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Evaluación Universal 12/10/25

¡Usted no sabe quien soy!  12/10/18

Perspectiva de género

Pilar Ramírez: Política en tacones
ramirez.pilar@gmail.com

21 de mayo de 2014 

“Le aumentaron el salario porque anda con el jefe”, “la corrieron porque se embarazó y perderá la figura”, “al jefe no le gustan las mamás porque faltan mucho cuando se enferman los hijos”, “hago lo mismo que mis compañeros varones pero a mí no me promueven”, “sólo reciben aumento las mujeres delgadas y bonitas”, ¿cuántas veces hemos escuchado frases parecidas o incluso las hemos dicho? Las pronunciamos con naturalidad porque es cosa de todos los días en oficinas públicas y privadas, en fábricas y en escuelas, en universidades y en centros comerciales.

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Imagen de: tepetlaoxtoc.gob.mx

Casi no hay ámbito laboral que se salve. Los hay más y menos sexistas, pero en casi todos se han dado historias como las que anuncian las frases precedentes. Lo que no es adecuado es considerarlas “normales” sólo por el hecho de que se repiten, pues muchas de ellas entrañan delitos que ahora se encuentran tipificados en los códigos penales del país. Existe un marco legal para luchar contra el sexismo que coloca a las mujeres en situaciones laborales desventajosas, pero, siempre hay un pero y éste es enorme, se hacen muy pocas denuncias, no por falta de ganas, sino porque resulta muy difícil probar que los titulares de las oficinas discriminan a las mujeres o, de plano, muestran conductas misóginas, es muy difícil documentar la ausencia de perspectiva de género.

Para empezar, perspectiva de género suena a discurso de feministas y no faltan las reacciones de rechazo al término. También es fácil encontrar a quienes lo único que saben de la perspectiva de género es que no les gusta. Es paradójico, pero muchos funcionarios o directivos de instituciones, en ciertas circunstancias, presumen de aplicar políticas públicas con perspectiva de género, pero sólo porque es lo políticamente correcto, aunque no sepan con qué se come eso.

La mayoría de las veces no saben que es una política pública, mucho menos una de género, como tampoco conocen qué son las acciones positivas como medidas que ayudan a contrarrestar las condiciones de desigualdad que por largo tiempo han vivido las mujeres y como estrategia para favorecer la igualdad entre hombres y mujeres. Hacer de la perspectiva de género un contenido transversal es para los oídos de muchos directivos sánscrito básico, y considerando que la enorme mayoría desconoce absolutamente el sánscrito, así de desconocida les es la perspectiva de género y su tranversalización.

            Del mismo modo que se han logrado modificaciones a las leyes electorales para introducir las cuotas de género a fin de garantizar la participación de las mujeres en la política, ya es tiempo de legislar para hacer a las instituciones públicas y privadas un diagnóstico o perfil de género y establecer medidas normativas de carácter obligatorio cuando se encuentre que una dependencia tiene puntajes bajos en el perfil de género.

            Este tipo de diagnóstico ya se realiza en algunos lugares y diferentes instituciones han emitido manuales para hacer evaluaciones de esta naturaleza. La información debería determinar, al menos, si la institución cuenta con directrices, políticas o estrategias para aplicar políticas de género; un análisis exhaustivo del área de recursos humanos que permita conocer, todo desglosado por sexo, la cantidad de personal, funciones, contrataciones en los últimos cinco años, capacitación al personal, promociones salariales, puestos directivos y opciones de capacitación para ascensos.

Sobre la transversalización del enfoque de género, que no es más que la presencia de esta perspectiva en los diferentes ámbitos institucionales, se tendría que indagar si los directivos o la parte gerencial conoce estos contenidos, cómo los aplican, si existe una gerencia flexible hacia mujeres trabajadoras que son también madres (pues ésta es una forma sutil, pero implacable, de discriminación en casi cualquier oficina), qué tipo de capacitación se brinda en materia de género a todo el personal y cuánto presupuesto se le destina específicamente a la puesta en común y la habilitación en tales temas, así como las normas internas previstas en los reglamentos o manuales de funciones que tienen un enfoque de género.

Con un marco legal de esta naturaleza se incursionaría en la igualdad para el poder ejecutivo, el cual no ha sido abordado suficientemente por la legislación actual, y en el caso de las instituciones públicas se debe abrir la posibilidad de que las mujeres puedan presentar una denuncia o queja formal si las condiciones laborales les son desfavorables porque se inclinan a favor de los hombres sin causa justificada. También se deben prever sanciones por parte del órgano de fiscalización del ejecutivo para las dependencias que no cumplan con un perfil de género mínimo. Sería algo similar a introducir las cuotas de género en el ámbito del poder ejecutivo y judicial. Asimismo, se debe legislar para prever acciones obligatorias en la materia para las instituciones particulares.

El discurso actual a favor de la perspectiva de género se parece al Día de las Madres o al Día del Amor y la Amistad, se acuerdan de él cuando tienen que justificar acciones con enfoque de género, cuando un escribano tiene que hacer un discurso para el 8 de marzo o cuando les apremia el tiempo porque se deben gastar el presupuesto en este rubro. Ocurren todos los días terribles aberraciones en las dependencias públicas, con un discurso ocasional rimbombante a favor de las mujeres y un sexismo persistente y agresivo que ahonda las desigualdades y genera la paradoja de la existencia de leyes con enfoque de género frente a una población femenina que padece la desigualdad ininterrumpidamente.

Bien decía Gandhi: lo más atroz de las cosas que hace la gente mala es el silencio de la gente buena. Hay que comenzar a hablar.

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