalo 14/01/07
|
26 de marzo de 2014 Hace pocos días se anunciaron cambios en el gabinete veracruzano. Fueron removidos (léase despedidos) un subsecretario y un oficial mayor. Se hicieron los nombramientos correspondientes; uno de ellos dejó vacante la dirección general del Instituto de Espacios Educativos en la Secretaría de Educación estatal, donde fue nombrada una mujer, Xóchilt Tress Rodríguez.
En todas las notas que revisé, y fueron muchas, encontré que los antecedentes de Tress en el sector público son como directora del DIF en el municipio de Rodríguez Clara y diputada federal. La página web de la Secretaría de Educación no ha actualizado la información curricular de esta funcionaria. Le da el título de licenciada, pero no se sabe, o por lo menos yo no lo sé, en qué. En conclusión, no puedo decir si tiene o no la capacidad profesional para conducirse en el cargo que se le ha confiado. En cambio, casi cualquier nota que se revise relacionada con el nombramiento habla profusamente de su vida personal y de su vida amorosa. Prácticamente todas refieren las fotos de desnudos que circularon en las redes sociales y otras en las que son notables los resultados de mucho trabajo en el gimnasio y seguramente una gran disciplina en la alimentación, así como otras en las que está en compañía de un hombre con claras demostraciones de afecto. De la gran cantidad de tinta que generó este nombramiento, una buena parte se dedicó a denostar a la nueva funcionaria enjuiciándola moralmente por las fotos. Muchos opinadores hicieron gala del peor mal gusto que puede admitir el periodismo para referirse a Xóchilt Tress y no sólo eso, otras opiniones disfrazadas de notas informativas supuestamente hablaron de sus primeras actividades al frente de Espacios Educativos, cuando en realidad sólo querían insistir en la evaluación moral de la funcionaria. Una, por ejemplo, refiere que en el recorrido por una escuela se veía “no a la mujer segura de su belleza que presume en los selfies (…) sino a una funcionaria inexperta, temerosa, que no entiende ni pio de la encomienda que tiene en un cargo tan estratégico para el desarrollo de la educación”, a este colega también se le da el don de la adivinación, que con sólo ver a la señora pudo sacar todas esas conclusiones, que son además, el elemento central de la nota. Como dije, no tengo elementos para saber si Xóchilt Tress tiene las prendas para dirigir Espacios Educativos, pero la realidad es que no los tenemos acerca de nadie. En este país no se estila evaluar a los funcionarios y hacerlo no estaría nada mal, como bien han planteado los maestros que ahora serán evaluados por ley, ¿por qué no a un legislador, a un director general, a un secretario de Estado?; a lo largo de la historia nos hemos dado severos frentazos tanto con los servidores públicos que elegimos como con los que son designados. Nadie ha aportado datos curriculares o resultados en sus trabajos anteriores para descalificar a la nueva funcionaria, sólo lo han hecho basados en una valoración moral que a todas luces es motivada por el hecho de tratarse de una mujer. A Xóchilt Tress se le dice de una manera por demás irrespetuosa “la viuda alegre”, porque hay fotos de ella en compañía del que fuera oponente de su esposo. El hecho es que ella era una mujer viuda y por tanto, libre, en cambio él era un hombre casado, pero curiosamente sólo la enjuician a ella. ¿Por qué? Sólo por el código moral no escrito que supuestamente deben seguir las mujeres. Ni una sola alusión al comportamiento del señor. ¿Cuántos servidores públicos varones infieles habrá en el gabinete veracruzano, federal o de casi cualquier país? Ni dudar que muchos. Es común incluso que muchas de esas relaciones surjan en el ámbito laboral. Si el servidor público es de alto rango —y varón por supuesto— puede ser objeto de comentarios pero rara vez de desaprobación. Hay quienes lo ven incluso como algo simpático o como una proeza. Excepto, claro, si se trata de dañar a un oponente político. Los medios acribillaron a Xóchilt Tress por las fotos que han circulado en las redes sociales que dejan ver que la nueva funcionaria tiene un cuerpo que puede y le gusta presumir. Si un hombre exhibe su musculatura entonces no es criticable, sólo orgulloso de su cuerpo, pero si lo hace una mujer, seguro es inmoral y peor: anda en busca de hombres, como si los hombres no anduvieran en busca de mujeres. ¿Si no es recatada, se viste de oscuro y usa ropa que esconda el cuerpo no puede ser funcionaria? Considero muy improbable que ella misma haya subido las fotos de sus desnudos y puede ser imprudente que ella misma las haya tomado y no haberlas cuidado, pero ¿propiciar intencionalmente la andanada de descalificaciones? Difícil. La solidaridad de género también brilló por su escandalosa ausencia. Sólo una diputada local pidió no juzgar a la nueva funcionaria por “enseñar de más”, solidaria sí, pero muy mal elegido el argumento. La nueva fiscal de Crimea es una mujer guapa y lo mismo circulan fotos en su traje militar que otras exhibiendo su belleza. En Europa no se escandalizan. Los electores italianos votaron por una exactriz porno para diputada que llegó a presentar doce iniciativas de ley. En México, tres diputadas perredistas aceptaron hacer fotos sexys para una revista masculina en el año 2006, lo mismo que una diputada petista para el suplemento dominical de un diario. Fueron objeto de comentarios, sin duda, pero ellas con una gran entereza mostraron que podían compaginar el trabajo legislativo y ser atractivas; se bellas no las calificaba, pero tampoco las descalificaba para el trabajo que los electores les habían dado. Un diputado perredista subió recientemente a la tribuna en trusa para darle impacto visual a su discurso político. ¿Quién no se acuerda de Pancho Cachondo, el diputado panista del que se publicaron fotos desnudo y sólo cubrió sus genitales con un logotipo de su partido? Muchos se rieron de él y con él, pero no lo crucificaron por su escasa “moral”. A sus correligionarios no les gustó el sitio donde fue colocado el logotipo de su partido porque daba lugar a muchas interpretaciones, analogías y chunga que no dejaba bien parado (sin albur) al PAN, pero las fotos fueron más que nada anecdóticas. Ni duda cabe que muchos colegas necesitan urgentemente un manual de género para ejercer el oficio. La Organización de las Naciones Unidas tiene uno excelente y muy recomendable para quienes teclean pero también para jefes de información y propietarios de medios. La ganancia a mediano y largo plazo es muy atractiva: la credibilidad. |